Gabriela
Ikonicoff y Andrea Fried, dos licenciadas en Administración recibidas en la Universidad
de Buenos Aires, conocen el valor de una idea nueva. Durante los últimos años de carrera
decidieron que algún día, juntas, fundarían su propia empresa. Por ese entonces, ambas
trabajaban en los comercios de sus familias en una tarea engorrosa que nadie quería
hacer: relevar y controlar inventarios.
"Nos preguntamos: ¿por qué no sistematizar este trabajo y hacerlo para
terceros?", le cuenta Ikonicoff a Universo Económico. Fue así como
nació Stock & Stock, una compañía que emplea 25 personas y que releva, para
distintos clientes, inventarios de todo tipo: desde tornillos hasta ropa o contenedores,
pasando por bienes de uso. Sus principales clientes están en el rubro Indumentaria (Mimo,
Rapsodia, Akiabara o Port Said) y en el farmacéutico (cadena FarmaCity).
"Hay una participación muy importante de licenciados en Administración, contadores
y economistas entre los emprendedores argentinos", dice Silvia de Torres Carbonell,
matriculada en el Consejo y directora del Centro de Entrepreneurship del IAE de la
Universidad Austral. Torres Carbonell tiene a su cargo el capítulo local del Global
Entrepreneurship Monitor (GEM), un estudio de actividad emprendedora que se realiza en 41
países que representan más del 60% de la población y más del 90% del PBI mundial.
Según las últimas conclusiones de la investigación, la Argentina está entre los tres
países más emprendedores del mundo. Sin embargo, el dato está sesgado por la salida de
la crisis, un período en el cual cíclicamente se advierten más casos de negocios
propios. "Además, dos de cada cinco encuestados reconocen que emprenden por
necesidad", sigue Torres de Carbonell.
La encuesta del GEM no discrimina entre una persona que pone un maxiquiosco y una
iniciativa ultrasofisticada de biotecnología. Hay otros elementos coyunturales que llevan
a que se multipliquen los emprendimientos: un dólar medianamente estable y tasas de
interés de plazos fijos virtualmente negativas. "Hoy, una persona con 20.000 ó
30.000 pesos ahorrados está más tentada de producir miel o comprar con socios un terreno
para construir un edificio que en dejar la plata en el banco", dice Hugo Kantis,
especialista en entrepreneurship de la Universidad Nacional de General Sarmiento.
Se desarrollarán en esta nota de tapa algunas historias de profesionales en Ciencias
Económicas que se atrevieron a encarar diversos emprendimiemtos. También será
interesante conocer la opinión de autoridades de las comisiones de estudios del Consejo y
las estadísticas que permiten delinear el perfil de emprendedor local. Tampoco faltarán
los errores más comunes que se cometen a la hora de elegir un proyecto para abocarse a
él.
El día de la
independencia
Puede parecer una paradoja. Daniel Grassi, Contador Público, dice que dejó de trabajar
en relación de dependencia para "buscar seguridad". Durante años, Grassi pasó
por Price, Arthur Andersen, Austral, Aerolíneas y el Grupo Exxel. Hasta que se cansó,
largó todo y fundó Empanadas Morita, una franquicia que ya cuenta con 20 locales y no
deja de expandirse. "En este país no hay empleos de por vida, y con la jubilación
ya sabemos lo que pasa, señala Grassi; en mi carrera vi tanta gente llegar tan alto y
después, de la noche a la mañana, caer al subsuelo que no quise tomar el riesgo y
decidí abrir un emprendimiento por mi cuenta." Grassi usó su experiencia como
profesional en Ciencias Económicas. En el Grupo Exxel aprendió a evaluar proyectos y a
encontrar formas de financiar emprendimientos. Hoy está arrepentido de no haber tomado
antes la decisión de independizarse. "Siempre, en cualquier trabajo, hay alguien
encima tuyo presionando y haciéndote la vida más difícil; hoy hago la mía y hasta
puedo jugar al tenis tres veces por semana...¡a la mañana!".
El caso del dueño de la marca de empanadas Morita es representativo de varios aspectos
del perfil de emprendedor promedio en la Argentina: la actividad emprendedora aumenta,
localmente, con el nivel educativo y el de ingresos.
Burbujas
Grassi se siente cómodo sumando a su negocio sus años de experiencia de gestión. Antes
de embarcarse en el sector, lo estudió muy bien. Lamentablemente, este factor, aconsejado
por los expertos, es menos común de lo que uno desearía. "Vemos muchísimos
proyectos que fracasan porque los emprendedores no conocen el negocio, lo van aprendiendo
sobre la marcha", comenta Andy Freyre, un economista que tiene una historia propia
muy exitosa como emprendedor: fundó, dirigió y más tarde vendió OfficeNet, una cadena
de venta de insumos para oficinas. Desde la filial de su consultora Axialent en Miami,
Freyre conversó con Universo Económico. Hace unos meses publicó un
libro, Pasión por emprender, donde comenta que en la Argentina es mucho más común que
en otros países "la cultura de la copia": negocios que se ponen de moda, entran
muchos jugadores nuevos de golpe, saturan la oferta, hacen caer los precios y los números
dejan de cerrar. Lo que pasó en otros años con las canchas de paddle, las pistas de
patinaje sobre hielo, los parripollos o los lavaderos automáticos, hoy está sucediendo
con otros rubros.
Un estudio efectuado el año pasado por la consultora International Wine Consultant
reveló que en pocos meses se instalaron más de 100 bodegas boutique en la Argentina, con
inversiones promedio de 500.000 dólares, poca escala de producción y foco en los
consumidores de alto poder adquisitivo. "Hubo una suerte de burbuja", le cuenta
a Universo Económico Mauro Villarejo, un entrepreneur que hace cuatro
años compró una finca en Mendoza, "La Promesa", y ya está exportando vinos a
Francia. "En nuestro caso, arrancamos con un inversor europeo que nos aseguraba la
colocación del producto en Francia, pero esto no es lo común", sigue Villarejo.
Freyre dice que, en el caso de este sector, en la Argentina, no se ve una acción
coordinada: "son experiencias aisladas, sin apoyo estatal, y por eso Chile, que tiene
una política de Estado con este rubro destinada a fortalecer la marca de origen, sigue
teniendo más éxito con sus vinos".
Negocios no tan
dulces
"Es difícil saber dónde va a haber una saturación; evidentemente, muchos que
dependen de un dólar a 3 pesos están en una zona de riesgo", dice Hugo Kantis, de
la UNGS. El académico presentó recientemente un estudio para el BID, donde relevó
estadísticas de entrepreneurship de 13 países. La Argentina tiene una muy alta
mortalidad de empresas: entre 1995 y 2002 se calcula que la cantidad de pequeñas
industrias en el país bajó de 50.000 a 45.000.
La falta de estabilidad a la que alude Kantis es otra causal importante de iniciativas
malogradas. En los últimos años, la Argentina dio enormes saltos en materia de ingresos,
con un rango de entre 2.000 y 8.000 dólares de ingreso per cápita anual. Con esta
volatilidad es difícil armar proyectos a largo plazo.
También existen los imponderables, como es el caso de un golpe exógeno. En este sentido,
es bastante paradigmático el caso de la miel: en los años 2002 y 2003 varios
emprendedores se jugaron por un proyecto en este rubro. Pero en este 2004 la industria,
considerada una de las estrellas de las exportaciones locales, vio cómo la cantidad de
embarques se redujo a la mitad. El motivo: la detección de una sustancia química
prohibida en los cargamentos del año pasado. La crisis afecta un negocio de 160 millones
de pesos al año, en el que participan unos 25.000 apicultores.
Poco apoyo
estatal
El apartado sectorial del GEM muestra que más de un 80% de los nuevos emprendimientos
detectados está en el comercio (45%) y los servicios (36%). Al rubro Comercio apuntó,
justamente, Diego Vorobechik. Cuando este joven emprendedor eligió la carrera
Administración de Empresas para estudiar, soñaba con comandar algún día su propio
proyecto. La idea de imprimir, por demanda, libros agotados, se le ocurrió cuando estaba
elaborando su tesis para la maestría en Negocios de la Universidad Di Tella.
"Hace años que con mi hermano Gustavo nos habíamos metido en el negocio de
fotocopias, pero buscábamos un nicho más innovador", explica Vorobechik. Contra lo
que se podría pensar, el Licenciado en Administración de 30 años cuenta que, si bien
imprimir un solo libro es más caro por unidad que hacer una tirada de mil ejemplares,
también hay muchos costos que se ahorran: las editoriales tienen procesos largos, en los
que un stock se mantiene 18 meses, con el riesgo de no venderlo todo. "La clave del
negocio es el rediseño de la cadena de valor", sostiene. La empresa se llama
Bibliografika y ya cerró convenios con más de 20 editoriales que les dan los derechos de
impresión de algunos títulos. Mediante una intranet, los hermanos armaron un catálogo
que llega a librerías como El Ateneo, Yenny, Temática, Cúspide, Galerna, Gandhi y La
Boutique del Libro, entre otras.
Diego, que trabajó muchos años en AC Nielsen, está familiarizado con los estudios de
mercado. Así que para concretar su proyecto personal no dejó de aplicar sus
conocimientos: en sus investigaciones descubrió que el setenta por ciento de los 170.000
títulos publicados en el país ya no se vende en las librerías. Esto equivale a unos
140.000 títulos.
Hasta el momento, el proyecto demandó una inversión de medio millón de pesos. Además,
Diego y Gustavo ganaron el Prueve (Programa Universitario de Estímulo a las Vocaciones
Empresariales) del Gobierno de la Ciudad y están a la espera de cobrar el subsidio.
El apoyo estatal es una excepción más que una regla a nivel local. Una de las
principales falencias que aparecen en los estudios de entrepreneurship de la Argentina es,
precisamente, una institucionalidad frágil, que no fomenta el nacimiento de empresas
robustas. De los 13 países estudiados en el trabajo del BID (varios de ellos en
Latinoamérica), la Argentina es el que tiene un entorno institucional más débil para
fomentar que estos emprendimientos incipientes lleguen a una etapa de consolidación,
asegura Kantis.
Torres de Carbonell coincide: "Algunos aspectos de las normas sociales y culturales,
y las políticas de gobierno serían la principal debilidad de nuestro país, mientras que
otros aspectos y la apertura de los mercados representan la principal fortaleza".
Para ella, es necesario reforzar los factores positivos y minimizar los negativos, ya que
"un ambiente amistoso para los emprendimientos es fundamental para el crecimiento de
los países". |