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Se observa la necesidad de efectuar algunas reflexiones
finales acerca de las posibles políticas para el fortalecimiento y la mejora de la
competitividad de los sistemas productivos, con el objetivo de asegurar el desarrollo
efectivo y equilibrado de la comunidad local y, al mismo tiempo, actualizar el rol y las
funciones que el sistema institucional desempeña.
Estas breves reflexiones finales, si bien son efectuadas a partir de la experiencia
italiana, se pueden extender fácilmente a ámbitos diferentes, como por ejemplo el
argentino, ya que se discuten enfoques de políticas que van más allá de la
especificidad local; sin embargo, y no caben dudas, cada enfoque de política necesita ser
enmarcado localmente para que sea realmente efectivo y tenga un impacto que se ajuste a la
realidad que pretende mejorar.
En primer lugar, parece importante reflexionar acerca del enfoque de política que resulta
oportuno adoptar en un contexto en el cual aumentan las complejidades externas y, al mismo
tiempo las internas (representadas por la multiplicidad de los agentes y de las formas de
los sistemas locales). Sin dudas, existe consenso en afirmar que un enfoque desde abajo y
sistémico constituye la elección más apropiada. Por un lado, un enfoque desde abajo que
considere la concertación entre los agentes públicos y privados del sistema local a
partir de una visión inclusiva es el más recomendable, porque focaliza sus acciones en
el desarrollo local a partir de su potencial y de sus criticidades específicas. De
acuerdo a este enfoque, no se definen los instrumentos que se pueden usar, sino se define
un proceso a través del cual surgen los instrumentos a usar. Por otro lado, hay que
subrayar con fuerza que las actividades e iniciativas orientadas a fomentar el desarrollo
local requieren un enfoque sistémico, sobre todo cuando se trata de individualizar los
componentes en los cuales se fundamenta la competitividad del mismo sistema y sus
criticidades.
El rol de las instituciones locales se torna clave, y en especial se torna clave la
individualización de cuáles instituciones, públicas y/o privadas, pueden hacerse cargo
del proceso de concertación entre los actores locales tendiente a definir los caminos a
seguir para fortalecer el sistema. De antemano, no se puede individualizar cuál es el
agente institucional al que le corresponde este rol de catalizador del desarrollo local,
dependiendo esto de las características específicas de cada ámbito local. Por ejemplo,
el rol de catalizador puede ser desempeñado también por empresas locales líderes que a
menudo asumen un rol institucional porque son las que se encargan de poner en marcha y
llevar adelante dichos procesos.
En este marco, resultan importantes dos temáticas. La primera destaca la capacidad que
los sistemas locales necesariamente tienen que desarrollar para poder renovar y/o ajustar
los bienes públicos colectivos y las economías externas al nuevo contexto competitivo y
a los nuevos competidores. La segunda alude al nivel de governance que se necesita para
que las políticas de desarrollo local funcionen de la mejor manera. En efecto, para su
éxito resulta importante definir bien el nivel de las instituciones involucradas y la
definición de los roles que tiene que desempeñar cada nivel. Si bien el valor agregado
para el desarrollo local deviene de la participación de una multiplicidad de agentes e
instituciones que operan en ese ámbito a través de los procesos de concertación, al
mismo tiempo hay que reconocer que este proceso por sí mismo no asegura éxitos ya que
pueden prevalecer, por ejemplo, coaliciones regresivas que premien sus intereses
específicos y perjudiquen los de la comunidad local.
En este sentido, se aprecia hoy en día la exigencia de favorecer la emergencia de
instituciones líderes para que coordinen el sistema y eviten la competencia entre
instituciones, la superposición y duplicación de las acciones de las instituciones, el
alejamiento del sistema productivo y el menor reconocimiento por parte de las empresas
hacia muchas instituciones, en especial las cámaras empresariales y muchas instituciones
públicas que se dedican al fomento de las actividades de las empresas y del territorio.
Directamente vinculado a lo anterior, llegamos a una ulterior reflexión, que
sintéticamente se puede indicar como ¨capacidad de auto organización del
sistema empresarial versus acciones del sistema institucional¨.
Lo que queremos subrayar es que, hoy en día, otro factor clave se encuentra en la
búsqueda del equilibrio más apropiado entre las acciones del sistema institucional
versus la capacidad de auto organización del sistema empresarial.
Finalmente, hay que recordar la importancia de dos herramientas que consideramos
indispensables para crear las condiciones para que las políticas puedan funcionar y tener
éxito. La primera alude a la necesidad de que los agentes locales que se hacen cargo de
guiar el sistema tengan una suficiente capacidad interpretativa del sistema productivo y
del territorio más en general.
La segunda herramientas se refiere a la necesaria adopción de procesos de evaluación y
monitoreo de las políticas, con el objetivo de comprobar el grado de cumplimiento y las
problemáticas relevadas.
No existe una política que de por sí asegure su éxito. Su éxito depende claramente de
las condiciones del contexto y de los actores involucrados tanto en su diseño como en su
instrumentación. Una apropiada capacidad interpretativa, asociada a igualmente apropiados
sistemas informativos y metodologías de evaluación adecuados, pueden ayudar mucho a los policy-makers
locales en la toma de sus decisiones.
(1) Extracto del artículo de Fabio Boscherini, publicado en Boletín
Informativo Techint Nº 325, Buenos Aires, enero-abril de 2008. |
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