El
incontenible aumento del gasto en salud es un problema mundial para el que ningún país
ha logrado hallar una estrategia de control adecuada.
Actualmente, en la Argentina, como resultado de la desregulación iniciada hace algunos
años, el 45% de la población está afiliada a una obra social, el 11% se adhirió a una
empresa de medicina prepaga y un 44% (en ascenso) se atiende en los hospitales públicos y
no posee cobertura. No obstante, una porción significativa de la población que posee
cobertura elige el hospital público para recibir asistencia de salud.
Otro escenario que heredamos como consecuencia de la desregulación es la
"pseudo" libre competencia entre las obras sociales y las empresas de medicina
prepaga, con una fuerte orientación del sistema hacia los seguros privados.
Una de las estrategias más defendidas por quienes promovían la desregulación era
instaurar la competencia como herramienta fundamental para bajar el gasto en salud. Todos
asistimos al fracaso de dicha estrategia, especialmente marcado en su implementación.
El mercado de salud no puede manejarse bajo los principios del mercado tal y como lo
conocen los economistas. El mercado de la salud posee fallas severas, en especial en lo
concerniente a la información, que impiden que el libre juego de la oferta y la demanda
sea el mecanismo adecuado para alcanzar el óptimo social.
Los $ 675 que se gastan en el rubro salud en el país, por año por habitante, redondean
un mercado muy importante, pero también difícil, plagado de ineficiencias y muy
necesitado de controles y mejoras administrativas y contables.
Un poco de
historia
Si nos retrotraemos a la más rudimentaria participación de la economía en las
cuestiones de salud, hay que situarse en el siglo XIX, cuando los cuidados médicos eran
casi artesanales y el acceso a ellos estaba ligado fundamentalmente a la capacidad de pago
de las personas. La cobertura y el acceso fueron extendiéndose, basados en la inserción
laboral de la población, primero los trabajadores y luego su familia.
El Estado de bienestar fue ampliando la protección brindada, mientras que, al mismo
tiempo, la medicina y las industrias conexas fueron profundizando la complejidad de los
bienes y servicios ofrecidos y también de su propia organización.
Con la incorporación de las nuevas tecnologías aumentan los costos de la atención
médica y se produce una tensión creciente entre la oferta de bienes y servicios, las
expectativas de la población y las necesidades de financiamiento que impactan en la
presión fiscal y en el ingreso de las familias.
En el mismo sentido que la innovación tecnológica, los cambios en la epidemiología y el
aumento en la expectativa de vida impulsan el alza de los gastos. Se van acumulando las
necesidades, y esta situación se refleja en una multiplicación de los conflictos, una
fuerte tensión y la difícil articulación entre la demanda individual y la demanda macro
sectorial.
Así, se establece un conflicto entre el incremento de la cobertura vertical y de la
horizontal, entre la concentración de la riqueza y la intención supuesta (o no) de
democratizar el acceso a los cuidados de la salud. La política económica puede
contribuir a la producción de salud cuando es capaz de favorecer la posibilidad de
trabajar, de acceder a la educación, a la vivienda, al agua potable y a los cuidados
médicos.
Números
elocuentes
En los últimos años, muchos factores impactaron sobre el sector en la Argentina. Algunos
números sirven para describir con elocuencia el cuadro al que nos enfrentamos:
Aumento de los índices de pobreza: el 27,5 %
de los argentinos vive en la indigencia y el 57,5 %, debajo de la línea de pobreza.
Altas tasas de desempleo e incremento del empleo en negro: sobre 1.060.000
empresas en actividad, 785.000 tienen todo su personal, o parte de él, en negro.
Alta evasión de aportes.
Concentración de la riqueza.
Progresivo deterioro de las condiciones sociales.
La depresión económica, que en los últimos 4 años redujo el poder
adquisitivo de la población.
Los cambios en el concepto de enfermedad (su no aceptación y el rechazo a
la muerte).
El ingreso de la mujer en la fuerza laboral y los cambios del
comportamiento familiar impiden que los enfermos, mayores y crónicos, sean atendidos en
su propio ámbito, lo que impulsa una mayor extensión de coberturas. Hoy, 3 millones de
hogares son mantenidos por mujeres.
El aumento de la población de ancianos y enfermos crónicos.
Aparición de nuevos medicamentos y la política de la industria, que
promueve el consumo de fármacos mediante un agresivo marketing directo a los
consumidores. En la Argentina se comercializan 7.367 medicamentos en 15.083 presentaciones
que corresponden a 1.854 principios activos.
La ampliación del concepto de salud (hábitos saludables de vida) y de la
esperanza de vida en aproximadamente 10 años.
El riesgo latente de demandas de mala praxis médica.
El costo de la medicina defensiva.
La incorporación no selectiva de nueva tecnología médica.
Judicialización de la salud (industria del amparo).
Los medios de comunicación que brindan información distorsionada en
temas de salud.
Las organizaciones de Defensa del Consumidor.
A
lo anteriormente enumerado debemos agregar los avances tecnológicos con consecuencias
desfavorables.
Se verifica así un cambio del modelo de atención médica y un deterioro de la relación
médico paciente.
No obstante, en los últimos años se observan algunos aspectos favorables,
como la generalización de métodos de diagnóstico precoz, la aparición de
procedimientos médicos menos invasivos y el tratamiento de enfermedades antes incurables.
Balance
Si sumamos todos los factores, nos encontramos con: Una fuerte caída del gasto en salud
en dólares per cápita; un creciente aumento de la inequidad en el acceso a servicios
sanitarios, medicamentos y tratamientos; un fuerte desplazamiento de la demanda hacia el
hospital público por falta de acceso a la Seguridad Social y a los sistemas prepagos; un
aumento desmedido de los insumos biomédicos; obsolescencia tecnológica; el
desaprovisionamiento de insumos críticos importados; un cuadro de desfinanciamiento; la
imposibilidad de tratamientos de enfermedades especiales; la falta de recursos humanos en
enfermería y una mayor desigualdad entre las provincias.
Todo lo antedicho ha puesto más en evidencia "el fuerte desequilibrio entre el gasto
y el financiamiento".
Prioridad
del Consejo
¿Por qué la creación de esta Comisión de Salud dentro del CPCECABA?.
Porque la economía aplicada a la salud ofrece conceptos, metodologías e instrumentos
útiles para la búsqueda de estrategias de extensión de cobertura, preservando o
mejorando los niveles de equidad.
Con estas herramientas se comprenderá la naturaleza de los conflictos sectoriales y se
podrá mejorar la asignación de los recursos al establecer flujos financieros y elaborar,
de manera más transparente, presupuestos que permitan la ejecución, el desarrollo y la
finalización de programas conforme a las necesidades sociales.
También permiten comprender, valorizar y evaluar las transacciones intertemporales
gastos presentes que impactan en el futuro, como los gastos en prevención y
promoción, cuya medición se está intentando con mayor precisión para poder diferenciar
los gastos de consumo de la inversión en capital humano.
La economía hace su aporte al reconocimiento y la medición de inequidades, y el
análisis económico es sumamente dependiente de la disponibilidad de datos, de evidencias
y mediciones, y de supuestos. Por esta razón se requiere registrar, recopilar, investigar
y encuestar en forma permanente. Esta necesidad de información es parte de la
metodología que permite comprender los comportamientos y calcular las necesidades de
financiamiento público y privado.
Para poder hablar de equidad en el acceso debemos hablar de calidad y, para hablar de
calidad, debemos acercar la gestión al acto médico.
Es por ello que el matrimonio que hace unos años parecía imposible se convirtió en una
necesidad: los profesionales de la salud y los de las Ciencias Económicas debimos
aprender a trabajar mancomunadamente para corregir esta desigualdad.
El Ministro de Salud de la Nación, Dr. Ginés González García, fundador de la
Asociación de Economía en Salud, fue el primero en incorporar al Consejo Profesional de
Ciencias Económicas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires a la Mesa Consultiva Nacional
de Salud, órgano consultivo del Ministerio, integrado por todas las entidades del Sector |