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Publicaciones - Universo Económico

UE Nº 78 - Febrero 2006

Protagonismo femenino. Entrevista a Silvia Rodríguez, auditora del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires
"Las mujeres arriesgan más"

La matriculada considera que, de acuerdo con su experiencia y contrariando muchas estadísticas, el personal femenino es menos conservador que el masculino. Piensa que, dentro del sector público, prácticamente no existe diferencia en el trato entre la mujer y el hombre. Es Contadora Pública (UBA) y trabaja en el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires como auditora adjunta de la Secretaría de Planeamiento e Infraestructura.
Silvia Rodríguez es Contadora Pública, egresada de la Universidad de Buenos Aires, y matriculada del Consejo Profesional. Trabaja en el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires con el cargo de auditora adjunta titular de la Secretaría de Planeamiento e Infraestructura. Está en el sector público desde hace seis años, aunque aclara que el mayor tiempo de su carrera como profesional transcurrió en el sector privado.

Dice estar muy contenta con el rol que desempeña hoy, que le trae muchas satisfacciones. En la entrevista, se animó a hablar de todo con Universo Económico. Habló sobre el hecho de que las mujeres arriesgan más que los hombres a la hora de tomar decisiones, que la inserción de la mujer hoy a la hora de trabajar es más fácil que unas décadas atrás, y hasta opinó sobre el tema Cromañon.


A continuación, va la charla.

¿Quién es Silvia Rodríguez?
Soy Contadora Pública, recibida en la Universidad de Buenos Aires. Trabajo hace seis años en el Gobierno de la Ciudad, siempre en la parte de auditoría. Cuando ingresé, entré a trabajar en lo que en aquel entonces era el Tribunal de la Secretaría de Obras y Servicios Públicos, más específicamente era el área de Control y Auditoría. Luego, en 2002, me nombraron auditora adjunta de la Secretaría de Infraestructura del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Mi tarea es el control interno de esta dependencia.

¿De quién dependen ustedes?
Nosotros dependemos de dos unidades. Por un lado, jerárquicamente respondemos al Secretario, a Roberto Feletti. Por el otro, técnicamente respondemos a la Sindicatura de la Ciudad. De ellos emanan las normas de control que nosotros debemos cumplir y a su vez nos controlan. Vale aclarar que hay dos tipos de control: uno interno y otro externo. El control interno se hace a través de la Sindicatura y del Gobierno de la Ciudad. El control externo lo hace la Auditoría de la Ciudad de Buenos Aires, que elabora informes que son enviados a la Legislatura. Mis informes en cambio son enviados al Secretario y a la Sindicatura.


¿Cuánto de lo que aprendió en su época de estudiante aplica hoy?
Aplico algo de lo que estudié. Pero también hay que aclarar que ha habido un cambio en la profesión a lo largo de todos estos años. En el sector privado, donde hacía auditoría, trabajaba más con balances haciendo auditoría financiera. En cambio, en esta dependencia, estamos más abocados a procedimientos, a seguir normas. Hacemos relevamientos, vemos dónde hay puntos críticos, dónde hay problemas en el control interno y tratamos de ir mejorando. Pero claro que es muy difícil lograr esto último: la administración pública tiene tiempos más lentos.


¿Qué hacen específicamente?
Esta dependencia lleva el control de muchos servicios públicos, como todo aquello que tiene que ver con el tránsito, el alumbrado, cementerios, hidráulica. Nosotros nos ocupamos de revisar todo lo que son trámites, hacer circuitos administrativos, organigramas, cursogramas, buscar la forma de que haya control, respaldos, para evitar una mala administración. Hay que tener en cuenta que todavía no existen manuales de procedimientos y esa es uno de las cosas a las que se apunta. Existe una norma que dice: así debe funcionar el sector público, y nosotros estamos trabajando para que ello se cumpla. Pero todo esto lleva tiempo.
Por ejemplo, yo visito áreas. Conozco lo que allí se hace, lo que no se hace, qué problemas tienen, con qué recursos cuentan, qué les hace falta. Luego de un tiempo de estudio, se llega a armar procedimientos que mejoren la administración.
Resumiendo, a lo largo de mi vida profesional pasé de una auditoría contable a otro tipo de auditoría, una que me obliga más a involucrarme con normas que existen para cada una de las actividades, aunque también acá se hace de vez en cuando alguna auditoría financiera; por ejemplo, un arqueo sorpresivo.

¿Siempre supo que iba a ser profesional?
Sabía que quería tener una carrera. Fue como una meta. Pero no es que pensé en esto de ser "mujer profesional". Creo que uno cambia, que le toca vivir cosas que no esperaba. De todas formas, yo tenía el proyecto de estudiar para contadora desde los 13 años. De hecho, ingresé al Carlos Pellegrini con esa idea. Mis padres no eran profesionales, pero estudié por mi padrino, que es contador y que también había cursado en ese mismo colegio. La figura de él me sirvió como guía. Recuerdo que en la Facultad se notaba la diferencia del nivel educativo de los que veníamos del Pellegrini o del Nacional Buenos Aires. Toda mi vida supe que iba a ser contadora.

¿Cuando estudiaba había muchas mujeres en la Facultad?
Había mujeres, pero no tantas como las que debe haber ahora, claro. Hoy es otra cosa: las mujeres estudian hasta más de una carrera; piensan más en su trabajo, postergan planes.


¿Cómo le resultó trabajar como "mujer profesional"?
En el sector privado me resultó más complicado que en el Estado. Como mujer una siente que a veces tiene que demostrar más. Por ejemplo, cuando me recibí, trabajé 15 años en una empresa. Dentro de esa firma yo llevaba prácticamente toda la parte contable de los distintos negocios que tenía. Pero un día resolví irme porque hubo un cambio en mi área que no me pareció del todo correcto, que no podía aguantar, donde tal vez no se reconocía mi experiencia. Entonces dije "chau". Claro que eran otros tiempos, en que se conseguía un empleo de manera más fácil que hoy.

¿Cómo es vista la "mujer profesional" hoy, desde su punto de vista?
Yo creo que hoy a la mujer se le está empezando a reconocer mucho, al menos en el sector público. En el Estado, la parte remunerativa se paga por cargo, más allá del sexo. En el sector privado, en cambio, años atrás se notaban las diferencias de salarios entre mujeres y hombres. Hoy no sé bien cómo será ese tema.
En el sector público hay cada vez más mujeres profesionales que están ocupando cargos de importancia: desde el nivel ejecutivo hasta direcciones generales. Quizás antes tenías solamente dos directoras generales. Ahora, dentro de nuestra secretaría, hay una subsecretaria y hay más directoras que antes.
En cuanto al trato hacia mi persona, alguna vez alguien reaccionó ante alguna apreciación mía diciendo: "Bueno, lo dice una mina". Tal vez sea algo esperable en un medio donde hay muchos ingenieros y técnicos. Pero luego te das cuenta de que eso pasa cuando no te conocen. Una vez que te ven con más frecuencia y te conocen, cambian enseguida los modos.
También he tenido muchos reconocimientos, aunque yo creo que no hay que asombrarse con el buen trato a las mujeres. Para mí son cosas que deben ser iguales para todas las personas más allá del sexo, y punto.

¿Es más fácil para las mujeres trabajar hoy?
Me parece que es más fácil hoy porque ha cambiado la vida. Las mujeres hoy se preparan más, estudian más, se profesionalizan más. En mi área hay dos chicas que ya tienen más de un título universitario. Es increíble.
Yo creo que, si bien por un lado se les simplificó la entrada al mercado laboral, por el otro hay que reconocer que hoy es más complicado conseguir trabajo por la realidad propia del país. Aunque eso va igual tanto para el hombre como para la mujer.

¿Cómo ve hoy a las mujeres trabajando?
En mi oficina recibimos a pasantes de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires. Chicos que promedian sus estudios y consiguen su primer trabajo en el sector público. Varios de ellos se reciben mientras están aquí. Algunos después eligen quedarse, otros se van.
De acuerdo con mi experiencia, con lo que he observado en mi área, veo que las mujeres tienen más empuje, más ganas. No sólo de perfeccionarse, sino también a la hora de elegir su propio destino. Si, por ejemplo, hay algo que no les gusta del todo en su trabajo, mueven cielo y tierra hasta que encuentran algo que les guste más. Lo he visto porque pasó acá. Noto que se arriesgan más. Yo en mi época hice eso mismo, me fui del trabajo, de algo que no me convencía. En el caso de los varones es al revés: no arriesgan tanto, son más conservadores. Pero, repito, es una apreciación hecha sobre la base de mi experiencia, nada más.

¿Está contenta con su trabajo?
Mi trabajo actual me gusta porque tiene una veta que, como ciudadana, me permite enterarme de cosas que antes tal vez ni conocía. También está bueno porque uno trabaja para solucionar algo. Pero no solamente estoy contenta por las cosas que se pueden hacer, sino también por las que una ve que se pueden hacer en el futuro.
Acá hay mucho campo virgen, hay que tener en cuenta que el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires es nuevo porque antes era una intendencia. Las unidades de auditoría interna fueron creadas en su momento, pero los titulares recién se nombraron en 2002.
De alguna manera soy de las primeras en esta área. Hay que armar muchas cosas, y se va aprendiendo mientras una misma trabaja.
No me aburre, no hay nada cotidiano en este momento, ya que estamos tratando de armar los manuales de procedimiento, los legajos permanentes. Evidentemente hay un antes y un después de Cromañon. Después de la tragedia nos abrieron las puertas: si hay un problema de seguridad en una obra, nosotros tenemos que verlo para que quede escrito en un informe.

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