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Si se comparan las cotizaciones de los tres
principales granos producidos y exportados por el país, tomando como referencia
las cotizaciones FOB Golfo de México, se observa que el promedio del mes de septiembre de
2007 es superior en 26 % respecto de agosto del mismo año en el caso del trigo, y en 12 %
en el de la soja. Pero lo que es más asombroso es la variación respecto de igual mes del
año anterior. En efecto, esa comparación resulta en 57%, 37 % y 61 % de incremento para
el trigo, el maíz y la soja, respectivamente.
Pero quizás lo más importante tampoco sea esa espectacular alza, sino sus perspectivas
de permanencia, habida cuenta de los factores que la sustentan. El principal de
estos factores proviene de la creciente demanda mundial de alimentos, originada
fundamental aunque no exclusivamente en los mercados emergentes de Oriente, China e India,
básicamente.
Estas nuevas demandas no son circunstanciales y se basan en una creciente
incorporación al mercado en esos países de población con necesidades alimentarias
insatisfechas y a una mayor sofisticacicón de sus clases medias, que consumen crecientes
cantidades de proteínas -carne y leche-, en cuya producción intervienen granos,
incrementando así su demanda. Esta situación se diferencia claramente de la conducta
clásica de los mercados agrícolas, cuando a un incremento de las cotizaciones
-generalmente por factores climáticos adversos- seguía una expansión de la producción
que devolvía las cotizaciones, en una o dos campañas, a niveles similares a los
anteriores.
A este incremento de la demanda originada en un mayor consumo de alimentos y que se
expresa en mayores demandas e incrementos de precios internacionales de una amplia gama de
productos alimenticios -tales como huevos, quesos, arroz y otros-, se agrega la
proveniente de la nueva aplicación de los bienes agrícolas a la producción de
combustibles, buscando atenuar la dependencia del petróleo.
El incremento del consumo sin un equivalente acompañamiento de la oferta, no sólo se
expresó en el alza de las cotizaciones,sino que también fue drenando las reservas
internacionales de granos hasta ubicarse, según algunas estimaciones, en el
nivel más bajo de los últimos 30 años. Ello agrega un factor de vulnerabilidad y de
inmediata reacción al alza, ante anuncios de fracasos de alguna cosecha. Esta sería,
precisamente, la causa del mencionado incremento del trigo en el último
mes. Según el USDA, los stocks mundiales se redujeron en 5,4 millones de toneladas,
ubicándose en 107 millones, el más bajo de las últimas tres décadas. El mismo
organismo pronosticó una baja de la producción de soja norteamericana
aún mayor a la prevista un mes atrás, resultando en 70,7 millones de toneladas, frente a
los 86,7 millones del año anterior. La expansión de la producción de maíz
encaminada a satisfacer la demanda del cereal para la producción de biocombustible, fue
la causa de la contracción de la producción de soja norteamericana. Sin embargo, la
estimación de producción de maíz no fue lo suficientemente importante como para
producir caídas en las cotizaciones de esta forrajera. |
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El elevado nivel de los precios de los granos, combinado con
el esperado aumento de la producción, que alcanzaría en la campaña 2007/08 los 100
millones de toneladas, significará, a los actuales niveles de retención, un
nuevo incremento de la recaudación fiscal. Sin embargo, teniendo en cuenta que en lo que
va del año el superávit primario del sector público ha ido contrayéndose a pesar del
incremento de los ingresos, no puede descartarse un eventual incremento de las
retenciones de los dos productos cuyas cotizaciones experimentaron las mayores
disparadas: trigo y soja. En el primero de ellos, el posible incremento cumpliría
también con el propósito de contener los precios internos.
Cabe señalar que la envergadura del incremento de las cotizaciones es tal que un
incremento del 15% -por ejemplo- en el nivel de las retenciones, no reduciría los precios
percibidos por los exportadores en relación a los de comienzos de 2007. Adicionalmente,
se verían reducidos los gastos en los que debería incurrir el sector público, dadas las
menores compensaciones que se deberían pagar en el mercado interno, al reducirse
la diferencia entre precio interno y precio de exportación. |