Como
la empresa emplea a la mayoría de los graduados universitarios y recluta entre ellos su
personal superior, las relaciones entre las universidades, los consejos profesionales, los
colegios de graduados y la empresa son factores preponderantes en la viabilidad de ésta.
La estrecha superficie de contacto entre la empresa y la educación superior es algo de
cada vez mayor importancia.
Hace siglos, e incluso algunas décadas, cada una de ellas tenía una actitud prescindente
hacia la otra. Una elite intelectual, relativamente pequeña por su número, se mantenía
recluida en edificios universitarios, educando a unos pocos y selectos estudiantes
destinados a convertirse en los dirigentes intelectuales y sociales de la nación.
La educación no era para las masas que trabajaban en las fábricas y los campos. Los
educadores universitarios sentían poco interés por la empresa, y los empresarios no se
interesaban por los educadores. Vivían en mundos diferentes.
Muchos educadores demostraban un desdén elitista con respecto a los empresarios, a
quienes veían como seres cuyos motivos eran menos nobles que los de ellos.
La mayoría de los hombres de negocios admitía que el desdén era mutuo, pues las
personas que vivían en la torre de marfil (universidades) tenían pocas cosas prácticas
que ofrecer a la empresa.
La separación entre empresa y educación fue desvaneciéndose a medida que la enseñanza
superior se expandió de acuerdo con los ideales democráticos de iguales oportunidades,
pero el verdadero cambio llegó cuando surgió una sociedad que tendía al conocimiento.
El desafío de
la sociedad actual
Una sociedad en busca de la excelencia es aquella en la cual el conocimiento se convierte
en el principal medio de servir a las necesidades humanas. Por ello, la sociedad que desea
servir a esas necesidades y hacer avanzar la civilización necesita una gran proporción
de personas instruidas, inquietas, deseosas de saber y orientadas hacia el conocimiento.
Ya no puede permitirse el lujo de una pequeña y aislada elite intelectual.
En términos económicos, el conocimiento se ha convertido en el factor principal de la
producción. La sociedad ansiosa de conocimiento es algo más que un estrecho concepto de
la empresa o de la economía: es algo que se aplica a todo el sistema social.
En la sociedad del conocimiento, el término "conocimiento" tiene un significado
especial. La distinción entre él y la educación tradicional de una elite intelectual es
explicada por Peter Drucker de esta manera en The Age of Discontinuity: "Para el
intelectual, conocimiento es lo que está en los libros. Pero mientras está en un libro
es solamente información o meros datos. Unicamente cuando un
hombre emplea esa información para hacer algo la convierte en verdadero
conocimiento".
Como la empresa, en su papel institucional, se dedica a satisfacer ciertos aspectos de las
necesidades humanas, requiere entonces un gran número de trabajadores formados para
actuar con eficacia y los recluta en las instituciones, pues ellas preparan personal capaz
de hacer útiles contribuciones sociales por medio de la institución que es la empresa.
El principal efecto provocado en los estudiantes por la sociedad comprometida con el
conocimiento es que por primera vez pueden elegir entre una variedad tan compleja de
carreras especializadas que algunos de ellos se sienten confusos e inseguros.
Así lo explica Drucker:..."Hay tantas posibilidades de elección, tantas
oportunidades, tantas direcciones que los jóvenes no saben qué hacer...".
La sociedad ha impuesto mayores responsabilidades a la empresa, la educación y la
juventud (así como a otros grupos e instituciones) para que puedan afrontar con éxito el
cambio vertiginoso del día al día: grandes desafíos se le presentan a nuestra sociedad
en estos momentos; entre ellos: el hambre, la emergencia sanitaria y educativa, la
desocupación, la subocupación, el descreimiento y la falta de confianza de gran parte de
la población con respecto a los que intentan posicionarse como líderes del cambio.
Por ese motivo, la sociedad necesita autoeducarse para saber cómo resolver problemas y no
solo para identificarlos, sino también para contar con la paciencia y la cooperación
indispensables para trabajar con éxito dentro del sistema de organizaciones que requiere
una sociedad.
El
perfeccionamiento continuo
Una persona puede elegir entre muchas ocupaciones y muchos lugares, tipos de instituciones
y estilos de vida. Esto le impone la responsabilidad de decidir qué quiere llegar a ser y
cómo quiere llegar a vivir. En esencia, y más que nunca, tiene que decidir cómo va a
aplicar sus habilidades para ayudar al prójimo. Tiene libertad, elección, movilidad y
responsabilidad.
La empresa, en una sociedad que intenta superarse, necesita empleados con una formación
de cada vez mayor excelencia. A su vez, los empleados quieren seguir creciendo y
aumentando sus oportunidades de crecimiento laboral y personal, pero la educación le
cuesta al empleado tiempo y también dinero.
El desafío es que la empresa y los empleados se deberían unir para estimular la
continuación de la educación y para compartir sus costos. Casi todas las grandes
compañías apoyan firmemente la educación superior para su personal porque reconocen su
importancia en un mercado cada vez más exigente.
Los empleados pueden concurrir a instituciones para intensificar habilidades profesionales
específicas o prepararse para seguir un programa a fin de obtener mayores ventajas
competitivas en el momento de encontrar un nuevo empleo.
El ejemplo más cercano a nosotros lo constituyen las múltiples posibilidades que ofrece
nuestro Consejo Profesional en lo relativo al perfeccionamiento mediante cursos, talleres,
conferencias, el programa de Educación Continuada, seminarios, en su mayoría sin cargo o
de costo accesible, e inclusive el tan valioso programa de reinserción profesional para
aquellos colegas que necesitan replantear diversos aspectos de la profesión en los
tiempos que corren.
Anualmente, miles de empresarios abandonan temporariamente sus trabajos con el fin de
concurrir a programas para ejecutivos y también a conferencias y cursos breves. Casi
todos estos cursos no están restringidos a los hombres y mujeres de empresa, de modo que
les dan la oportunidad de cambiar ideas con representantes de otras instituciones
pluralistas.
El concepto básico de todos los programas mencionados es que la gente de empresa, en una
sociedad en permanente cambio, necesita continuamente renovarse y perfeccionarse para
conservar su eficacia y eficiencia personal, y hacer que su empresa siga funcionando con
éxito.
El antiguo refrán que dice "a perro viejo no se le enseñan trucos nuevos"
podría sustituirse por "el perro viejo se mantiene joven aprendiendo trucos
nuevos". Mas aún, "hay trucos que sólo un perro viejo puede aprender",
porque puede interpretar la teoría basándose en su experiencia.
Durante los años de depresión económica (y lamentablemente en la actualidad, cuando
estamos viviendo una de las más duras crisis en la Argentina), un graduado tenía que
buscar trabajo por sí solo y alegrarse al encontrarlo.
Pero no es menos cierto que ahora las empresas y otras instituciones reclutan graduados
directamente de las bases de datos de los consejos profesionales, universidades y otras
entidades que nuclean a los graduados. Sin embargo, la competencia es grande tratándose
de personas calificadas, máxime, con el alto índice de desocupación actual.
Esta es una de las facetas importantes del vínculo institucionesempresas: poner en
contacto a la oferta y la demanda laboral.
En miras del
objetivo
Una sociedad pluralista, que depende del funcionamiento eficaz de muchas instituciones,
debe plantearse este interrogante: ¿las universidades educan a los estudiantes con una
sólida comprensión del papel de la empresa en cuanto institución social que sirve a las
necesidades humanas?
¿Qué ocurriría con los profesionales ya alejados de las aulas si no contasen con
organizaciones que los nucleen? La respuesta está en el papel preponderante que juegan
los consejos profesionales y las asociaciones de graduados en la vida profesional.
Si los estudiantes se gradúan sin comprender a la empresa, pero tienen que vivir con ella
por el resto de su vida, pueden ser personas menos eficaces, así como un ciudadano puede
ser menos eficaz si no entiende a otra gran institución social como el Estado, o a la
misma educación.
Además, la empresa también podría resultar menos eficaz si las universidades orientan a
los estudiantes alejándolos de la empresa y reducen así la parte proporcional de los
futuros dirigentes.
Una sociedad requiere una relación activa, íntima, entre la empresa y la educación. Por
otra parte, la empresa y la enseñanza superior tenderían a trabajar en cooperación
debido a sus necesidades interdependientes y a su interés mutuo en una "sociedad
libre".
No debemos olvidar que una persona es verdaderamente libre cuando puede elegir en todas
las etapas de su vida. Para poder elegir bien, se debe conocer y discernir, y esto solo
podrá hacerlo cuando tenga el nivel de educación necesario para optar por su propio
bienestar, el de los suyos y el de su país. (Un pueblo sumido en la ignorancia es
fácilmente manejado por los déspotas y los oportunistas.)
En conclusión, y tal como lo expresa Urwick en Learning and Leadership, lo que requiere
la sociedad es un "matrimonio" entre la enseñanza y el liderazgo. |