En el mes de julio, el
Foro para el Estudio de los Problemas Argentinos tuvo como invitado al cardenal Jorge M.
Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires y primado de la Argentina. El título de la
conferencia fue "Problemáticas educativas actuales". Como es costumbre, las
palabras del presidente del Consejo, Dr. Humberto Á. Gussoni, abrieron el evento.
Comenzó diciendo que las normas de conducta observadas en el desempeño profesional y en
la vida misma están referidas al contexto moral, que es inseparable del sistema de
valores de nuestra cultura: "La moral no es ajena a la vida comunitaria. No se
restringe, como muchas veces se pretende, a la vida interior o individual. Está vinculada
a la conducta y ésta es social por definición". En ese sentido, la problemática
educativa tiene mucho que ver. "La educación es una preocupación institucional
importante para el Consejo amplió Gussoni-. Los miembros del Consejo somos
seguidores de los ideales belgranianos y sarmientinos en el sentido de que la educación
es la gran igualadora de oportunidades."
Suele afirmarse por estos tiempos que el conocimiento es el mayor valor agregado para la
humanidad y que es necesario para la democratización de los pueblos. La problemática
educativa actual se plantea en un contexto de fuerte globalización y, a nivel local, en
un escenario dual, signado por la mala distribución del ingreso, donde un sector muy
amplio de la población enfrenta problemas de bajos ingresos y de pobreza. Estas
condiciones precarias de vida impiden el acceso de los chicos a la educación real aun
cuando vayan a la escuela.
Según el cardenal Bergoglio, la Iglesia apuesta por la educación porque es una decisión
institucional el "meterse" en ese problema. La Iglesia cree en la educación
como bien público y social, y desde esa convicción parte el trabajo que se hace a
diario. Reconoce, sin embargo, que se formulan planteos acerca de la conveniencia de
seguir apostando por esta problemática: "Todos los días nos planteamos la opción
de si seguimos o no con tal colegio, si nos dedicamos o no a otra cosa. Pero al fin y al
cabo la escuela es el ámbito adecuado de contención y crecimiento hacia la madurez de
una mujer y de un hombre". De acuerdo con esta convicción, Bergoglio marcó en su
exposición tres complicaciones que existen en la sociedad actual: i) conciencia
educativa, ii) problema social y iii) problema cultural.
i) Para el prelado es un engaño grande pensar que el problema
de la educación se resuelve desde la escuela. Los argentinos comúnmente proyectan una
escuela omnipotente, a la que se le exige tanto que no puede responder a semejantes
objetivos. Cuanto más le exigimos, mayor es el fracaso: "Una convicción parcial que
mata".
ii) Se viven tiempos donde todos están invitados a reconocer
que tienen un lugar en la educación: los consejos profesionales, las empresas, la
familia, los gremios, la escuela. Sin embargo, no hay diálogo. A los ancianos, que es la
gente de más experiencia, no se los escucha.
iii) "Los chicos vienen preconstruidos", dice
Bergoglio. Su argumento es que una sociedad en la que todo es tan rápido los preconstruye
antes de llegar a la escuela y, para esa cultura que es nueva, hay que tener lugares de
acogida aptos. Muchas veces los chicos no entran en diálogo con el resto de la sociedad:
"La clave es ir a buscar a la persona donde está y no pretender que vaya hacia donde
uno está".Tensiones
Bergoglio reconoce una serie de tensiones que hay que resolver en el mundo de la
educación: "Son tensiones existenciales, de planteos de caminos educacionales".
Por un lado, la educación debe provenir de la realidad y no adaptarse a recetas
internacionales que muchas veces resultan teorías de laboratorio o de libros de texto.
Entonces se termina optando por lo formal y no por lo real: "En el germen de los
grandes fracasos culturales de nuestro país hay una negación de lo real por lo
formal".
También aparece el tema del "marketing educativo", una especie de estructura
que se arma diciendo "cambiamos todo", pero al final "no cambia nada".
Bergoglio cosechó aplausos de la audiencia presente cuando dijo: "no hay
gatopardismo sin interés espurio por debajo". Y siguió: "El trabajo ordinario
es bravo, pero no hay otra. Es fácil hablar desde los papeles, pero es muy comprometido
hablar con un rostro enfrente".
En ese sentido, piensa que para sortear ese problema es fundamental construir puentes
entre la realidad y los papeles, entre los chicos y los ancianos: "Se nos ha caído
el pacto educativo. Su reconstrucción es una urgencia". Advierte que, cuando no hay
diálogo y no se da lugar al intercambio de opiniones, la agresión se instala en el
corazón de las personas y de la sociedad. Todos los días los argentinos son testigos de
actos que tienen que ver con la agresión: difamación, calumnias, injurias.
Continuó la disertación expresando que hay que dar pasos firmes en el área de la
educación y que el punto de partida "tiene que ser un corazón que ve, integrando la
realidad en el lenguaje del corazón". Señaló que, a pesar de que hoy las
generaciones se tratan con menos formalismos y barreras que antes, existe una lejanía
entre los chicos y los grandes, producto de la incomunicación. Hay que "transformar
la cercanía en projimidad" ya que ésta es "personalizada y personalizante; sin
ella no se puede educar", porque la projimidad "genera el diálogo". Al
finalizar la conferencia, manifestó: "Hay que dar en el clavo, y hoy dar en el clavo
es hacernos responsables, entre el educador y el educando; realidad sobre toda
formalidad".
Para Bergoglio, a la sociedad argentina le gusta la adolescencia: "No queremos ser
adultos. El desafío es recuperar la adultez y sobre todo en educación". |