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Publicaciones - Universo Económico

UE Nº 81 - Agosto 2006

El Foro para el Estudio de los Problemas Argentinos y una presencia especial
"Nuestra sociedad debe recuperar la adultez"

Una muy interesante charla brindó en el Consejo Profesional el cardenal Jorge M. Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires y primado de la Argentina. Analizó los problemas de la educación argentina desde una óptica distinta de la que proponen muchas veces los especialistas. Es un planteo creativo que aborda los problemas que más van a condicionar a la sociedad argentina en los próximos años.
En el mes de julio, el Foro para el Estudio de los Problemas Argentinos tuvo como invitado al cardenal Jorge M. Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires y primado de la Argentina. El título de la conferencia fue "Problemáticas educativas actuales". Como es costumbre, las palabras del presidente del Consejo, Dr. Humberto Á. Gussoni, abrieron el evento.

Comenzó diciendo que las normas de conducta observadas en el desempeño profesional y en la vida misma están referidas al contexto moral, que es inseparable del sistema de valores de nuestra cultura: "La moral no es ajena a la vida comunitaria. No se restringe, como muchas veces se pretende, a la vida interior o individual. Está vinculada a la conducta y ésta es social por definición". En ese sentido, la problemática educativa tiene mucho que ver. "La educación es una preocupación institucional importante para el Consejo –amplió Gussoni-. Los miembros del Consejo somos seguidores de los ideales belgranianos y sarmientinos en el sentido de que la educación es la gran igualadora de oportunidades."


Suele afirmarse por estos tiempos que el conocimiento es el mayor valor agregado para la humanidad y que es necesario para la democratización de los pueblos. La problemática educativa actual se plantea en un contexto de fuerte globalización y, a nivel local, en un escenario dual, signado por la mala distribución del ingreso, donde un sector muy amplio de la población enfrenta problemas de bajos ingresos y de pobreza. Estas condiciones precarias de vida impiden el acceso de los chicos a la educación real aun cuando vayan a la escuela.


Según el cardenal Bergoglio, la Iglesia apuesta por la educación porque es una decisión institucional el "meterse" en ese problema. La Iglesia cree en la educación como bien público y social, y desde esa convicción parte el trabajo que se hace a diario. Reconoce, sin embargo, que se formulan planteos acerca de la conveniencia de seguir apostando por esta problemática: "Todos los días nos planteamos la opción de si seguimos o no con tal colegio, si nos dedicamos o no a otra cosa. Pero al fin y al cabo la escuela es el ámbito adecuado de contención y crecimiento hacia la madurez de una mujer y de un hombre". De acuerdo con esta convicción, Bergoglio marcó en su exposición tres complicaciones que existen en la sociedad actual: i) conciencia educativa, ii) problema social y iii) problema cultural.


i) Para el prelado es un engaño grande pensar que el problema de la educación se resuelve desde la escuela. Los argentinos comúnmente proyectan una escuela omnipotente, a la que se le exige tanto que no puede responder a semejantes objetivos. Cuanto más le exigimos, mayor es el fracaso: "Una convicción parcial que mata".

ii) Se viven tiempos donde todos están invitados a reconocer que tienen un lugar en la educación: los consejos profesionales, las empresas, la familia, los gremios, la escuela. Sin embargo, no hay diálogo. A los ancianos, que es la gente de más experiencia, no se los escucha.

iii) "Los chicos vienen preconstruidos", dice Bergoglio. Su argumento es que una sociedad en la que todo es tan rápido los preconstruye antes de llegar a la escuela y, para esa cultura que es nueva, hay que tener lugares de acogida aptos. Muchas veces los chicos no entran en diálogo con el resto de la sociedad: "La clave es ir a buscar a la persona donde está y no pretender que vaya hacia donde uno está".

Tensiones

Bergoglio reconoce una serie de tensiones que hay que resolver en el mundo de la educación: "Son tensiones existenciales, de planteos de caminos educacionales".


Por un lado, la educación debe provenir de la realidad y no adaptarse a recetas internacionales que muchas veces resultan teorías de laboratorio o de libros de texto. Entonces se termina optando por lo formal y no por lo real: "En el germen de los grandes fracasos culturales de nuestro país hay una negación de lo real por lo formal".


También aparece el tema del "marketing educativo", una especie de estructura que se arma diciendo "cambiamos todo", pero al final "no cambia nada". Bergoglio cosechó aplausos de la audiencia presente cuando dijo: "no hay gatopardismo sin interés espurio por debajo". Y siguió: "El trabajo ordinario es bravo, pero no hay otra. Es fácil hablar desde los papeles, pero es muy comprometido hablar con un rostro enfrente".


En ese sentido, piensa que para sortear ese problema es fundamental construir puentes entre la realidad y los papeles, entre los chicos y los ancianos: "Se nos ha caído el pacto educativo. Su reconstrucción es una urgencia". Advierte que, cuando no hay diálogo y no se da lugar al intercambio de opiniones, la agresión se instala en el corazón de las personas y de la sociedad. Todos los días los argentinos son testigos de actos que tienen que ver con la agresión: difamación, calumnias, injurias.


Continuó la disertación expresando que hay que dar pasos firmes en el área de la educación y que el punto de partida "tiene que ser un corazón que ve, integrando la realidad en el lenguaje del corazón". Señaló que, a pesar de que hoy las generaciones se tratan con menos formalismos y barreras que antes, existe una lejanía entre los chicos y los grandes, producto de la incomunicación. Hay que "transformar la cercanía en projimidad" ya que ésta es "personalizada y personalizante; sin ella no se puede educar", porque la projimidad "genera el diálogo". Al finalizar la conferencia, manifestó: "Hay que dar en el clavo, y hoy dar en el clavo es hacernos responsables, entre el educador y el educando; realidad sobre toda formalidad".


Para Bergoglio, a la sociedad argentina le gusta la adolescencia: "No queremos ser adultos. El desafío es recuperar la adultez y sobre todo en educación".

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