|
La industria del Software y Servicios Informáticos (SSI)
reviste un carácter estratégico acorde a cuatro dimensiones básicas. En primer lugar,
el desarrollo de esta industria genera externalidades positivas sobre el resto de los
sectores económicos, en la medida en que la incorporación de productos y servicios
informáticos impacta en la productividad de las firmas e instituciones que los aplican.
En tal sentido, mejoras en productos y procesos en el conjunto de las ramas productivas
son posibles a partir de la incorporación de productos informáticos, lo que posibilita
reducciones de costos y mejoras de calidad considerables. En segundo lugar, se trata de
una industria ¨nueva¨, en el sentido de que aún está en desarrollo. Este elemento
reviste importancia en tanto durante las primeras etapas de desarrollo de una industria
las barreras a la entrada son menores y las oportunidades tecnológicas mayores, lo que
abre las puertas para el ingreso de países en desarrollo como Argentina. En tercer lugar,
se trata de un sector con un alto dinamismo en el comercio internacional, lo que
posibilita una inserción exportadora exitosa para las firmas y para el país en su
conjunto. Asimismo, el papel que la restricción externa tiene para el desarrollo de
economías periféricas torna particularmente importante este factor. En cuarto y último
lugar, se trata de una industria de alto valor agregado, tanto por el nivel de
calificación de la mano de obra como por el nivel salarial, ampliamente superiores a la
media nacional.
En la Argentina se calcula que existen alrededor de mil empresas de SSI, más un número
incierto de firmas unipersonales e informales. Asimismo, bajo el nuevo régimen
macroeconómico abierto tras la caída de la convertibilidad, ha sido la segunda rama de
la economía en cuanto al dinamismo de creación de empresas: en el período 2003-2005 la
tasa de creación de empresas duplica al promedio de la economía, lo que se traduce en un
crecimiento sostenido del peso del sector dentro del entramado productivo nacional.
Entre los años 2003-2008, las ventas han crecido a una tasa promedio anual del 22%,
mientras que las exportaciones lo hicieron al 25% (a precios corrientes). Por su parte, el
sector ha sido uno de los que presenta mayor dinamismo en la generación de empleo: en el
período en cuestión creció aproximadamente un 175% (22% promedio anual). En este
sentido, cabe destacar que en la actualidad la provisión de recursos humanos constituye
uno de los principales problemas que afronta el sector.
Respecto de la localización geográfica de las firmas, alrededor del 80% se concentra en
el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), mientras que dentro del 20% restante la
participación en clústers es altamente significativa. Algunos de los más importantes
son el Clúster Córdoba Technology, el Polo informático de Tandil, el Polo Tecnológico
Rosario, la Asociación de Tecnología de la Información y Comunicación de Mar del Plata
(ATICMA) y Polo Tecnológico de Mendoza, entre otros.
No obstante la importancia del incremento de las ventas al mercado local, las
exportaciones también tuvieron un papel significativo en la expansión sectorial.
Mientras que en el año 2000 el coeficiente de apertura no superaba el 7%, en 2008 rondó
el 25%., En este sentido, el cambio de régimen macroeconómico y consecuente devaluación
de la moneda local disminuyó el costo relativo de la mano de obra en términos
internacionales -que aún así supera ampliamente a la media de remuneraciones del país-
lo que, sumado a un buen nivel de capacitación y de conocimientos de lenguajes e idiomas,
posibilitó una acelerada inserción internacional.
De acuerdo a su morfología, las empresas del sector se pueden dividir en tres grupos. El
primero está compuesto por firmas multinacionales, usualmente grandes empresas. Éstas se
dedican en gran medida a brindar servicios de comercialización de productos que se
desarrollan en las casas matrices y en algunos casos a la provisión de servicios
informáticos mediante outsourcing. Están instaladas en la Argentina empresas destacadas
a nivel mundial, como IBM, Microsoft, Oracle, SAP, Motorota e INTEL, entre otras. El
segundo grupo se constituye por un conjunto de empresas nacionales de tamaño mediano, que
se dedican en gran medida a la provisión de servicios informáticos. Tienen una
importante inserción internacional y sus principales clientes son bancos, servicios
públicos, petroleras, prestadoras de servicios (salud, seguros, etc.) y algunas firmas
manufactureras. Por último, el tercer grupo se compone de empresas pequeñas, las cuales
no presentan un elevado grado de especialización: se dedican a una amplia gama de
actividad que abarca desde la provisión de servicios informáticos de diversa índole
hasta el desarrollo de videojuegos para celulares.
En los últimos años, la configuración y aplicación de políticas en el sector,
impulsadas tanto desde la esfera pública como desde la privada -y en no pocos casos
lanzadas conjuntamente-, ha ocupado un papel central en la agenda del sector. En este
sentido, actualmente existe una batería muy amplia de herramientas tendientes al
fortalecimiento del sector, las cuales presentan diferentes alcances territoriales y
diversos organismos de aplicación.
No obstante su importancia, el Régimen de Promoción de la Industria del SSI no ha sido
la única política pública que ha servido de apoyo al sector. Desde el año 2007, el
Programa de Promoción de Sistemas Productivos Locales de la SEPyME también ha aprobado
unos siete proyectos de grupos asociativos del sector de SSI que se desempeñan a lo largo
y a lo ancho del país. A pesar de ser una herramienta de política pública nueva y de no
contar con los fondos con que cuentan otras áreas de la SEPyME (o el propio Régimen de
SSI), la importancia de este programa radica en la captación de proyectos de empresas de
baja escala y que se encuentran nucleadas en proyectos asociativos, dos objetivos
tradicionalmente soslayados por las herramientas de apoyo a las PyMEs de nuestro país.
Por último, cabe destacar que las políticas estudiadas apuntan a dos segmentos
diferenciados de la industria de SSI. En el primer caso, el Régimen de Promoción, los
requisitos de entrada suponen que las empresas beneficiarias tienen un nivel de desarrollo
previo suficiente para superar un umbral mínimo, marcado por las exigencias de
certificación de calidad, exportaciones y/o niveles de investigación y desarrollo. En el
segundo caso, el Programa de Promoción de Sistemas Productivos Locales, la política
pública se orienta no sólo a firmas ya consolidadas, sino también a microempresas que
se encuentran en sus primeras etapas de desarrollo.
(1)
Extracto del trabajo publicado en "Síntesis de la Economía Real", revista del
Centro de Estudios para la Producción (CEP), Secretaría de Industria, Comercio y de la
PyME de la Nación, Buenos Aires, julio de 2009. |
|