Informe Económico de Coyuntura

Nº 296 - Mayo 2009 - AÑO 27

 ANALISIS GLOBAL

La crisis económica, la cumbre del G-20 y los efectos locales
Evolución de la economía china

La crisis económica, la cumbre del G-20 y los efectos locales

La crisis económica internacional, en su dimensión financiera, comienza a mostrar algunos signos, débiles todavía, de estar alcanzando un piso en el derrumbe de los valores bursátiles y en el precio de los inmuebles. Sin embargo, en la medida que continúan las dificultades para restaurar el crédito bancario, tanto del lado de la oferta como de la demanda, el impacto sobre la economía real tardará en hacer sentir sus efectos positivos.

En tal contexto, se desarrolló a principios de abril, en Londres, la cumbre del Grupo de los 20 (G-20), en la cual se adoptaron algunas decisiones significativas. En primer lugar, un plan de expansión fiscal de U$S 5 billones, destinado a reactivar la demanda mundial a lo largo del bienio 2009/10. En segundo lugar, la ampliación de las líneas de créditos multilaterales, que involucra en especial al Fondo Monetario Internacional, institución que triplicará su capacidad de financiación hasta u$s 750.000 millones y emitirá u$s 250.000 millones en Derechos Especiales de Giro (DEG) -de los cuales u$s 2.500 millones serán percibidos por nuestro país-. Por último, en materia de regulación, se crea el Consejo para la Estabilidad Financiera, que tendrá por objetivo principal controlar a las entidades financieras no bancarias y a las agencias calificadoras de riesgo.

La importancia de la Cumbre del G-20 -que reúne aproximadamente 90% del PIB mundial- es que establece mecanismos de coordinación a escala global, ante la ausencia de instituciones que puedan hacer frente a una crisis sistémica como la actual. El énfasis, en este caso, ha estado puesto más en afrontar los efectos recesivos mundiales, que en elaborar una nueva arquitectura financiera internacional, pero este aspecto seguramente deberá ser abordado a la brevedad.

Desde el punto de vista de la coyuntura económica local, se observa una situación más equilibrada en el mercado cambiario, no tanto por una disminución de la demanda de divisas, sino más bien por un incremento de la oferta, dado que se transita el período de mayor exportación de la cosecha gruesa, esto es, a lo largo del segundo trimestre del año. Paralelamente, no se visualiza una contracción de los depósitos bancarios -que podría ser la contracara de la demanda de divisas-, aunque sí se verifica un cierto traspaso de depósitos en pesos a depósitos en dólares.

La oferta y demanda de divisas también debe ser analizada en función del comportamiento del comercio exterior, área donde se registra una caída de las exportaciones del 30% -datos correspondientes al primer bimestre del año en curso- y un descenso aún mayor de las importaciones, de 38%. En consecuencia, el superávit comercial del primer bimestre (u$s 2.249 millones) es sólo levemente inferior al obtenido en igual período de 2008. O sea, que a pesar de la menor cosecha agrícola estimada para el corriente año, la proyección del superávit comercial para todo 2009 se ubica en el orden de los u$s 9.000 millones, de acuerdo al último Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM).

En el plano fiscal, los ingresos adicionales obtenidos a partir de la estatización de las AFJP han permitido que, en el primer trimestre del año en curso, la recaudación tributaria aumentara 16,3% con relación a igual período del año pasado. El incremento de los recursos de la seguridad social -que crecieron 63,9% en el trimestre- compensaron los menores ingresos fiscales por tributos al comercio exterior, pero como los gastos mantienen una tasa de incremento significativa, el superávit fiscal primario de marzo último cayó a menos de la mitad del obtenido un año atrás. Este panorama y las restricciones para obtener financiación externa, generan un cuadro de tensión sobre las perspectivas de afrontar los vencimientos de la deuda pública en 2009.

Finalmente, en el campo de la actividad productiva es indudable que se está verificando, cuando menos, un proceso de fuerte desaceleración de la tasa de crecimiento y varios analistas privados señalan que la economía argentina ha entrado en un ciclo contractivo desde el IV trimestre de 2008.

El análisis de lo que está aconteciendo con el nivel de producción no permite obtener conclusiones sólidas, dado que son muy significativas las discrepancias entre las cifras suministradas oficialmente y las calculadas por ciertas entidades privadas. Así, por ejemplo, con respecto a la producción industrial de febrero último, el Indec registra una caída de 1,1% frente a igual mes del año pasado, en tanto que la Unión Industrial Argentina consigna una disminución de 12,2% en igual período. Y algo similar se observa al examinar los indicadores vinculados con la actividad de la construcción.

De todos modos y más allá de las diferencias estadísticas, la percepción de los agentes económicos sobre la situación actual tiene un claro sesgo negativo, como lo refleja, por caso, el Indice de Confianza al Consumidor -que elabora la Universidad Di Tella-, que en abril último se situó 17,7% por debajo del registro de igual mes de 2008 y es 38% inferior al punto máximo alcanzado en enero de 2007.

Evolución de la economía china

La creciente participación de China en la producción y el comercio global en las últimas décadas ha instalado al gigante asiático como una nueva potencia económica mundial. Ante esta evolución, en principio no debería extrañar que su economía se haya visto afectada por la actual crisis económica internacional.

El canal de transmisión básico de la crisis a la economía china ha sido el comercio de bienes. En este ámbito, su importancia relativa se aprecia observando que en 2007 -previamente al desencadenamiento de la crisis- China fue el segundo país exportador con 9% del total de las ventas mundiales y el tercer importador con 7% de las compras globales.

La contracción de la demanda de los países desarrollados debía impactar el nivel de las exportaciones del país, concentradas en gran medida en Estados Unidos (aproximadamente 20% de las exportaciones chinas), Unión Europea (15%) y Japón (10%).

En términos interanuales, las exportaciones chinas exhibieron recientemente caídas de 17% en enero, 25% en febrero y 17% en marzo.

Dada la significativa participación de las exportaciones en el producto interno bruto (PIB) de China -37,5% en 2007-, el efecto de las menores ventas externas sobre el crecimiento económico se hizo sentir. En efecto, después de registrar tasas de aumento del PIB mayores a 10%, en el III trimestre de 2008 el ritmo bajó a 9,0%, a 6,8% en el IV trimestre y a 6,1% en el I trimestre de 2009, constituyendo ésta la menor tasa de crecimiento desde al menos 1992.    

Sin embargo, los últimos datos de marzo mostraron algunos indicios positivos, ya que por ejemplo, la producción industrial pasó de crecer -en términos interanuales- sólo 3,8% en el primer bimestre del año a alcanzar un aumento de 8,3% en marzo.

Se ha señalado que las cifras correspondientes a marzo podrían reflejar el efecto de las medidas gubernamentales adoptadas frente a la crisis. En este sentido, apelando a la política fiscal, a fines de 2008 el Gobierno lanzó un fuerte plan de obras de infraestructura, a lo cual se agregó un programa trienal en el área de salud y medidas favorables para el sector rural. En materia de política monetaria, se redujeron varias veces las tasas de interés para depósitos y préstamos, a la vez que bajaron los requisitos de reserva para los bancos, ampliándose fuertemente la oferta de dinero.

Ahora bien, desde el punto de vista de nuestro país, la evolución de la economía china reviste un particular interés, ya que afecta significativamente su demanda de nuestros productos y sus precios, siendo que la potencia asiática fue en 2007 el segundo principal destino de las exportaciones argentinas. En términos aproximados, unas tres cuartas partes de las ventas de la Argentina a China se hallan concentradas en porotos y aceite de soja, a la vez que ese país es el destino de unas tres cuartas partes de las exportaciones argentinas de porotos de soja y de una tercera parte de las colocaciones de aceite de soja.

La variable principal que influye sobre la demanda china de dichos productos sojeros sería el nivel de ingreso de la población, el cual viene acompañado por cambios en los patrones de consumo. Así, un aumento del ingreso lleva a una mayor demanda de proteínas animales, con el consecuente incremento de la demanda de insumos para alimentar el ganado.

Además, dado que China es el mayor importador mundial de porotos y aceite de soja, el comportamiento de la demanda del país asiático tiene una sustancial influencia sobre las respectivas cotizaciones internacionales.

Por lo tanto, si bien en el corto plazo es altamente deseable que la economía china alcance -o supere- en 2009 su meta oficial de 8% de crecimiento económico, el escenario comercial futuro de ambos países debería tener otra conformación. Considerando la potencialidad económica del país asiático y que la participación argentina en las importaciones totales de China es inferior al uno por ciento, resultaría aconsejable con vistas al mediano y largo plazo -entre otros objetivos- diseñar y ejecutar una estrategia para diversificar y ampliar la oferta exportable argentina apuntando al aprovechamiento de oportunidades existentes en ese enorme mercado.