En
las últimas décadas del siglo XX hemos sido testigos de una aceleración de los procesos
de cambio tanto en la dimensión política, como económica y social, producto
básicamente de factores que interactúan y se retroalimentan recíprocamente: la
tecnología, la globalización y el proceso de integración de las naciones a través de
la formación de bloques económicos
Así, la técnica, como aplicación práctica del conocimiento científico, aceleró los
procesos de recopilación y procesamiento de datos, y con ello la automatización de los
procesos productivos y administrativos. Hizo posible disponer de una mayor variedad y
cantidad de información a una velocidad asombrosa para muchos contemporáneos, quienes
apenas si podían acomodar su pensamiento a la idea del tiempo real con el que aquella se
procesaba. Dicho proceso es a su vez potenciado por la explosión de los sistemas de
comunicación que, a través de los desarrollos multimedia y en especial del uso masivo de
Internet, trasciende los códigos de la comunicación humana haciendo posible un
permanente "Jeux sans frontières": el impacto visible del fenómeno de la
globalización.
El incesante acrecentamiento de los sistemas de comunicación, el achicamiento en los
tiempos para la disponibilidad de información y la confiabilidad de sus contenidos
sirvieron de soporte para la consolidación de un nuevo fenómeno mundial: la
globalización, acuñado en las economías centrales y, en buena medida, sintetizado por
los postulados del consenso de Washington. La internalización de los mercados, la
apertura irrestricta hacia bienes y servicios externos, los flujos sin control de capital,
las privatizaciones masivas de servicios y empresas, aun estratégicas, han sido algunas
de las más significativas transformaciones acaecidas en el período.
En los países periféricos, aun aquellos que contaban con un cierto desarrollo industrial
y consecuentemente- mano de obra capacitada para tareas de mayor valor agregado, se
experimentó un período de varios años de crecimiento económico que ocultó el
deterioro de los indicadores sociales: desocupación, subocupación, pobreza, deserción
escolar, etc. Dicho crecimiento, fuertemente orientado hacia los servicios, fue posible
por la acción combinada del ingreso de fondos por las privatizaciones de empresas, la
venta de activos del Estado y el sostenido endeudamiento externo. En consecuencia, el
ascenso de los indicadores económicos se contrastó con los sociales antes mencionados y
la explosiva concentración del ingreso.
La experiencia vivida en estos países demandará de aquí en más una visión crítica
del proceso de globalización. Por una parte, su irreversibilidad y los beneficios
esperados en materia de disposición de bienes y servicios son datos de la realidad. Las
decisiones selectivas en materia de inversiones y de acciones de control sobre los
negocios meramente especulativos habrán de posibilitar resultados más fructuosos y
asegurar el esperado camino de doble vía postulado por el proceso globalizador.
En la actualidad, las regiones adquieren relevancia por constituir uno de los instrumentos
mediante el cual es posible integrarse globalmente para alcanzar un desarrollo económico
sustentable. Son reiterados los conflictos de las estructuras centrales de poder que
pierden representatividad y credibilidad. La confianza es depositada en aquellos que
poseen el conocimiento y la vivencia respecto de las necesidades locales.
Proyectos
nacionales y regionales
Son frecuentes las crisis de los estados nacionales versus el éxito que alcanzan las
regiones en un mismo ámbito físico y político nacional. Valen a modo de ejemplo los
numerosos casos observados en Italia, España, Irlanda, Alemania, México, Brasil, Estados
Unidos de América y en regiones de Asia.
Pareciera que resulta ser más fácilmente alcanzable el proyecto regional, generador de
una ambición compartida, que se transmite con mayor eficiencia entre las organizaciones y
las personas.
Las nuevas estrategias se sostienen no sólo en recursos materiales, ya que han cobrado
también relevancia los aspectos humanos y organizacionales de las regiones. La capacidad
de innovar, de asociarse y de emprender regionalmente da una muestra del proceso de cambio
y del fortalecimiento del capital humano integrado con la región y las localidades.
Se parte de la idea de edificar economías que se sustenten en la aplicación efectiva y
eficiente de las capacidades de una región. Este espacio regional implica la
participación de la totalidad de sus actores y cuenta con una mejor y mayor información
de los sectores social, privado y público que cada localidad tiene de sus propias
necesidades y capacidades. Además, al permitir la participación de todos ellos, hace
posible un mayor compromiso y un fuerte estímulo para alcanzar los objetivos de
desarrollo planteados.
El desarrollo regional y la descentralización son fundamentos ineludibles para las
fuerzas políticas y un deber para la sociedad. El desenvolvimiento económico de un país
necesita el fortalecimiento de los procesos de descentralización y participación a nivel
regional y comunitario, y una condición fundamental para ello es la eficiencia. Se
requiere promover un consenso nacional que avale un sistema de descentralización de las
decisiones institucionales con el objetivo de impulsar la participación, la eficacia y la
equidad, y controlar mejor los recursos y las tareas.
Los agentes económicos regionales deben lograr vincularse con otras zonas o espacios
geográficos más dinámicos, con capacidad para acceder fácilmente al mercado
internacional.
En un modelo regional están contenidos:
1. La asignación (inter)regional de recursos.
2. Los efectos regionalmente diferenciados del cuadro de la política
nacional (global y sectorial).
3. La capacidad de
organización social de la región.
Antiguamente,
las fronteras separaban, aislaban y mantenían las diferencias entre países. En la
actualidad, los flujos de personas, los intercambios de bienes y servicios, la relación
con las empresas internacionales de transporte y la citada participación de países
fronterizos permiten desarrollar un concepto de complementariedad que se contrapone al
aislamiento y la discontinuidad de los espacios geográficos, políticos y culturales.
El desarrollo de los países requiere fundamentalmente:
1. Las tareas de crear y reinventar instituciones, pues
muchas de las existentes tienen conductas heredadas o cargan sobre sus espaldas un
período extenso de ajuste económico que las ha dejado extenuadas.
2. Mejores estructuras de organización y evaluación de la gestión
pública, para cuyos logros son fundamentales la descentralización y la desconcentración
de las burocracias gubernamentales y de administración.
Estas tareas de construcción
institucional comprenden no sólo los espacios nacionales, sino también los subnacionales
(municipios) y los internacionales. Estamos observando la revitalización de la vida local
y la creciente importancia de los acuerdos internacionales.
El rol de las PyME
Los elementos constitutivos del mundo contemporáneo precedentemente expuestos
-tecnología, globalización y desarrollo regional- se complementan con la paulatina e
incesante presencia de bloques de integración plurinacional. La Unión Europea, el ALCA,
la integración asiática, el Mercosur, son realidades de la actualidad. Los lazos
históricos, culturales y políticos, los nexos geográficos, la necesidad de optimizar
ventajas relativas adecuando la investigación y el desarrollo del conocimiento
científico a las mejores opciones de los países participantes, los requerimientos
emergentes del crecimiento económico y las demandas sociales constituyen fuerzas que
convergen hacia la integración entre las naciones
Dentro de este proceso de desarrollo regional, por las características que les son
propias, las PyME juegan un rol sumamente importante. Básicamente, la simbiosis
propietario - empresa proporciona la característica particular que hace posible la
capacidad adaptativa a los diferentes escenarios.
Los nuevos desafíos impuestos por la globalización y los bloques económicos ponen de
manifiesto la necesidad de superar debilidades y contrarrestar amenazas mediante la
profesionalización y la capacitación, así como también generar nuevos espacios a
través de los procesos asociativos.
Conforme al impacto de la revolución comunicacional, las grandes corporaciones
reestructuran su tamaño. No obstante, distan de poseer la flexibilidad adaptativa propia
de las PyME. Consecuentemente, éstas necesitan definir una estrategia de inserción
internacional y políticas de innovación y de desarrollo empresarial.
Todo debería estar basado en las ventajas competitivas que permitan lograr niveles
crecientes de empleo y mejoras en la calidad de vida de la población.
La competitividad de las empresas está determinada cada vez menos por reducciones de
costos y, en cambio, cada vez más por la generación de ingresos diferenciales por medio
de la innovación de los procesos, de los accesos a nuevos mercados y de los desarrollos
de nuevos productos.
En la era industrial, los recursos estratégicos de las empresas eran el capital y la
tecnología, y ellas se conformaban solamente con la obtención de utilidades por medio de
esos recursos. En la actualidad, los recursos estratégicos están referidos al manejo de
la información, la capacidad del aprendizaje y la creatividad que se pueda desarrollar.
La calidad de la gestión emprendedora y la cooperación entre empresas, y entre éstas y
las instituciones públicas van ganando peso. La importancia de las relaciones mediante
redes apropiadas va mereciendo cada vez más la atención de los investigadores. Las
infraestructuras de transferencia y de generación de intercambios y negocios aparecen
como un conjunto vital del desarrollo local en regiones y países.
En las organizaciones en general y las PyME en particular existen nuevas fuerzas que han
cambiado las reglas de juego y que constituyen las propias fortalezas con las que se hacen
presentes en el proceso de desarrollo regional. |