En
la apertura del 1er Congreso de Economía organizado por el Consejo Profesional de
Ciencias Económicas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (en esa época, de la Capital
Federal) en abril de 1997, Paul Samuelson dijo que si a él le hubieran preguntado a
mediados del siglo anterior qué naciones formarían parte del grupo de países más
avanzados, sin dudas habría situado a la Argentina entre ellos. Al comenzar el nuevo
siglo, sin embargo, la Argentina no sólo está fuera del grupo de países desarrollados,
sino muy lejos de poder aspirar a formar parte de ellos.
En 1998, la Argentina inició, a partir de la crisis en los países del sudeste asiático,
un proceso recesivo que se profundizaría hasta llegar al colapso económico con la salida
improvisada de la convertibilidad en el marco de un gran vacío de poder. Aquí se inicia
un nuevo período, desde un piso muy bajo y con grandes limitaciones. No es nuestro
propósito investigar el porqué de la crisis o la forma en la que se encaró la salida de
la convertibilidad, sino analizar la situación actual a partir de algunas propuestas que
han surgido ante la imperiosa necesidad de crecimiento de la economía que nos ubique en
el camino hacia el desarrollo.
La salida de las crisis económicas se asocia naturalmente con las ideas aportadas por
John M. Keynes, quien se convirtió en un fuerte crítico de la teoría económica
clásica, ya que "los supuestos tácticos en que se basa se satisfacen rara vez o
nunca, con la consecuencia de que no se pueden resolver los problemas económicos del
mundo real". Sus ideas revolucionaron el mundo de la economía y aún hoy se busca en
ellas la solución de los problemas existentes.
En la Teoría General de la Ocupación, el Interés y el Dinero, Keynes señalaba:
"Los principales inconvenientes de la sociedad económica en que vivimos son su
incapacidad para procurar la ocupación plena y su arbitraria y desigual distribución de
la riqueza y los ingresos".
Las propuestas más importantes de Keynes para el aumento de la producción y del empleo
se pueden sintetizar de la siguiente manera: 1°) imposición progresiva para aumentar la
propensión al consumo de la sociedad; 2°) inversión e intervención públicas para
elevar la inversión privada; 3°) una autoridad monetaria fuerte para regular la oferta
de dinero y disminuir la tasa de interés.
Al analizar la crisis argentina, vemos que la fuerte caída del salario real, como
consecuencia de la hiperdevaluación (los salarios nominales se mantuvieron estables
mientras que el precio de los productos de la canasta básica siguió el comportamiento
del tipo de cambio), juntamente con los severos problemas de ocupación (alrededor de un
40% de la población económicamente activa no tiene trabajo o está subocupado) explican
que más de la mitad de la población esté debajo del nivel de pobreza y un 50% de ésta,
en el nivel de indigencia. Por lo tanto, el consumo global ha disminuido sensiblemente
debiéndose distinguir el comportamiento de la mitad de la población, que posee ingresos
regulares y medianamente razonables, de la otra mitad, que padece severas limitaciones.
Keynes señalaba la existencia de algunos factores subjetivos y sociales que limitaban el
monto del consumo de los individuos (precaución, previsión, cálculo, mejoramiento,
independencia, empresa, orgullo y avaricia), lo cual solo es aplicable a aquellas personas
que poseen ingresos medios o altos, mientras que el segmento de ingresos bajos o casi
nulos tiende a gastar la totalidad de los mismos. Si bien la mejora de los salarios y de
la ocupación es una necesidad imperiosa, su concreción es muy difícil. En el sector
privado (las pequeñas y medianas empresas sobre todo) influyen, entre otros, dos factores
que dificultan su expansión: el violento achicamiento del mercado interno y la ausencia
casi absoluta del crédito como consecuencia del colapso del sistema bancario. El sector
público tiene que resolver previamente cómo financiar el gasto y generar
simultáneamente un importante superávit, tema del que hablaremos más adelante.
El aumento de la inversión es muy importante porque incrementa la demanda global en el
presente y, a su vez, mejora la oferta en el futuro; las posibilidades de aumentarla en el
sector público son escasas y tienen las mismas limitaciones que se mencionaron en el
párrafo anterior y que es necesario explicar.
El sector público ha alcanzado un adecuado cumplimiento del presupuesto en el primer
trimestre del año, pero esta performance está fuertemente influida por dos razones:
a) Un
porcentaje importante de los ingresos está explicado por impuestos cuya eliminación
sería deseable (retenciones a las exportaciones, débitos y créditos bancarios, renta
presunta) y también su reemplazo por impuestos más adecuados, sobre todo por una mejor
recaudación de IVA y Ganancias.
b) El gasto previsto no es todo el que debe ser, ya que el
default y la postergación de la renegociación de la deuda hacen que estén ausentes
partidas destinadas al pago de amortización e intereses.
La
superación de los aspectos señalados en el marco de un futuro acuerdo con los organismos
internacionales y la necesidad de un importante porcentaje de superávit fiscal para su
cumplimiento dejan un muy estrecho margen para el incremento de la inversión pública.
La inversión privada está reducida a las posibilidades de generación de excedentes (en
aquellos sectores beneficiados por las nuevas reglas de juego posteriores a la
devaluación) o inversiones directas externas, ya que, como hemos visto, el crédito
interno ha quedado limitado solo a algunos mecanismos alternativos (por ejemplo,
fideicomisos). La restitución del crédito interno y el externo llevará un largo
período y estará supeditada al estricto cumplimiento de los compromisos que el Estado
Nacional asuma.
En cuanto al funcionamiento del mercado de dinero, para Keynes, en un mercado en
equilibrio, la tasa de interés debía ser suficientemente alta para justificar un
determinado nivel de ahorro y suficientemente baja para convertirse en un incentivo para
la inversión.
El colapso del sistema financiero, la forma traumática en que se fue resolviendo la
situación de los ahorristas, el mecanismo empleado para solucionar la cuestión de los
créditos otorgados por los bancos a través de la pesificación asimétrica y las
compensaciones aún no resueltas a cargo del Estado Nacional han desvirtuado completamente
su funcionamiento. La oferta y la demanda de dinero responden a otros parámetros que poco
tienen que ver con la actividad productiva.
La disminución de la tasa de interés con el objetivo de alentar la inversión debe
acompañar un complicado proceso de normalización del destruido sistema financiero
argentino.
En conclusión, ¿cuál es la situación de la economía argentina y qué margen hay para
aplicar algunas de estas ideas?
Estamos lejos de una economía sustentable. El aparente equilibrio económico y el
incipiente crecimiento proyectado están asentados sobre bases endebles. La normalización
de la economía tendrá, en el mejor de los casos, un largo camino por recorrer ya que la
devaluación por sí sola resulta insuficiente. El pleno empleo está muy lejos y los
recursos para incentivarlo son escasos o nulos. El gobierno que nació para romper la
alianza anterior con el sector financiero y construir otra nueva con la producción está
lejos de alcanzar los objetivos. El nuevo gobierno tendrá un duro desafío por delante.
Es necesaria la reconstrucción de la economía nacional; la reinserción en el plano
internacional; volver al mercado de capitales; reconstruir el sistema financiero;
normalizar el mercado cambiario y los ingresos y gastos del Estado; definir la situación
con las empresas que brindan servicios públicos privatizados; normalizar el mercado
laboral, recuperar el salario y disminuir la desocupación; recomponer el sistema de
seguridad social.
El aporte de Keynes a la ciencia económica es inigualable. Hacer
"keynesianismo" es muy difícil, sobre todo si el Estado no tiene fondos
disponibles y tampoco medios alternativos para lograrlos (aunque la emisión -dentro de
ciertos límites- parece haber sido ahora semiacordada por el FMI).
Quiere decir, entonces, que nunca está de más repasar las propuestas de Keynes en la
búsqueda de un crecimiento sostenido de la economía que permita encauzar un proceso que
nos lleve a la meta del desarrollo y a salir definitivamente del pozo en que nos
encontramos después de décadas de pocos aciertos y muchos errores de política
económica. |