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Desde el año 2007, como consecuencia de las dudas sobre la
confiabilidad de la información estadística suministrada por el Indec, por un lado, y
por la fuerte expansión del gasto público, por el otro, fue generándose una situación
de incertidumbre que precipitaron ciertos comportamientos negativos. El más relevante,
sin dudas, fue la fuga de capitales o posicionamiento en divisas de los agentes
económicos, problema que se agudizó, además, a partir del conflicto con el sector
agropecuario y las manifestaciones más visibles de la crisis internacional.
En tal contexto, las expectativas de devaluación superaban holgadamente a la tasa
de interés, haciendo más evidente la preferencia por los activos externos
frente al rendimiento de las colocaciones financieras. En tal circunstancia se verificó,
además, una reversión en el comportamiento del Banco Central, que de comprador neto
pasó a ser vendedor neto de divisas para no convalidar un salto cambiario.
En las últimas semanas -más precisamente desde el mes de agosto pasado- se observa una
mutación de este escenario, ya que el ritmo de fuga de capitales se ha moderado
sensiblemente, pasando de un flujo de salida del orden de los u$s 2.000 millones
mensuales a un nivel aproximado de u$s 500 millones por mes. Esto obedece, en primer
lugar, a un retroceso importante en las expectativas de devaluación, seguramente como
consecuencia, entre otros factores, del efecto disciplinador de la política de flotación
administrada del tipo de cambio por parte del Banco Central.
También juegan en el mismo sentido la actual depreciación del dólar frente a otras
monedas fuertes a escala internacional y la menor aversión al riesgo que se
manifiesta en el mundo desarrollado, que se traduce en un flujo creciente de
fondos financieros hacia las economías emergentes. La Argentina no se encuentra entre los
países más elegibles en tal sentido, pero la enorme caída que habían experimentado los
bonos y acciones locales -y, por lo tanto, su amplio margen de recuperación- parece
constituir un elemento de atracción para ciertos capitales provenientes del exterior o
locales nominados en divisas.
Por otra parte, los anuncios sobre la posibilidad de restablecer nuevas negociaciones con
el FMI, el Club de París y los holdouts, implican la perspectiva de un
retorno a los mercados internacionales de crédito, circunstancia que también contribuye
a alejar el riesgo de default y, a través de la contracción de la tasa de riesgo país,
acerca la posibilidad de acceder a financiación a tasas razonables.
En definitiva, se está verificando un alineamiento entre las expectativas de
devaluación, la tasa de interés pasiva e inclusive también, con el ritmo inflacionario
-con tendencia a la baja en los últimos meses-, lo cual facilita el manejo coyuntural de
la economía, en la medida que se alejan las tensiones cambiarias y financieras que fueron
motivo de alta preocupación en el pasado inmediato.
En tal contexto, también comienzan a observarse algunos síntomas de
recuperación, en el margen, del nivel de actividad económica. Si bien en la
comparación interanual los guarismos continúan siendo negativos -y en algunos casos de
magnitud significativa-, la observación mes a mes a partir de julio pasado muestra
indicadores que prefiguran una tendencia ascendente. A manera de ejemplo, pueden
considerarse los casos de la producción industrial y de la actividad de la construcción.
A este panorama se le suma que la campaña agrícola 2009/2010 se proyecta con resultados
muy superiores a la precedente, que resultó afectada por una intensa sequía y por las
consecuencias del conflicto agropecuario. Las primeras estimaciones sugieren que la
campaña agrícola que se está desarrollando en la actualidad, podría superar en
aproximadamente 40% a la anterior y alcanzar un volumen de producción del orden de las 80
millones de toneladas, fuertemente concentradas en la soja.
Vinculada con la magnitud de la producción agrícola y con el comportamiento futuro de la
economía mundial, se ubica la proyección de las exportaciones argentinas para el
próximo año. Todo indica que las mismas deberían experimentar un incremento importante,
frente al magro resultado correspondiente al año en curso, si se considera que en los
primeros ocho meses de 2009 se ha registrado una caída interanual de 24% en las ventas al
exterior.
En definitiva, desde el punto de vista de la demanda agregada, cabría prever una moderada
recuperación del consumo y una significativa expansión de las exportaciones. En cambio, es
mucho más conflictivo pronosticar el comportamiento esperado de la inversión,
teniendo en cuenta el alto nivel de incertidumbre en que continúa desenvolviéndose la
economía argentina, circunstancia sobre la cual no se vislumbra una modificación
relevante en el futuro próximo. |
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Según las recientes estimaciones del Indec, en el primer
semestre del año la cuenta corriente del balance de pagos mostró un
superávit de u$s 5.866 millones, monto ampliamente superior a los 2.500 millones
obtenidos en el mismo período de 2008.
Importa señalar que desde 2002 -inversamente a los años anteriores- la cuenta corriente
viene presentando saldo positivo, lo cual resulta muy significativo teniendo en cuenta que
es un indicador habitualmente usado como aproximación al grado de solvencia de un país.
En el año 2008 el superávit fue equivalente a 2,6% del producto interno bruto, de
acuerdo a datos del Banco Mundial.
El saldo positivo de la cuenta corriente en la primera mitad de 2008 fue el resultado de
las siguientes variaciones principales con relación a igual período del año anterior:
un aumento de 58% en el superávit del
balance comercial -cuenta mercancías- que ascendió a u$s 10.591 millones;
una reducción de 41% en el déficit de servicios, el
cual alcanzó a u$s 387 millones, y
un incremento de 17% en el déficit de rentas, que fue
de u$s 4.328 millones.
La suba del
superávit comercial respondió a una disminución de las exportaciones en 19% (por
caídas de 16% en los precios y de 3% en las cantidades) y una reducción de las
importaciones en 38% (a raíz de bajas de los volúmenes en 30% y de los precios en 12%).
El mayor saldo negativo de rentas se originó en un débito neto de intereses superior en
112%, ya que el egreso neto de utilidades y dividendos fue prácticamente igual. El saldo
de la cuenta rentas está compuesto en 72% por las utilidades y dividendos (renta de la
inversión directa) y en 28% por los intereses. Cabe señalar que tras el canje de deuda
pública del año 2005, disminuyó la participación relativa de los intereses, pasando
las utilidades y dividendos a representar la mayor fracción del déficit de la cuenta.
Por otra parte, la cuenta capital y financiera arrojó un egreso neto de
u$s 6.175 millones, saldo negativo mayor en 266% al registrado en el primer semestre de
2008.
Este sustancial aumento respondió fundamentalmente a una importante salida neta de
capitales -o formación de activos externos- del sector privado no financiero por
u$s 7.555 millones, tendencia que se viene registrando desde el segundo trimestre de 2008
y que ha reducido su magnitud absoluta en lo que va del tercer trimestre del año.
Como resultado de todas las transacciones efectuadas (incluyendo el rubro de errores y
omisiones), durante la primera mitad del corriente año el Banco Central redujo sus
tenencias de reservas internacionales en u$s 432 millones. Al 30 de junio
último, las mismas sumaron u$s 46.026 millones.
ESTIMACIONES DEL BALANCE DE PAGOS
(en millones de dólares) |
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Primer semestre |
2008 |
2009 |
Cuenta corriente |
2.498 |
5.866 |
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Mercancías |
6.717 |
10.591 |
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Servicios |
-653 |
-387 |
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|
Rentas |
-3.692 |
-4.328 |
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Transferencias corrientes |
127 |
-10 |
|
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|
Cuenta capital y financiera |
-1.689 |
-6.175 |
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|
Cuenta capital |
57 |
20 |
|
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|
Cuenta financiera |
-1.746 |
-6.195 |
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Sector bancario |
780 |
1.424 |
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Sector público no financiero |
174 |
-63 |
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|
Sector privado no financiero |
-2.700 |
-7.555 |
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Errores y omisiones netos |
96 |
-123 |
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Variación de reservas
internacionales |
905 |
-432 |
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Fuente:
INDEC. |
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