Esta
vez elegí tratar sobre qué nos pasa a los profesionales en Ciencias Económicas a partir
de la enriquecedora experiencia de dictar cursos para el desarrollo del potencial
individual en nuestra Escuela de Educación Continuada desde 1997 y aportar la mirada que
construí al incursionar en el campo del crecimiento personal.
En el comienzo, dentro del programa de reinserción laboral, los participantes eran
colegas que estaban atravesando situaciones de crisis en su carrera profesional por
hallarse subocupados, dejando una relación de dependencia de muchos años, y aun
desocupados, que necesitaban reinsertarse y/o emprender actividades independientes.
Dentro de este marco, era lógico que los que acudían a mi curso de "Adecuación a
los cambios en el contexto", como se denominaba en un principio, manifestaran cierta
desvalorización sobre su profesión, imputándole limitantes tales como el de hacerlos
muy estructurados, poco flexibles y hasta que, en algún caso, definieran su rol en forma
descalificadora.
Por supuesto, en estos últimos años, el contexto ha contribuido a agudizar las
dificultades y a demandarnos más y mejores respuestas.
En cuanto empezábamos a trabajar en los temas específicos de desarrollo personal,
autoconfianza, creatividad, inteligencia emocional, entre otros contenidos, este panorama
se superaba gradualmente fortaleciendo competencias y habilidades; se dejaba de
trasladarle a la profesión temas imputables a las circunstancias de vida y
características particulares.
Con el correr de los años, comencé a dictar estos seminarios en forma abierta para todos
los colegas. Se generó así un ciclo con distintas temáticas: Liderazgo para
emprendedores; Autoestima y resultados; Calidad de vida y Calidad de servicio, hasta
llegar al grupo actual de cursos:
Expansión del potencial profesional.
Inteligencia emocional.
Pensamiento creativo.
Sincronicidad y liderazgo.
Me sorprendió mucho el
hecho de que los profesionales que asistieron y asisten a estos cursos, en su gran
mayoría en actividad, tanto en relación de dependencia como independientes, también
hayan manifestado en un 80% este sentir desvalorizante respecto a su profesión. En este
punto cabe hacer una diferenciación respecto a los Licenciados en Administración y en
Economía, que en general no presentan este síndrome.
Entonces, esta situación, que en el contexto del programa de reinserción podría hasta
justificarse asociada a la situación de vida que atravesaban, no es un dato menor cuando
persiste en casi todos los grupos hasta la actualidad.
Creer en lo
nuestro
Me propuse investigar sus causas y dar propuestas de solución, dentro de un panorama por
demás positivo y alentador, dado que yo encuentro que mis colegas en relación con los
demás alumnos procedentes de las más diversas profesiones, paradójicamente son los que,
en el proceso de aprendizaje, responden con menores resistencias y con mayor ductilidad,
entusiasmo, perseverancia y compromiso con su crecimiento.
¡Qué increíble bifurcación de la realidad! Creer que nuestra profesión es limitante
frente al hecho de que respondemos menos condicionados que personas de otras profesiones.
¿Cuáles serán las causas de esta paradoja?
De hecho, quienes se relacionan mal con su carrera, cualquiera sea esta, son aquellos que
la eligieron sin vocación, siguiendo mandatos familiares o porque creían que era un
camino más fácil para encontrar trabajo y ganar dinero. Esta es una causa, que se
reveló muy común, no solo en el grupo de reinserción laboral, sino en general, asociada
a la fama de las Ciencias Económicas.
Sin embargo, aun algunos de los que optaron por la carrera siguiendo su afinidad también
incurren en esta controvertida creencia negativa, asociada a la contabilidad en su base y
a las rutinas laborales.
En realidad, proyectamos sobre la profesión nuestras limitaciones respecto a como
relacionarnos con los otros en los distintos roles y posiciones, ciertas dificultades de
comunicación y manejo emocional, sumadas a situaciones de vida que inciden negativamente
en nuestra autovaloración, aspectos todos para los que no fuimos preparados formalmente
en la Universidad, y creo que son la causa fundamental sobre la que se sustenta esta
paradoja.
La buena noticia es que todos estos temas pueden ser superados fácilmente comenzando por
tomar conciencia de ellos y por decidirse a enfrentarlos y revertirlos.
La formación profesional, por excelente que sea, es solo el piso sólido sobre el que
vamos a desplegar estrategias de aplicación en múltiples campos posibles en función de
nuestra vocación, intuición y creatividad.
El potencial
por descubrir
En mi experiencia, comparando en los seminarios la evolución de nuestros profesionales
respecto a los de otras profesiones, encuentro que nuestra formación nos aporta
enormes ventajas, a las que no les damos el valor que tienen y que tal vez aún
no hemos sabido aprovechar.
Estas son algunas de esas ventajas:
Trabajar con objetivos claros
y sintéticos.
Encuadrarnos dentro de un marco tanto para analizar como
para resolver problemas.
Facilidad para desarrollar planes de acción.
Organizarnos, redactar procedimientos y manejarnos con orden.
Saber fijar prioridades.
Decidir en función de costos y beneficios.
Desarrollar un análisis Foda.
Claro, todos estos
aspectos son tan naturales para nosotros y casi obvios que no tomamos conciencia de la
importancia que tienen justamente a la hora de enfocar nuestro desarrollo
personal, que es determinante del éxito profesional.
A lo anterior, se suma el descubrimiento de que las normas que rigen la contabilidad
pueden, por extensión y analogía, ser muy útiles para su aplicación en nuestras vidas.
No olvidemos que Luca Pacioli, hombre del Renacimiento, contemporáneo de Leonardo da
Vinci, tuvo una visión tan adelantada y libre como la de aquel, aún vigente en la
actualidad.
Ni qué hablar de nuestras competencias técnicas únicas, disponibles para llevar
adelante cualquier emprendimiento.
Simplemente con autorreflexión, centrándonos en un trabajo para superar nuestras
debilidades personales y apoyarnos con confianza en nuestras fortalezas, producimos saltos
notables de crecimiento en plazos cortos, que nos permiten disfrutar de los logros y sus
resultados, y trasladarlos a nuestra labor, creando climas favorables al trabajo en
equipo, consolidando la vinculación con nuestros clientes y, en definitiva, actuando con
mayor excelencia en el alcance de nuestros objetivos.
A continuación, veamos, como flashes, algunos conceptos fuerza, como píldoras de
capacitación a distancia.
Algunos
conceptos para la autorreflexión
Desplegar el potencial interior es una cuestión independiente de la edad, del sexo y del
origen; nace de un cambio en el nivel de conciencia individual.
El desafío de esta época de tantos cambios políticos y tecnológicos es poner en juego,
sobre la formación técnica rigurosa e indispensable pero insuficiente, ese plus
personal, aquello que es propio de cada uno y lo diferencia del resto.
Así entonces se van delineando aspectos sobre los que cada uno necesita trabajar
intensamente:
Iniciativa y espíritu emprendedor,
que nos permite entrever oportunidades, asumir riesgos y tomar decisiones. Existe un
emprendedor dormido en nuestro interior al que necesitamos recurrir aunque estemos en
relación de dependencia.
La construcción de la visión, que tracciona nuestras
vidas y carreras, que nos da sentido de realización y propósito sin claudicaciones
éticas.
El Foda personal, que surge de descubrir nuestras
fortalezas, que son el capital fundamental; y, apoyándonos en ellas, podremos enfrentar
las debilidades, teniendo presente el inventario de los logros alcanzados en los distintos
planos, frente a lo que aún no hemos conseguido.
Aceptación de la realidad y flexibilización
interna frente a la velocidad de los cambios externos y la incertidumbre que conllevan,
dentro del marco de valores, único territorio sin concesiones.
Renunciar a la necesidad de tener razón, de buscar explicaciones, excusas
y culpables cada vez que las cosas no salen como hubiéramos querido, y, en cambio, aprender
continuamente de cada experiencia.
Escuchar a la intuición y apelar a la imaginación y la creatividad
como fuentes para decidir acciones estratégicas.
Poner el foco en el desarrollo de nuestras competencias
en lugar de competir con los otros.
Relacionarnos con los otros de la manera que nos
gustaría que lo hicieran con nosotros, revisando nuestra forma de escuchar y expresarnos
en función del eco de nuestras comunicaciones.
En este último aspecto
me voy a extender dado que las relaciones humanas son claves para nuestra
transformación individual y por supuesto también lo son tanto para la tan
preciada transformación de nuestra profesión como de las organizaciones que integramos.
Considerando que todas las interacciones son una oportunidad para crecer, desde esta
visión existen tres principios básicos:
1. No hay malas relaciones.
2. Una relación nunca termina totalmente.
3. Las relaciones están transformándose permanentemente.
Es
bueno recordar que las relaciones se apoyan en tres llaves:
IGUALDAD SENSIBILIDAD - COMUNICACION
Ejercicio
sobre nuestras formas de comunicarnos
Preguntas a contestar por SI o NO
¿Se pone a la defensiva antes de que lo
critiquen?
¿Suele tener opinión definida sobre otra persona a la que aún no
conoce?
¿Tiende a estereotipar a los demás?
¿Siente que no lo entienden?
¿Pide la opinión a otro y si la respuesta no le gusta se
molesta?
¿Completa las oraciones de los demás?
Sencillamente, cada
uno, poniéndose en el lugar del otro y teniendo en cuenta de qué manera le gusta que lo
traten, podrá ir sacando conclusiones que incidirán en su accionar.
En relación con el liderazgo profesional, aspecto muy importante a
desarrollar, la habilidad está en crear el clima que enriquece y fortalece a sus
participantes y los capacita para que traspasen sus límites, sean estos autoimpuestos o
creados por las propias organizaciones.
Dentro de este marco de definición, la capacidad más importante del líder es: estar
disponible para los demás y saber escuchar.
De esta manera pone el foco en liberar las posibilidades humanas a través de:
Inspirar al grupo.
Entusiasmarlos con la actividad.
Ayudarlos a rendir 100%.
Comunicarles lo importantes que son.
Tener confianza.
Este "liderazgo al
servicio", como lo caracteriza Joseph Jaworsky, es el que nos permite disfrutar de
hacer algo en lo que somos buenos o talentosos, sirviendo para aquello en lo que creemos.
Si tomamos la formación universitaria como base de preparación sobre la que estaremos
permanentemente estudiando para actualizarla y ampliarla, si además el trabajo se inserta
en nuestras vidas en el lugar que tenía el juego en la infancia, que sin lugar a dudas es
la etapa más espontáneamente creativa, entonces la profesión se sumará a nuestra
realización y plenitud.
Comprendemos así qué magnífica posibilidad nos ofrece nuestra profesión y cuánto más
fácil es ejercer el liderazgo al servicio y lograr ese nivel de felicidad, de darle mayor
sentido a nuestras vidas, siendo parte del crecimiento de nuestra sociedad. |