|
Informe Económico de Coyuntura |
Nº 277 - Agosto 2007 - AÑO 26 |
|
|
|
|
|
Efectos de la restricción energética y del proceso inflacionario |
|
|
|
De acuerdo a datos parciales que avanzan
sobre el segundo trimestre del año en curso, se confirma la proyección que había sigo
señalada en nuestro Informe anterior, en el sentido de un mayor dinamismo en el nivel de
actividad económica con respecto a lo acontecido en el primer trimestre del año.
En efecto, en el primer trimestre el producto interno bruto (PIB) registró un incremento
de 8% interanual, mientras que en el acumulado enero-mayo del corriente año, la
expansión -medida a través del Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE)- crece
hasta 8,2 % en la comparación interanual y a 8,5% si se cotejan los valores de mayo con
igual mes de 2006.
Desde el punto de vista de los sectores productivos, los estímulos a la expansión global
más significativos provinieron del subsector agrícola -con una cosecha récord- y de los
servicios en general, destacándose la actividad financiera más específicamente.
También cabe consignar que la construcción, con un comportamiento débil en el primer
trimestre, comenzó a mostrar signos de una recuperación interesante en los meses de
abril y mayo pasados.
Por el contrario, el sector industrial registró una desaceleración en su
crecimiento durante el segundo trimestre, ya que experimentó un incremento de
6,1% frente a igual período del año anterior, en tanto que en el primer trimestre el
aumento había ascendido a 6,8% y en todo el año 2006 a 8,3%. La razón principal de tal
desaceleración debe buscarse en las restricciones energéticas impuestas a varias ramas
manufactureras -aunque hay que considerar también un mayor nivel de conflictividad
laboral- y cabe señalar, adicionalmente, que el impacto podría haber sido más
significativo sin el aporte del notable dinamismo que continúa evidenciando la
producción automotriz, que creció 27,1% en el primer semestre del año.
Desde el punto de vista de la demanda agregada, corresponde resaltar el
significativo crecimiento del consumo privado, que ya en el primer trimestre
había mostrado una tasa de expansión superior a la del PIB. Datos más recientes,
considerando por ejemplo las ventas en supermercados a precios constantes, señalan un
aumento de 12,4% en mayo último con relación a igual mes de 2006.
Vinculado con el incremento del consumo y con las restricciones energéticas que afectan,
en mayor medida, a la industria manufacturera, puede encontrarse parte de la explicación
del elevado ritmo de expansión de las importaciones, que en los primeros
seis meses del año en curso crecen al 24% anual. Este porcentaje hay que compararlo con
el 15% de incremento en igual período de 2006, cuando inclusive el PIB aumentaba algo
más rápido que en la actualidad, y también con una cierta moderación en la tasa de
crecimiento de la importación de bienes de capital.
El otro tema central de la coyuntura económica -además de la insuficiencia en la oferta
de energía y combustibles- es el comportamiento del proceso inflacionario, ya que existen
interrogantes sobre la confiabilidad de los indicadores oficiales, especialmente en el
cálculo del Indice de Precios al Consumidor para el área metropolitana (IPC-GBA).
Dicho IPC-GBA experimentó un aumento de 3,9% en el primer semestre del corriente año,
esto es, 1% menos que en igual período de 2006. Tal incremento, además, muestra
diferencias significativas con otros indicadores de precios que, si bien no tienen igual
composición, proyectan también la dinámica inflacionaria. Así, por ejemplo, el Indice
de Precios Internos al por Mayor (IPIM) mostró una variación de 7,2% en la primera mitad
del año en curso, o sea, más de tres puntos por encima del IPC-GBA, y un alza de igual
magnitud registró el Indice de Precios al Consumidor Nacional (excluído GBA). Además y
con referencia al período enero-mayo de 2007, se verificó en el relevamiento de las
ventas en supermercados una variación de precios de 9,8%.
En última instancia, discrepancias de tal magnitud generan incertidumbre no sólo sobre
la propia política antiinflacionaria, sino también sobre la evolución de otras
variables relevantes. Un caso concreto es la discusión salarial cuando
no hay un parámetro confiable de proyección de los precios al consumidor, circunstancia
que se observó, aunque sea parcialmente, en las convenciones colectivas de trabajo ya
efectuadas este año. Otro, no menos importante, es la trayectoria del tipo de
cambio real, en cuanto a la cuantificación del efecto erosionante sobre el mismo
que produce el fenómeno inflacionario, más allá del salto en la paridad cambiaria
nominal que se verificó hacia fines del mes de julio. |
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
El contexto económico internacional |
|
|
|
Actualmente la economía mundial se halla
atravesando un período de bonanza económica casi sin antecedentes, lo
cual se observa desde hace unos cinco años. En este período, el crecimiento global ha
rondado el 5% anual, mientras que el ritmo de inflación se ha mantenido en general muy
bajo históricamente.
Ese proceso ha sido acompañado por una distribución del ingreso más
regresiva, especialmente en los países más industrializados, donde la participación de
los salarios en el producto bruto ha mostrado una reducción sostenida, con la consecuente
suba de la participación del capital, además de verificarse en numerosos casos una
fuerte concentración de los ingresos.
En la expansión económica ha tenido un papel preponderante el acelerado crecimiento de
diversos países asiáticos, encabezados por China e India. La economía
china ha crecido a un ritmo vertiginoso en el último cuarto de siglo, habiéndolo hecho
en un 11,5% en el primer semestre del corriente año, que sería la tasa más alta desde
1994. Con cerca de 25% de la población mundial, el gigante asiático genera 15% del
producto bruto global, siendo prácticamente ya la tercera economía del mundo, detrás de
Estados Unidos y Japón y adelantándose a Alemania.
Ampliando este panorama, se destaca con frecuencia que la mayor integración de China,
India y los países de la ex Unión Soviética a la economía global prácticamente ha
duplicado la oferta mundial de trabajo en la década reciente,
contribuyendo a mantener los bajísimos salarios en esos países -incentivando sus
exportaciones- y a reducir las presiones salariales a nivel global.
Ese proceso de migraciones del campo a las ciudades ha implicado también un aumento
sustancial de la demanda de consumo a nivel global, incentivando así los
niveles de actividad y de comercio internacional.
Para el presente año, se espera una desaceleración económica de Estados Unidos, que
crecería entre 2,25% y 2,50%. Este comportamiento sería atenuado por el crecimiento de
la zona Euro (2,2%), las economías emergentes de Asia (7,5%) y América Latina y el
Caribe (4,7%), en tanto que Japón crecería aproximadamente 2%. El resultado sería un
crecimiento mundial de aproximadamente 4% en 2007.
Por otro lado, se estima que los precios de los productos básicos o
commodities -impulsados principalmente por la demanda de China y otros países de Asia
oriental- continúen en niveles elevados. En lo que va del año, el precio del petróleo
crudo se ha incrementado casi 25% -influido por las condiciones de su mercado y por las
tensiones geopolíticas en Oriente medio-, en tanto que productos como la soja y el trigo
han tenido aumentos muy similares.
Este sostenido proceso ha redundado en un importante aumento de los ingresos de los
países productores de bienes básicos, por la vía de una fuerte suba de sus términos
del intercambio (relación entre los precios de exportación y los de
importación), además de los mayores volúmenes exportados.
El panorama anterior no significa que la coyuntura mundial se halle exenta de riesgos.
Más allá de posibles efectos provenientes de una mayor aceleración del precio
del petróleo -sobre los precios y sobre los ingresos de los países
compradores-, continúa pendiente una atenuación fuerte de los déficit gemelos de
Estados Unidos, el fiscal y el externo. Este último se expresa en el saldo fuertemente
negativo -récord equivalente a 6,5% del PIB en 2006- de la cuenta corriente del balance
de pagos, que incluye las transacciones de bienes y servicios reales y financieros.
El déficit externo de Estados Unidos tiene su contraparte en la muy elevada acumulación
de reservas internacionales por parte de los países superavitarios,
principalmente por los bancos centrales asiáticos. Una pronta solución a este
desequilibrio no es previsible a corto plazo, ya que el mismo posibilita a Estados Unidos
comprar productos de China y otras economías a precios reducidos y permite a estos
países profundizar su industrialización y avanzar en su desarrollo.
En cuanto a la eventualidad de un estancamiento o depresión en Estados Unidos,
particularmente a raíz de un agravamiento del actual retroceso de la burbuja
inmobiliaria, en general no se considera que tenga una alta probabilidad, sino
que en general se estima que la actividad económica en ese país tendrá este año sólo
una moderada desaceleración.
Diversos analistas -el ex titular de la Reserva Federal estadounidense y otros- han
apuntado también el riesgo de una crisis de la expansión económica en China,
señalando el peligro de una fuerte baja que derrumbe el auge bursátil en ese país, lo
que sería un eventual detonante en una economía con excesos de inversión y de crédito,
entre otros factores.
En resumen, la Argentina enfrenta nuevamente este año un contexto
internacional favorable, definido principalmente por un importante crecimiento mundial y
por elevados precios para sus principales productos de exportación. |
|
|
|
|
|
|
|