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Informe Económico de Coyuntura |
Nº 299 - Agosto 2009 - AÑO 28 |
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La convocatoria al diálogo económico y social |
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Después de las elecciones legislativas de fin de junio, el
Gobierno comenzó a adoptar algunas decisiones tendientes a distender el conflictivo
escenario imperante en los tiempos pre-electorales. En el terreno económico, primero se
concretó el cambio del ministro de Economía y Finanzas Públicas y luego se convocó al
Consejo Económico y Social, ámbito integrado por el Gobierno, entidades empresariales y
organizaciones sindicales. Estas decisiones, en sí mismas, no constituyen un cambio en
los lineamientos económicos, sino sólo, por el momento, la convocatoria a nuevos actores
en el debate. Entre esos nuevos actores, también la dirigencia política pretende tener
participación y prioriza el ámbito parlamentario como el lugar más adecuado para el
mismo.
Dado que los requerimientos sectoriales pueden ser muy diversos -retenciones, Indec,
subsidios, coparticipación, tipo de cambio, salario mínimo, etc.- y con significativos
impactos sobre el ordenamiento económico, el Gobierno debería concurrir a la
mesa de negociaciones con una identificación muy precisa del núcleo duro del esquema
macroeconómico, de manera que las demandas sectoriales no agraven los
desequilibrios que hay que corregir.
Un caso concreto es el que involucra a las cuentas públicas, cuya trayectoria, en lo que
va del año, ha mostrado un fuerte deterioro del superávit fiscal como consecuencia de un
incremento del gasto público sensiblemente superior al aumento de los ingresos. Además,
como no existen mecanismos viables para mejorar los ingresos en lo que resta del año, es
evidente que la corrección debe efectuarse por el lado de los gastos, muchos de los
cuales -salarios y jubilaciones, por ejemplo- son inflexibles a la baja.
La recuperación de la solvencia fiscal no sólo es una señal clave sobre la
fortaleza del andamiaje macroeconómico, sino también un elemento fundamental para
enfrentar los vencimientos de la deuda pública, en ausencia de financiación
externa y sin necesidad de acudir al uso de las reservas internacionales. El tema es de
alta significación para lo que resta del corriente año y, muy especialmente, para las
proyecciones fiscales de 2010.
Por otro lado y teniendo en cuenta que la crisis mundial parece ir encontrando un piso
-que prefigura una recuperación de los principales indicadores económicos hacia fines
del corriente año y comienzos del próximo-, es factible que el sector exportador
argentino encuentre un escenario más favorable para su desenvolvimiento. En tal caso, el
Consejo Económico y Social podría constituir un ámbito propicio para diseñar
políticas de comercio exterior más adecuadas, que involucren tanto al sector
agropecuario como a las economías regionales, la industria manufacturera y los rubros
energéticos.
Si bien es cierto que en el primer semestre del año en curso el superávit comercial ha
sido muy significativo -93% superior al registrado en igual período de 2008-, no es menos
cierto que la principal explicación se apoya en una caída de las importaciones (-38%)
sensiblemente mayor a la contracción de las exportaciones (-19%). Además, la reducción
de las ventas al exterior sería seguramente mayor en la comparación, si el conflicto con
el campo no hubiera debilitado las exportaciones en el segundo trimestre de 2008.
En consecuencia, dado que en el futuro próximo es muy probable que se abran mejores
perspectivas para nuestras exportaciones, se impone la instrumentación de políticas de
apoyo a las mismas, incluyendo también la determinación de el o los tipos de cambio más
adecuados para cada actividad, la magnitud y orientación de las inversiones y la
profundización de las negociaciones económicas internacionales.
La economía argentina se encuentra en la actualidad condicionada por un contexto de
incertidumbre que afecta el comportamiento de los agentes que deben adoptar decisiones en
dicho ámbito. Tal incertidumbre se expresa, por ejemplo, en la importante fuga de
capitales que se registra desde hace más de un año y en la brusca caída del nivel de
inversiones en el aparato productivo. Por lo tanto, restaurar un sendero de
previsibilidad en las medidas que se adopten en el futuro próximo, podría contribuir a
recuperar las condiciones mínimas necesarias para el crecimiento económico.
Si, por el contrario, a través del diálogo entre el Gobierno y las distintas fuerzas
políticas y sectores productivos no logra superarse el clima de incertidumbre y
desconfianza política hoy imperante, pueden afectarse severamente las fortalezas
relativas que aún conserva el ordenamiento económico del país. |
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El grupo BRIC |
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En junio último se realizó en la ciudad rusa de
Ekaterimburgo la primera cumbre de presidentes del denominado BRIC, acrónimo formado por
el grupo de países integrado por Brasil, Rusia, India y China.
La significación global de estos cuatro países emergentes puede apreciarse, en cierto
modo, observando que concentran 40% de la población mundial, así como 15% del PIB (8% en
los años 90) y 42% de las reservas monetarias internacionales.
En la misma oportunidad y lugar se reunió la Organización de Cooperación de
Shangai (OCS), formada por Rusia, China y cuatro ex repúblicas soviéticas
vecinas, todas ricas en hidrocarburos. Los objetivos y conclusiones de esta reunión
tuvieron una clara convergencia con las posiciones del grupo BRIC.
En la declaración final de la reunión del BRIC se destacaron las
siguientes propuestas:
un sistema de divisas internacionales estable, predecible
y más diversificado;
más voz y voto para los países emergentes y en vías de desarrollo en
las instituciones financieras internacionales;
un sistema de supervisión supranacional del sistema financiero
internacional;
el cumplimiento por parte de los países desarrollados de sus
obligaciones de asignar 0,7% de sus ingresos en concepto de asistencia a los países en
desarrollo, y
un sistema de comercio internacional de productos agrícolas más justo y
racional.
En el corto
plazo, se destaca el reclamo de los países del BRIC -especialmente de Rusia- cuestionando
el papel del dólar como moneda mundial de reserva. En el fondo, se está
apuntando al mayor desequilibrio existente en el funcionamiento de la economía global,
que es el enorme y tradicional déficit de la cuenta corriente del
balance de pagos de Estados Unidos (cuenta que comprende el comercio de bienes y servicios
reales y financieros).
Ese déficit refleja básicamente el muy escaso coeficiente de ahorro (es decir, el muy
alto nivel relativo de consumo) con respecto al PIB en la economía estadounidense. Ese
déficit -o importaciones netas- es financiado mediante la emisión de dólares,
basada en el carácter de la divisa norteamericana como moneda internacional.
Esos dólares son en gran medida convertidos en bonos del Tesoro
estadounidense, considerados globalmente como la inversión financiera más segura, dada
su capacidad para ser convertidos rápidamente en dólares (liquidez), moneda de
aceptación universal, es decir, que goza de la confianza general.
Es esa confianza la que parece haber comenzado a ser erosionada por los países del BRIC,
si bien éstos no proponen una sustitución absoluta del dólar como moneda de reserva
internacional ni cambios que signifiquen abruptas devaluaciones de la moneda
norteamericana.
Sin embargo, durante dicha reunión se analizaron formas para que los países integrantes
se compren entre sí activos financieros nominados en sus propias monedas. Asimismo, China
firmó en el presente año acuerdos para establecer swaps cambiarios por valor de unos u$s
100.000 millones con los bancos centrales de Corea Del Sur, Indonesia, Hong Kong, Malasia,
Bielorrusia y la Argentina. Y a fines de junio pasado Brasil y China anunciaron el
comienzo de los estudios para emplear el real y el yuan en el comercio bilateral.
China ampliaría este tipo de acuerdos a otras economías emergentes y en desarrollo,
principalmente de Asia y también de Medio Oriente y América Latina, que podrían así
utilizar yuanes para pagar sus importaciones de productos chinos. Se apunta así al pago
en la moneda china de una parte creciente de los flujos comerciales del país, aumentando
la participación del yuan en el comercio global.
Por otro lado, el desenvolvimiento de la crisis internacional parece tender a aumentar el peso
relativo de las principales economías emergentes en el conjunto global.
Recientemente el Banco Mundial estimó que en 2009 disminuiría el PIB de las economías
de la zona Euro (-4%) y de Estados Unidos (-3%), en tanto que crecerían
significativamente China (7,2%) e India (5,1%), si bien sería más modesto el
comportamiento de Brasil y negativo el de Rusia.
En este sentido, sobresale la evolución de la economía china, para la
cual se estima que a fines de 2009 desplazaría a Alemania como el segundo país del mundo
en comercio exterior, a la vez que en 2010 sustituiría a Japón como la segunda mayor
economía global.
La reducción de la unipolaridad global podría acentuarse con el mayor protagonismo que
podría adquirir el Grupo de los 20 (G-20), formado por el G-8 y 12
países emergentes, que se reunirá en septiembre en los Estados Unidos. |
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