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Publicaciones - Universo Económico

UE Nº 81 - Agosto 2006

El debate por la educación
La problemática de la evaluación educativa

Del 26 al 28 de abril se realizó en la ciudad de Mar del Plata el Congreso Iberoamericano de Universidades, bajo el lema "Hacia un nuevo perfil del graduado en Ciencias Económicas".
Fue organizado por la Federación Argentina de Consejos Profesionales de Ciencias Económicas (FACPCE) y la Federación Argentina de Graduados de Ciencias Económicas (FAGCE), junto con la Asociación Interamericana de Contabilidad (IAC). Participaron representantes de universidades y de organizaciones profesionales de la mayoría de los países de Latinoamérica.
El CPCECABA ha efectuado su aporte a la problemática a través de la presentación del trabajo del vicerrector del Instituto de Ciencias Económicas, Dr. Raúl R. di Lorenzo, y la Lic. Mirta N. De Andreis, "La Problemática de la Evaluación Educativa".
Autor: Dr. Raúl di Lorenzo, vicerrector del
Instituto de Ciencias Económicas
Autora: Lic. Mirta N. de Andreis, psicopedagoga,
Lic. en Ciencias de la Educación, especialista en Problemáticas de las Organizaciones Familiares.
Los sistemas educativos de diversos países, y en particular en Latinoamérica, sufren modificaciones constantes, y la evaluación ocupa un lugar importante en el debate educativo, ya sea para analizarla o para cuestionarla. Se trata de una problemática compleja que requiere un tratamiento cuidadoso.

El presente trabajo se orienta a revisar los criterios de evaluación habituales instalados en las prácticas de nuestro país y especialmente en el ámbito universitario.


No se pretende ofrecer certezas sino facilitar algunas herramientas conceptuales que permitan el acercamiento a una temática que, por muy analizada que haya sido, no llega a ser totalmente clara, comprendida ni tampoco muy efectiva.


Cuando abordamos una temática lo hacemos desde un posicionamiento epistemológico que nos permite reconocer el objeto que procuramos describir. Es necesario explicitar el marco desde el cual nos posicionamos para mirar la realidad.


Conceptuar al conocimiento como construcción social e histórica implica reconocer que numerosas prácticas tuvieron sentido en el momento en que se construyeron socialmente y que se reproducen en numerosas ocasiones con el argumento de que "siempre se hicieron así".


Al referirnos a evaluación estamos hablando de un instrumento aplicable a diversas realidades. En nuestro ámbito, podemos evaluar una institución educativa, un programa de intervención pedagógica, el trabajo de un profesional docente, pero tenemos que tener en cuenta también que los planteamientos, las técnicas que han de utilizar y las posibles aplicaciones de cada una de estas actividades son muy distintos entre sí. Por lo tanto, para acotar con mayor rigor la cuestión de los usos de la evaluación, resulta imprescindible diferenciar los diversos niveles en que ésta puede ser enfocada.

Tres niveles

Podemos distinguir tres niveles básicos en los cuales puede llevarse a cabo una evaluación.


El primero tiene por objeto la valoración de la actividad de los distintos protagonistas que participan en el proceso educativo. Es el nivel en el que se ha empleado tradicionalmente la metodología de calificación y certificación de los resultados. La evaluación de los alumnos constituye una parte importante del proceso de enseñanza-aprendizaje. Pero los alumnos no son los únicos individuos objeto de la actividad evaluadora. Desde hace varias décadas, los profesores de muchos países también son objeto de algún tipo de valoración y otro tanto podría decirse de los funcionarios académicos y de ciertos cargos de responsabilidad administrativa.


Un segundo nivel corresponde a la evaluación de las instituciones educativas que componen un determinado sector del sistema educativo (por ejemplo: evaluación en educación superior y universitaria), cuya evaluación exige traspasar el ámbito puramente individual.


Un tercer nivel de análisis es el que se aplica en la evaluación del conjunto de un sistema educativo. Frente a los dos casos anteriores, en éste desaparece el énfasis puesto en la singularidad para adoptar una perspectiva macro-integral, aunque la evaluación realizada en este nivel esté basada en información correspondiente a entidades singulares. Es necesario insistir en que evaluar un sistema educativo (o un sector del mismo) no implica necesariamente hacerlo con cada una de las unidades que lo constituyen.


Como puede inferirse, el hecho de ubicarnos en uno u otro nivel determinará nuestra perspectiva, nuestro enfoque metodológico, la selección de datos que realicemos y el análisis que hagamos de ellos.

Criterios

La American Association of Higher Education es una red creada en Estados Unidos con el fin de apoyar a las instituciones de educación superior en el área de la evaluación. En 1995, Thomas Angelo, entonces director de dicho foro, planteó la necesidad de reevaluar la noción de evaluación en educación superior. De aquellos encuentros surgió como resultado la siguiente definición:


La evaluación es un proceso orientado a comprender y mejorar el aprendizaje de los estudiantes. Ello implica:


hacer explícitas y públicas las experiencias educativas;

establecer estándares y criterios apropiados;

obtener, analizar e interpretar sistemáticamente evidencias que permitan establecer la relación entre el desempeño, los estándares y criterios adoptados;

utilizar la información resultante para documentar, explicar y mejorar el proceso educativo.

No queda muy claro para los diferentes niveles de enseñanza si lo que se está evaluando es el contenido del programa o las competencias para adquirir esos contenidos.


En numerosas ocasiones, las evaluaciones se transforman en un interrogatorio basado en preguntas y respuestas, que tienen por finalidad determinar si el estudiante "sabe o no sabe". Frecuentemente nos encontramos con el hecho de que los estudiantes no saben qué es lo que se está evaluando.


La definición por criterios supera la noción tradicional de evaluación entendida como un proceso de medición, enfatizando así los aspectos de comprensión. Según esta definición consideramos que debemos tener claros algunos conceptos para saber en qué paradigma estamos ubicados. Nos encontramos con dos posturas frente al proceso evaluativo:


1)
La evaluación basada en normas: tiene que ver con los resultados.


2)
La evaluación basada en criterios: se refiere a la puesta en común de los participantes involucrados sobre cuáles van a ser los aspectos a evaluar en el trabajo; deberán explicitar qué indicadores se van a observar y que ponderaciones van a tener estos indicadores.


En este trabajo, nos concentraremos en analizar los procesos de evaluación de la calidad universitaria sobre los dos primeros niveles mencionados: el de la enseñanza–aprendizaje y el institucional (en el cual incluimos las estructuras curriculares). En esta oportunidad, por razones de alcance del trabajo, no incursionaremos en la evaluación del sistema educativo.


La República Argentina, en la ley 24.521 de Educación Superior, ha establecido el sistema de control por dos vías independientes. Una es el autocontrol que deben realizar las propias instituciones a los efectos de vigilar el cumplimiento de los objetivos y corregir sus desvíos. La segunda vía es externa, ya sea oficial, a través de la CONEAU (Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria), o por medio de entidades privadas reconocidas por el Ministerio de Cultura y Educación, que es quien establece los patrones y estándares de estos procesos.


La estructuración de las carreras debe contribuir al cumplimiento de los objetivos básicos de una formación universitaria, que "tiene por finalidad la generación y comunicación de los conocimientos del más alto nivel en un clima de libertad, justicia y solidaridad, ofreciendo una formación cultural interdisciplinaria dirigida a la integración del saber, así como una capacitación científica y profesional específica … para beneficio del hombre y de la sociedad a la que pertenecen".
(1)

Las profesiones de las Ciencias Económicas tienen a su vez su legislación específica, en la cual se determina la incumbencia de los títulos de Licenciado en Administración, Licenciado en Economía, Contador Público, Actuario y sus equivalentes.
(2)


Podemos entonces afirmar que toda carrera universitaria de Ciencias Económicas debe respetar en relación con sus estudiantes:


Una formación del hombre, atendiendo a los aspectos culturales y éticos, en libertad de ideas y pensamiento, con un amplio sentido de justicia y de responsabilidad social.

Una formación del profesional que contemple las normativas vigentes (Ley de Educación Superior – Ley de Ejercicio Profesional) y las opiniones e informes de distintos grupos de opinión idóneos en la materia, como el CODEESE, (3) y otras entidades públicas y privadas dedicadas al estudio de la educación aplicada a las ciencias económicas y empresariales.

Las necesidades actuales y futuras del contexto en el cual deberá actuar el futuro profesional.

El alto grado de responsabilidad social que tienen las instituciones educativas, sumado a la autonomía que les reconoce la legislación en los aspectos organizativos, su gobierno, la administración de sus recursos, el otorgamiento de títulos oficiales, las normas para sus docentes y alumnos y otros, hace que se deba ejercer un estricto control sobre la misma, no solo en el momento de su aprobación, sino también durante su desarrollo.

La evaluación Institucional

Encontramos aquí dos puntos centrales: el humanístico y el profesional. La responsabilidad que el graduado universitario tiene para con la sociedad exige conocimientos culturales y, fundamentalmente, una formación ética y de servicio que responda a los valores y paradigmas vigentes, con un alto grado de flexibilidad para adaptarse a los frecuentes cambios que se plantearán en el futuro en un contexto mundial demandante de comportamientos éticos que amplían el terreno científico y técnico.


En lo profesional se deberá prestar especial atención a los requerimientos de los destinatarios de sus conocimientos y habilidades, por lo que su carrera deberá basarse en programas de estudios que exijan conocimientos suficientes y sólidos, a la vez que actualizados. Son éstos desafíos cada más complejos para quienes tienen la responsabilidad de implantar los planes de estudios de carreras que se desarrollan en un marco de cambios permanentes, el cual traspasa las fronteras regionales y exige una permanente actualización de conocimientos, dedicación, vocación, innovación e imaginación.


En el cumplimiento de sus objetivos organizacionales, se halla el verdadero resultado de una institución educativa: la inserción y el reconocimiento de sus graduados en el contexto en el cual actúan; la satisfacción de sus alumnos; la igualdad de oportunidades; el reconocimiento del docente unido a un proceso de capacitación permanente; el resultado de sus investigaciones y la transferencia de las mismas a la sociedad. Los beneficios que de ella reciba la comunidad a la cual pertenecen, son algunos de los indicadores claves a considerar en el momento de su evaluación.


Una vez más, el Consejo actúa con su aporte en temas de interés común y de vital importancia para el país, como es, en este caso, la educación desde el enfoque de la calidad, valor sobre el que se basa el Instituto de Ciencias Económicas en su accionar; y, en este caso, se exterioriza la opinión de uno de sus directivos.

(1) Ley 24.521, título IV, art. 27.
(2) Ley 20.488 de Ejercicio Profesional.
(3) Consejo de Decanos de las Facultades de Ciencias Económicas de Universidades Nacionales.

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