Pronto
se cumplirán cinco años del inicio del tercer milenio de la era cristiana, y llama la
atención que, a pesar de la aplicación de medios novedosos, como la computación, y
mejores auxiliares de cálculo que permiten un fluido desempeño, aún se insista en
recorrer experimentados y clásicos senderos que no certifican con precisión la realidad.
Se ha avanzado en seguros, en la confección de tarifas a aplicar en los ramos de vida y
también de no vida, pero todavía falta lograr la conexión que permita en forma
dinámica certificar permanentemente las rectificaciones de esas tarifas en función de la
cambiante realidad del día tras día. Por supuesto, esto fue siempre alcanzable antes de
ahora, y lo es con mayor facilidad en el presente.
Las tarifas elaboradas con cuidadosa profesionalidad por los actuarios no son más que la
expresión de un coste predeterminado, vale decir, un coste establecido a priori, cuya
estimación debe ser corroborada por la realidad, y esta certificación es de la que ni
los profesionales, ni los empresarios quieren hacerse cargo para verificarla, es decir, no
están interesados en conocer si el trabajo profesional es el adecuado y si es correcta su
aplicación en los negocios que se producen en el mercado.
Es evidente que los actuarios no se han visto compelidos a considerar la determinación de
que existen caminos que a posteriori les permitirán establecer si la tarifa elaborada es
consistente, pues su función no debe terminar con la confección de tarifas, y alguna de
estas sendas, evidentemente, los conduciría a aplicar y elaborar mejores tarifas con la
asistencia de los costos resultantes.
Pues, en verdad, existe una considerable variedad de costeos, cuya instrumentación los
acercaría a establecer los desempeños tarifarios con mejor precisión, y les permitiría
variar las tarifas, acorde con los resultados de una aplicación cuidadosa del costeo y
sus sistemas contables pertinentes.
Es axiomático: el coste fundamenta al basamento que posibilitará cuantificar el precio
de los productos y de los servicios, porque ofrecer productos o servicios a precios de
venta por debajo de su nivel de coste solamente ocasionará el posterior quebranto y
fracaso del emprendimiento, y he aquí la evidencia de que la labor actuarial de
predeterminar tarifas debe complementarse con el logro de costos resultantes de base
cierta.
Esfuerzo
conjunto
No es menos alentadora la posición del órgano de contralor, que no les asigna al coste y
a su demostración contable un rol de alguna importancia, pues su enfoque se orienta hacia
la cuantificación de la solvencia de la empresa y no al rol dinámico de la valorización
e importancia del coste de la explotación.
Los actuarios deben considerar seriamente la implementación de sistemas contables que les
permitan establecer con certeza los desvíos que conllevan sus tarifas, y para ello deben
recurrir a los profesionales especialistas en costeo, los que, mediante sistemas
adecuados, puedan facilitar esta tarea que necesariamente debe ser conjunta, y en la que
no descarto la también necesaria ayuda de otras especialidades profesionales, tales como
la medicina y la ingeniería.
Los resultados de la aplicación de técnicas uniformes de costeo que tengan base en
normas acordadas de funcionamiento mejorarían la calidad del servicio y la fortaleza
empresarial tan necesaria en los tiempos actuales.
La contabilidad especializada en costeo puede encauzar los esfuerzos conjuntos de
actuarios, contadores y administradores, y será una herramienta adecuada para encontrar
la necesaria fortaleza de los cimientos de una actividad eminentemente social y a la cual
no se le ha dado la valorización que le corresponde.
Es necesario que exista un grado compatible de la colaboración entre los profesionales
que intervengan en la implementación de sistemas de costeo, que, con el aporte del
conocimiento, den cimientos a un herramental que asegure el desempeño solvente de una
actividad muy castigada por reglamentos a veces absurdos, y que en los últimos tiempos no
ha logrado impedir abusos que han comprometido su actuación.
La contabilidad de costos, debidamente orientada, proporcionará un valioso aporte, ya sea
para establecer costos resultantes, normalizados, estimados o presupuestados, y también
para el logro de estándares que, sin duda, establecerán un grado de perfección en los
logros.
La evaluación de los resultados de la aplicación de sistemas coherentes se reflejará en
tarifas justas que beneficiarán a los asegurados, a las empresas, a los profesionales
intervinientes, y facilitarán también el contralor cierto de la actividad.
Resulta necesario que el Consejo Profesional, con la participación de la Facultad de
Ciencias Económicas y, necesariamente, de la Superintendencia de Seguros de la Nación,
encaren el problema sin preconceptos, de tal modo que de la labor conjunta surjan
recomendaciones que permitan valorizar la aplicación de medidas prácticas que
posibiliten mejoras respecto del presente.
Si ello resulta así, podremos comprobar la utilidad de confrontar conocimientos, cuya
interrelación fructificará, y que ayudarán a mejorar el nivel social de su rol |