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Es importante advertir que las mejoras tecnológicas no
consisten únicamente en la adquisición de maquinaria, sino también en la aplicación de
nuevos conocimientos a la producción, la capacitación de los recursos humanos y la
compra de royalties/patentes. Actualmente, el factor más valioso para las empresas
productivas es el conocimiento con que cuentan sus recursos humanos, que son los que
pueden diseñar máquinas, operarlas, repararlas e interpretar o usar las técnicas
disponibles. La capacitación de los recursos humanos, su ¨expertise¨, es lo que permite
copiar, imitar, innovar y, eventualmente, obtener el mayor provecho del conocimiento
adquirido (patentes, por ejemplo). Hay una parte importante del conocimiento que está
difundido y es de acceso relativamente libre para todos. Pero si las empresas no cuentan
con recursos humanos capacitados no pueden innovar, por más que el conocimiento se
encuentre difundido. Si no hay quién lo pueda aprovechar, no hay innovación. En este
sentido, la necesidad de capacitación constituye una barrera endógena a la generación
de innovaciones tecnológicas.
La competencia internacional es cada vez más difícil ya que los mercados de bienes
intensivos en conocimiento son los más dinámicos (debido a que estos productos poseen
una elasticidad-ingreso más elevada), pero el desarrollo y la incorporación de
tecnología es una estrategia fundamental para aumentar la competitividad en esos
mercados. Por otra parte, las conductas innovativas contribuyen a generar empleos que
requieren calificación; esto deviene en aumentos de salarios y en mejores empleos,
constituyendo un círculo virtuoso que mejora la calidad de vida de la sociedad. Está
estudiado empíricamente que las empresas que innovan son las que exhiben un mejor
desempeño y son las más preparadas para afrontar períodos de crisis.
El desarrollo tecnológico se encuentra altamente relacionado con el patrón de
especialización de un país, pero es muy difícil determinar la relación de causalidad.
Por ejemplo, en la Argentina el 80% de las exportaciones son ¨commodities¨ y es muy
difícil determinar qué es causa y qué es consecuencia, ya que la disponibilidad de
abundantes recursos naturales implicó que el país no se especializara en bienes más
elaborados, que requieren innovación para colocarse con mayor facilidad en los mercados.
Los principales obstáculos para innovar son la incertidumbre, la falta de incentivos, la
volatilidad del ciclo económico, la falta de espalda financiera y la escala de
producción. En este sentido, respecto a los incentivos, un tipo de cambio retrasado es
perjudicial porque quita competitividad-precio, pero una moneda excesivamente devaluada no
estimula el esfuerzo innovativo, ya que protege automáticamente y no genera otros
incentivos. Quiero decir que hay que entender en qué contexto sucede esto. Crisis
financiera, inestabilidad, escala pequeña en la Argentina, altos riesgos de la inversión
en innovación -cuyos resultados y rentabilidad potencial son desconocidos-, falta de
espalda financiera, estrategia defensiva y no expansiva del empresariado, esquema de
incentivos, entre otros.
Por otra parte, cuando los países desarrollados comiencen a proteger su industria a causa
de la crisis -EE.UU. ya lo está haciendo, Europa y Brasil también-, los mercados de
productos con mayor contenido tecnológico van a continuar siendo los de mayor dinámica
relativa. Brasil, por su parte, va a intentar venderle más productos a la Argentina, así
como la Argentina va a intentar venderle más a Brasil.
Por definición, innovación es todo cambio que realice la empresa para mejorar sus
procesos o productos, de esta manera el que innova es el empresario. Al sector público le
cabe el rol de generar los incentivos y crear el clima para que el empresario innove.
El sistema científico -que incluye las instituciones académicas, el CONICET, las
universidades- está concentrado geográfica e institucionalmente y también en lo
temático, y presenta cierta desconexión con el empresariado, por lo que es preciso
mejorar la trama de vinculaciones y relaciones entre estos actores. Los investigadores
generalmente valoran mucho su independencia, pero para que haya innovaciones deben
interactuar más para entender qué se necesita en la etapa productiva. Un científico
argentino muy conocido, Jorge Sábato, definió al sistema nacional de innovación como un
triángulo en el cual en cada uno de sus vértices se ubican el Estado, el sistema
científico y el sector productivo: para que el sistema funcione bien estos tres vértices
deben estar relacionados fuertemente de manera permanente.
El empresariado se mueve por la búsqueda de mayor rentabilidad y, precisamente, las
rentas extraordinarias (mayores a las de equilibrio) sólo son posibles diferenciando la
producción, con mejoras de producto, proceso, organizacionales o comerciales
(innovaciones). Sin embargo, la incertidumbre y los obstáculos antes mencionados no
contribuyen a que tome el riesgo de encarar actividades innovativas.
Destacaría que existe una buena política de ciencia y tecnología, aunque es
insuficiente en materia de recursos y alcance. De todas maneras, en los últimos años ha
estado bien encarada y ha generado instrumentos de política e innovaciones exitosas. Es
importante incrementar los recursos disponibles para las políticas que fomentan la
innovación. La creación del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva
ha sido un gran impulso en este sentido, ya que cuando los fondos para financiar los
programas provienen de organismos internacionales están sujetos a más condicionalidades
y los instrumentos son menos flexibles para adaptarse a las realidades propias de las
empresas o sectores. La mayor jerarquía otorgada al área, al crear el ministerio, parece
augurar que cada vez habrá más programas financiados con recursos propios del Estado
argentino.
Asimismo, se está tendiendo a crear programas con un alto componente asociativo, que
permiten incorporar y combinar distintos instrumentos. Por ejemplo, los conglomerados
productivos que alienta el FONTAR (Fondo Tecnológico Argentino), que permiten combinar
distintos apoyos a las actividades innovativas como subsidios a investigación y
desarrollo y a créditos a la compra de maquinaria. En este sentido, balancear las
distintas actividades de innovación es fundamental y fortalece a las empresas.
El conjunto de empresas de base tecnológica no se ha incrementado en los últimos
tiempos, por eso creo que hay que trabajar sobre las empresas innovativas (aquéllas que
realizan esfuerzos de innovación aunque no necesariamente lleguen a concretarlos
exitosamente). Es decir, no trabajar tanto en correr la frontera tecnológica, sino en
ampliar la base de empresas innovadoras. Habría que ver cuáles son las empresas que han
hecho esfuerzos en materia innovativa y focalizarse más en éstas que en las que ya
están innovando en mayor grado; un instrumento esencial para esto es la Encuesta Nacional
a Empresas sobre innovación, I+D y TICs que realiza el INDEC.
Existe un tema que no es nuevo pero que es de muy difícil solución: la coordinación de
políticas entre las distintas dependencias del Estado. Es difícil que un funcionario que
se ocupa de temas fiscales o contables esté al tanto de la importancia de dedicar
recursos al incentivo de la innovación. En el nuevo Ministerio de Ciencia y Tecnología
de hecho se ha creado un área encargada de coordinar las políticas existentes que
fomentan la innovación, ya que algunas políticas son contradictorias o se superponen
esfuerzos desde distintas dependencias.
Por otra parte, hay que generar incentivos para que las firmas de mayor tamaño realicen
gastos en actividades de innovación en el país, ya que las empresas grandes son las que
más exportan, y con las exportaciones se amplía la escala de producción y se soluciona
el límite de escala que tiene el mercado argentino. En esta materia, la incorporación de
inversión extranjera directa de los años 90 fue excesivamente permisiva, al no procurar
compromisos por parte de los inversores, a diferencia de lo hecho por Brasil, que acordaba
la contratación de recursos locales y la generación de I+D en la filial local.
En la Argentina se observa que por un lado existen sectores conocimiento intensivos y por
el otro, sectores capaces de generar encadenamientos con el resto del aparato productivo
local. Así, encontramos en el primer grupo a INVAP en una punta y en el segundo, a
sectores como calzado, textil, alimentos que están más articulados con la trama
productiva pero deberían incorporar mayor valor a través de la innovación en diseño,
calidad, etc. En este sentido, es bueno que haya desarrollo de industrias de alta
tecnología, pero también habría que enfocarse en el ¨up-grade¨ tecnológico de
sectores que aunque no sean de punta generan encadenamientos y favorecen la difusión de
conocimientos.
(1) Exposición del Lic. Gustavo Lugones, publicada en ¨Síntesis de la
Economía Real¨, Nº 58, Centro de Estudios para la Producción (CEP), Secretaría de
Industria, Comercio y PyME de la Nación, Buenos Aires, diciembre de 2008. |
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