Informe Económico de Coyuntura

Nº 278 - Septiembre 2007 - AÑO 26

 SECTOR AGROPECUARIO

SITUACION

Por inexplicable que parezca, nuevamente se ha enturbiado la relación entre las autoridades del área y el sector de la producción, especialmente el representado por la Sociedad Rural Argentina (SRA). El motivo específico de la discordia fue la política ganadera, aunque también la arancelaria fue cuestionada.
Cuando todo hacía suponer que dos anuncios esperados por el sector tendrían lugar en el marco de la Exposición rural -la apertura de las importaciones de urea y un premio a la retención de ganado-, expresiones vertidas por la organización anfitriona motivaron la ausencia de los mismos y su eventual postergación hasta la reapertura del diálogo que estaría próximo a producirse.

La situación general del agro

Es difícil encontrar un período de la historia económica argentina moderna en el que la sinergia de factores favorables externos e internos haya tenido una magnitud y una duración como en el actual, sobre todo teniendo en cuenta que los pronósticos aseguran que la tendencia tenderá a reforzarse en los próximos años con el incremento de nuevas demandas. Es la agroindustria, proveedora del mercado interno y generadora de la mayor parte de las exportaciones nacionales, la protagonista de este cuadro.

Esta situación presenta, sin embargo, una complejidad intrínseca que conlleva a tensiones de variado tipo, entre las que se destacan las inflacionarias. En efecto, la condición de los principales productos en expansión, - excepción hecha de la soja - de ser básicos para el consumo interno y principales proveedores de divisas en un mercado internacional insatisfecho y dispuesto a afrontar precios crecientes, crea una competencia entre ambos mercados en la cual el Estado actúa de árbitro, no siempre a satisfacción de las partes.

La aplicación de derechos de exportación -el principal instrumento en aplicación- permite igualar las oportunidades de ambos mercados, al acercar los precios ubicándolos en niveles compatibles con el poder adquisitivo de la población, al tiempo que provee de fondos a las arcas estatales que atienden necesidades básicas insatisfechas de parte de la población que aún se encuentra por debajo de la línea de pobreza, sin incurrir en déficit presupuestarios.

Esta medida, impugnada por una parte del sector agropecuario, no priva de rentabilidad al sector, sino que sólo recorta parcialmente rentas extraordinarias.

Algunos indicadores sectoriales

Los actuales niveles de los precios de la tierra -cuya evolución está ligada a la rentabilidad actual tanto como a la esperada- constituyen un elocuente indicador de la gran rentabilidad de la actividad y sus expectativas. Según estadísticas de la Compañía Argentina de Tierras S.A., campos ubicados en la zona maicera núcleo de la provincia de Buenos Aires han alcanzado valores que duplican el promedio de los últimos diez años, con precios en torno a los u$s 9.500 la hectárea, recortando distancia con los vigentes en zonas equivalentes de Estados Unidos. En la zona triguera la tierra se comercializa a valores equivalentes a dos veces y media el promedio mencionado. Igual evolución sufrieron los campos ganaderos de cría, lo que hablaría, al menos, de expectativas de prosperidad.

Otro interesante indicador es el crecimiento del monto de ventas de maquinaria agrícola, que en el segundo trimestre de 2007 se incrementó 34% respecto de igual período de 2006, según estadísticas del Indec.

Características propias del problema ganadero

La puja entre demanda interna e internacional se ve potenciada en el caso de la ganadería por tratarse la carne vacuna de un producto muy valorado en la mesa familiar de los argentinos y cuyo peso en los índices que miden la evolución de los precios es sumamente significativo. Para desconectar los precios internos de los internacionales y asegurar el abastecimiento interno, el Gobierno acudió a dos medidas adicionales a los derechos de exportación: la limitación de las exportaciones y los acuerdos de precios, medidas ambas que lejos de incentivar la ampliación del rodeo vacuno, constituyen en general un estímulo adicional al abandono de la actividad para, allí donde es posible, destinar los recursos a la agricultura. El carácter de bien de capital que tienen las existencias ganaderas, compromete producciones futuras si las medidas se extienden en el tiempo.

En este sentido no debería desconocerse la necesidad de afinación de los instrumentos adoptados por las autoridades sectoriales, por un lado, imprimiendo una mayor velocidad a la concreción de las medidas acordadas entre las partes y por otro, en el sentido de potenciar las posibilidades de intervenciones virtuosas al interior de las cadenas productivas. Ejemplo de la necesidad de acortar los tiempos es la demorada puesta en marcha del Plan Ganadero, tendiente a expandir el rodeo de los pequeños y medianos productores, así como la concreción de la anunciada medida de rebaja de aranceles para importación de fertilizantes, ante las restricciones sufridas por la producción nacional como consecuencia de los problemas energéticos.

En cuanto al segundo aspecto, medidas como la unificación de los estándares sanitarios, la renovación de la logística de comercialización con la introducción de los cuartos de res, la definición de los cortes que serían para exportación con su correspondiente tratamiento arancelario, son elementos cuya discusión ya está instalada entre los actores y que requieren de la profundización y continuidad del diálogo con vistas a su instrumentación.

La ganadería argentina, cuyo desplazamiento hacia las provincias del norte está en un proceso permanente, en general no ha experimentado aún las transformaciones tecnológicas que sí se introdujeron en la agricultura. Existe tecnología apropiada -el INTA dispone de una batería de prácticas- para las nuevas zonas productivas e incluso para las especificidades de la mayoría de los productores en cuyas manos está la expansión, no ya grandes empresas como en las zonas tradicionales, sino pequeños y medianos productores que requieren de una política pública estructurada.

PERSPECTIVAS

Recién en el mes de noviembre sería revisada la medida que limita las exportaciones de carne a 500.000 toneladas anuales y su flexibilización tendría que ver con la evolución de la producción y del consumo interno.
Los precios de los productos básicos siguen en alza, destacándose el girasol con las mejoras más impactantes; la Argentina está en condiciones de aprovecharlas.

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