Informe Económico de Coyuntura

Nº 285 - Mayo 2008 - AÑO 26

 TEMAS DE ACTUALIDAD

El financiamiento bancario de las PyMEs: un objetivo primordial para el crecimiento (1)

El financiamiento bancario de las PyMEs: un objetivo primordial para el crecimiento (1)

Aunque mucho se ha dicho ya sobre la importancia del papel de las PyMEs en las economías de los países, es necesario identificar cuál es su desarrollo bajo entornos macroeconómicos diferentes. En el caso específico de la Argentina, se ha observado cierta voluntad de cambio de los actores económicos que contribuyen a su desarrollo. Un ejemplo de ello lo constituye el sistema financiero, el cual ha entendido la lógica del nuevo paradigma económico de la Argentina de post-convertibilidad, colocando en el centro de la escena de su negocio a la pequeña y mediana empresa, aunque todavía con resultados modestos.

Los beneficiados por el modelo de la convertibilidad no fueron precisamente las PyMEs. La prueba más evidente surge al observar cómo ha sido la distribución del crédito en dicha etapa: las empresas grandes, el consumo, el sector público y la compra de títulos de la deuda pública, fueron los principales objetivos de la estrategia de negocios de las entidades financieras en esa etapa.

Más allá de las condiciones objetivas que hicieron que la convertibilidad se convirtiera en un modelo de exclusión financiera para una gran porción del universo PyME, existieron limitantes tanto por el lado de la demanda como de la oferta al momento de buscar financiamiento para este segmento empresario. En primer lugar, la normativa del Banco Central de la República Argentina (BCRA) determinó un fuerte sesgo a favor de las empresas de mayor tamaño, produciéndose lo que en la literatura económica se conoce como racionamiento crediticio. En efecto, la regulación prudencial -normas de Basilea- puesta en vigencia en nuestro país en la década del noventa, acentuó el racionamiento del crédito poniendo especial énfasis en la presentación de garantías por parte de las firmas demandantes de financiamiento. Precisamente son las empresas de menor tamaño las que presentan mayores dificultades en este aspecto, debiendo incluso recurrir a las posesiones personales de sus socios como garantía de un crédito.

Una de las formas de paliar este fenómeno ha sido la puesta en marcha de instrumentos como las Sociedades de Garantía Recíproca (SGR), de gran éxito en Europa, que consisten en la asociación voluntaria con sentido mutualista por parte de un número determinado de PyMEs bajo la forma de ¨socio partícipe¨, en la búsqueda de un mismo objetivo: el acceso al crédito en mejores condiciones en cuanto al tipo de interés y plazo. En tal sentido, el otro integrante necesario para su funcionamiento es el denominado ¨socio protector¨, que no es otro que la persona física o jurídica que realiza el aporte al Fondo de Riesgo y que suele estar representado por bancos, empresas o gobiernos provinciales.

Otra de las dificultades que presentan las PyMEs a la hora de recurrir al crédito bancario son los problemas de asimetría de la información entre el demandante y el oferente, lo que trae aparejado dos fenómenos que van asociados: los problemas de selección adversa y de riesgo moral. El primero refiere a la posibilidad de que, si se deja operar libremente al mecanismo de precios, sean los proyectos con mayores riesgos los que finalmente accedan al financiamiento. Si para cubrirse del riesgo provocado por la ausencia de información certera respecto de la capacidad y voluntad de pago de los deudores potenciales, el prestamista decide incrementar las tasas de interés, el resultado puede ser exactamente el contrario al buscado: los tomadores de fondos con proyectos y estrategias de inversión más prudentes -de bajo riesgo pero también de rentabilidad menor- pueden ser desplazados del mercado por quienes presentan planes con tasas de rentabilidad extraordinarias pero con riesgos sumamente elevados. Por otra parte, el riesgo moral se refiere a situaciones en las que una vez obtenidos los fondos, el tomador del crédito decide alterar el proyecto y encarar estrategias que involucran mayores riesgos que los informados previamente al prestamista.

Bajo este escenario, las entidades bancarias han fortalecido sus áreas de análisis de riesgo crediticio, aplicando programas de software de evaluación y contemplando una serie estructurada de requisitos que conforman lo que en el mercado bancario se conoce como credit-scoring -método estadístico que asigna un valor (o score) a un cliente potencial, y representa una estimación de la evolución de la capacidad de repago-.

En consecuencia, y debido a que el universo de las PyMEs es sustancialmente heterogéneo, surge la necesidad de proveer a las entidades bancarias de la información básica requerida. No todas las firmas están en condiciones de brindar la información en tiempo y forma, por lo cual muchas de ellas terminan desistiendo de acceder al crédito. Para evitar este desenlace, existen herramientas al alcance de estas firmas -que deben ser más difundidas- consistentes en el asesoramiento para el armado de una carpeta de crédito con sus correspondientes flujos de fondos, balances, aportes previsionales, etc.

Tras la crisis del año 2001, y luego de un distorsivo proceso de reordenamiento de la economía en general, y del sistema financiero en particular, el modelo productivo que comenzó a consolidarse a comienzos de 2003 tuvo como rasgo dominante el mantenimiento de un tipo de cambio alto. El nuevo modelo favoreció rápidamente un retorno a la sustitución de importaciones, permitiendo no sólo la mejora en el saldo de la balanza comercial y el incremento del empleo, sino también el fortalecimiento y crecimiento de las PyMEs en el país y, en particular, en las economías regionales. Este fenómeno tuvo lugar bajo un entorno de moderado apoyo del sistema financiero. En efecto, a comienzos de 2003 el financiamiento con proveedores y a través del capital propio fue una característica sustantiva del momento por el que atravesó la economía en su conjunto, y en donde las pequeñas firmas, sobrevivientes del período anterior, tuvieron que afrontar el saldo de las cuentas pendientes del año 2001.

A partir de allí, el crecimiento de la actividad económica a tasas cercanas al 9% anual fue creando las condiciones para que las PyMEs comenzaran a tomar un rol preponderante en el nuevo modelo económico productivista. No obstante, el financiamiento bancario durante esta etapa, para el conjunto de firmas que pudieron acceder al mismo, estuvo claramente sustentado en el desempeño predominante de la banca pública y cooperativa, aunque todavía en volúmenes modestos.

En consecuencia, aún resta mucho por hacer por parte de los bancos en materia crediticia a favor de las PyMEs. Este volumen de crédito abastece todavía a un universo PyME pequeño y resulta insuficiente. La necesidad de lograr financiamiento dirigido no sólo al capital de trabajo, sino también a proyectos de inversión, es un desafío de este tiempo. El significativo esfuerzo de la SEPyME, a través del beneficio de programas de financiamiento a tasa subsidiada y otras líneas a favor de las pequeñas y medianas empresas , va en el camino correcto, pero sin lugar a dudas, más allá del ¨set de políticas activas¨ que realice el Estado a favor de este sector empresarial, se deberá contar con la decidida participación del conjunto del sistema financiero y del mercado de capitales.

En tal sentido, sería oportuno hacer hincapié en el desarrollo que en esta etapa está teniendo la banca pública, que ha debido adaptar sus estructuras comerciales y de análisis de riesgo a una nueva ¨cultura del financiamiento¨, en donde se debe privilegiar a la pequeña firma, evitando el ¨camino fácil¨ de la década anterior, donde la búsqueda de rentabilidad estuvo basada en la colocación del excedente de liquidez en títulos públicos y privados.

(1) Extracto del artículo de Alejandro Banzas, publicado en ¨Desarrollo PyME¨, revista de la Subsecretaría de la Pequeña y Mediana Empresa y Desarrollo Regional, Nº 2, Ciudad de Buenos Aires, octubre de 2007.