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En las últimas dos décadas, el dinamismo en las
importaciones a nivel mundial estuvo liderado por aquellos productos que mayor tecnología
incorporan en el proceso productivo. En general, los países de América Latina no se
vieron beneficiados por la expansión de sus exportaciones en igual medida que otros
países que adecuaron su estructura productiva al comportamiento de la demanda global. A
las tradicionales explicaciones de los elementos de distancia a los mercados más
desarrollados y de dotación relativa de factores, se suman aspectos específicos de
política económica que incidieron en la composición y dinámica de la canasta
exportable de los países de la región.
En Argentina, con 26% de participación promedio en las exportaciones totales para el
período 1980-2000, las exportaciones de la industria manufacturera se han caracterizado
por una baja inserción en el mercado internacional. Si bien al presente el coeficiente
señalado se ha incrementado, el desafío a mediano y largo plazo de la política
comercial consiste en consolidar los logros en materia de diversificación y crecimiento
de las exportaciones de los últimos dos años.
Las experiencias asiática y de varios países de desarrollo económico reciente registran
un claro vínculo entre el crecimiento económico a largo plazo y una estrategia de
industrialización orientada a la exportación. Maximizar el impacto de esa estrategia de
política comercial en el crecimiento económico requiere una definición de los
"productos dinámicos" que conformen la base de una mayor inserción
internacional.
Una aproximación que tenga en cuenta la ventaja comparativa estática sugeriría actuar
sobre la base del desempeño pasado de algunos sectores exportadores y así aprovechar la
estructura productiva vigente. Esto se corresponde con una medida estadística, que trata
a todos los productos de igual manera en cuanto a potencial de crecimiento en el mediano y
largo plazo, ignorando las alternativas de desempeño ligadas a la evolución y rumbo que
pueda tomar la demanda mundial. Por el contrario, si se asume que existe una relación
directa entre el dinamismo de la demanda internacional, la tecnología incorporada en los
bienes de exportación y crecimiento (como se muestra en Hausmann et al. (2005), se
requeriría un criterio complementario que tenga en cuenta este supuesto.
Si bien una medida de la cantidad de tecnología incorporada en el producto exportado
resultaría en una clasificación apropiada a fin de evaluar el potencial de crecimiento
de los sectores productores de manufacturas de origen industrial (MOI), la situación es
diferente en lo que hace a los sectores vinculados a las manufacturas de origen
agropecuario (MOA), donde una clasificación de este estilo no aportaría demasiada
información. La razón es que, aun cuando la producción primaria incluye de hecho un
contenido tecnológico significativo, este contenido es, en gran medida, transversal a
todos los sectores y generalmente menor al que incorporan los estándares de producción
internacional de las MOI.
En un mapa comercial donde los productos agrícolas se ven discriminados, la
competitividad y dinamismo en el mercado internacional de los sectores de agro-industria
requiere de la construcción de ventajas comparativas ligadas a la diferenciación del
producto. En este sentido, el envasado y la marca, al proporcionar identidad al producto
en el mercado internacional, se convierten en elementos de importancia para el logro de
una mayor inserción externa que extienda a los países en desarrollo los beneficios del
comercio.
Consideraciones
finales
Si bien en niveles inferiores a los de la década pasada, el comercio exterior argentino
registra una brecha tecnológica, que está lejos de cerrarse. El país continúa siendo
importador neto de bienes de alto y medio alto contenido tecnológico y en sus
exportaciones subsiste un componente importante de bienes de menor complejidad. No
obstante, el mercado regional -el Mercosur, en un principio, y otros socios en etapas
posteriores- es receptor de exportaciones de mayor contenido tecnológico.
Mirando al futuro resulta evidente que la mejora de la competitividad constituye una
condición determinante para contrarrestar la eventual reducción arancelaria en el
mercado doméstico y la erosión de preferencias en el mercado regional, escenarios que
pueden tener lugar como resultado de las negociaciones multilaterales que se llevan a cabo
en la Ronda Doha, así como en virtud de otras negociaciones de libre comercio.
Para la expansión de las exportaciones industriales se requiere de mejoras en las
condiciones de acceso a mercados estratégicos y de estímulos al desarrollo exportador.
En particular la acción dirigida a pequeñas y medianas empresas productoras de bienes
que presentan dinamismo en el mercado internacional, como son aquellos que incorporan
mayor cantidad de tecnología, resulta de particular relevancia.
Independientemente del compromiso, por ahora no verificado, de los países más
desarrollados a fin de emprender una reforma genuina en Agricultura en la Ronda Doha, es
evidente la ventaja derivada de competir en el mercado vía diferenciación de producto.
Para "saltar la barrera" que establecen las restricciones arancelarias, las
subvenciones a las exportaciones y el apoyo interno basado en medidas de distorsión, se
requiere trabajar sobre las preferencias de los consumidores en los mercados
desarrollados.
De tal forma, sin desconocer el estímulo positivo sobre las exportaciones que tuvo el
cambio de precios relativos propiciado por la salida de la convertibilidad, la inserción
comercial sostenida del país en el mercado internacional requiere avanzar en la
especialización con mayor contenido tecnológico y la diferenciación más acentuada de
producto.
El mejorar la calidad de la inserción externa con una estructura productiva más
integrada, que trabaje sobre la competitividad de los sectores exportadores incorporando
mayor valor agregado nacional y complejidad tecnológica a los productos de exportación,
aparece como un requisito indispensable de cara al futuro. No son ajenos a este cometido
el logro de niveles de inversión que den lugar a un aumento sustancial de la oferta y las
políticas dirigidas a reconstruir y diversificar el tejido industrial y aumentar la
competitividad de las empresas.
No todo desvío del patrón de especialización indicado por las dotaciones factoriales
resulta en experiencias que por ser iniciadas "artificialmente" terminan por
frustrarse; al contrario, la instrumentación de adecuadas políticas industriales y
comerciales basadas en los rendimientos crecientes de la difusión tecnológica y la
diferenciación, que complementen las fuerzas de mercado, pueden derivar en la creación y
consolidación de nuevas ventajas competitivas genuinas.
En lo que respecta a las MOA, incrementar las cadenas de valor con una mayor
diferenciación de producto es la mejor respuesta a la necesidad de reforzar las ventajas
comparativas naturales en un contexto de fuertes restricciones de acceso a mercados en
materia agrícola.
(1) Extracto del estudio de Tomás Castagnino, publicado en "Revista
del CEI", Nº 5, del Centro de Economía Internacional (CEI) del Ministerio de
Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto, Buenos Aires, junio de 2006. |
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