Para
evolucionar hacia un mejor estudio contable es necesario analizar con cuidado el interior
de la organización: establecer con qué fortalezas contamos (elementos positivos que
sentimos que poseemos para alcanzar los objetivos que nos propongamos) y cuáles son
nuestras debilidades (¿Qué nos falta? ¿Qué habilidades o qué aptitudes técnicas no
tenemos?). La autocrítica y un análisis objetivo en la respuesta de ambos elementos son
el primer paso para el cambio que estamos propugnando.
Autores: Dres.
Jaime Korenblum y María Ester Alé
Presidente y Vicepresidenta de la Comisión Problemática de los Pequeños y Medianos
Estudios Profesionales |
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A diario nos cruzamos
con colegas para los que la idea de cambio y de crecimiento de su Estudio Profesional
parece improbable y remota. Esgrimen excusas irrefutables: la economía, la competencia,
la complejidad de las normas, los honorarios con valores deprimidos y tantas otras.
Sin embargo, desde el pensamiento positivo, debemos recapacitar e imaginar ese
crecimiento.
Se puede alcanzar la meta más difícil si comenzamos dando el primer paso y ese primer
paso es la planificación de los cambios necesarios para tener el Estudio que deseamos.
Necesitamos "mirar" el interior del Estudio: establecer con qué fortalezas
contamos (elementos positivos que sentimos que poseemos para alcanzar los objetivos que
nos propongamos) y cuáles son nuestras debilidades (¿Qué nos falta?
¿Qué habilidades o qué aptitudes técnicas no tenemos?). La autocrítica y un análisis
objetivo en la respuesta de ambos elementos son el primer paso para el cambio que estamos
propugnando.
Luego corresponde que "miremos" el exterior para detectar qué factores se
pueden aprovechar para lograr los objetivos que perseguimos (oportunidades)
y cuáles serían nocivos para este fin (amenazas); estos últimos, sobre
todo, ubicados en lo mediato (entorno político, económico, tecnológico) e incluso en lo
inmediato (circunstancias que particularmente nos afecten en nuestra planificación), son
los más importantes para analizar.
Pasada esta etapa, definidos los errores y los riesgos, las virtudes y potencialidades de
nuestro Estudio, llega el momento de la planificación en sí misma, que estará orientada
en cada caso de acuerdo con el nivel que estemos interesados en alcanzar, a partir de
planes de corto, mediano y largo plazo.
En esta planificación no debemos dejar de lado una herramienta de crecimiento constante,
que hemos incorporado desde hace un tiempo a nuestra Comisión: el aprovechamiento de la
"red".
La "red" comienza a partir de un grupo que se reconoce; son las personas las que
la hacen circular y crecer. En nuestro caso se forma con los profesionales que
habitualmente participamos de redes informales, aun sin ser conscientes de ello.
A partir de la vinculación con colegas y con profesionales de otras disciplinas, y de la
desestructuración de nuestro pensamiento, que es nuestra primera barrera, podremos
comenzar un proceso que abarca cinco niveles de crecimiento: aceptar, conocer, colaborar,
cooperar y, finalmente, confiar en el otro.
Reconocer que el "otro" existe implica la aparición de un valor que se vincula
a la idea de aceptación, o sea reconocerlo y aceptarlo para que luego aparezca el
interés de saber quién es y qué hace.
No alcanza con la idea: es necesaria la acción; colaborar con el otro y que éste a su
vez colabore con nosotros ya da "un valor agregado" a esa relación que hasta
hace muy poco no existía.
Si ese intercambio es positivo, entonces aparece un vínculo más profundo que es la
cooperación, basada en la solidaridad, donde nada de lo que le pasa al otro me es
indiferente. Aparecen entonces proyectos que ninguna de las dos partes podría sustentar
por sí misma; se requiere de acuerdo y para ello ya no alcanza la
"solidaridad", sino que hacen falta niveles de "confianza", base
indispensable para que se consoliden las "asociaciones" entre profesionales, y
de este modo poder crecer en el Estudio Profesional.
El crecimiento de un Estudio Profesional no está vinculado únicamente a la
incorporación de tecnología. Debe primar la idea de diferenciación y de búsqueda
constante de elementos que hagan que nuestro trabajo sea distinto. Nos podemos diferenciar
por la seriedad y calidad de nuestros servicios, fruto del esfuerzo puesto en la
capacitación constante y la dedicación a los temas vinculados con los clientes, más
allá del trabajo puntual para el que nos hayan contratado.
También es importante la perspectiva de colaboradores y asesores que aporten ideas e
iniciativas que ayuden a su progreso. No debemos olvidar que nuestro futuro profesional
está íntimamente ligado al porvenir de las empresas a las que asesoramos y que, si ellas
progresan, progresaremos nosotros.
No hay soluciones mágicas ni únicas. La dedicación, la capacitación continua, la
planificación y el control de la misma a fin de retroalimentarla son algunas de las
herramientas que deberemos usar para cruzar ese puente que nos permitirá ser mejores
profesionales.
Por último, disfrutar del trabajo que llevamos a cabo teniendo la mejor predisposición a
pesar de las dificultades que se nos presenten nos dará la ocasión de transformar los
problemas en oportunidades de evolución profesional. |
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