El 7º Congreso de
Economía, organizado por el Consejo Profesional de Ciencias Económicas de la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires, fue un fiel reflejo de lo que debaten hoy los economistas en la
Argentina. Fue interesante no sólo por la calidad de las exposiciones, sino también
porque es difícil ver a tantos analistas brindando su opinión desde diversos puntos de
vista en unos pocos días.
Repasemos un poco dónde se encuentra el consenso hoy. La mayoría está de acuerdo en que
el país se encuentra fuera de la zona de riesgo en la que estuvo hace cuatro años cuando
dejaba la crisis del final de la convertibilidad. Hoy la economía se encuentra sólida y
no se avizoran grandes conflictos a la vuelta de la esquina. ¿Acaso nació una nueva
Argentina que dejó atrás aquellos años de volatilidad?, se preguntan todos.
Hubo distintas opiniones. Para el ex ministro de Economía Roberto Lavagna, el principal
desafío que enfrenta el país es el de recuperar la calidad de sus instituciones.
Reconoce que el problema energético es una amenaza para sostener el crecimiento, pero ve
con preocupación que el Gobierno se olvida de la importancia de respetar las normas.
"En los 90 había instituciones lindas y una macroeconomía que funcionaba de forma
deficiente. Ahora, mientras la macroeconomía va bien, no cometamos el error de olvidarnos
de las instituciones", expuso en el Consejo.
¿Qué quiso decir con esto Lavagna? Que en los 90 la convertibilidad funcionaba con
respaldo de las instituciones. Había una ley que garantizaba el funcionamiento del 1 a 1,
una formalidad que dejaba tranquilos a los inversores internacionales y locales, pero, por
los ríos subterráneos de la economía, corrían fuerzas que deterioraban el cauce normal
del río desplazando la producción local, afectando el entramado social, aumentando los
niveles de desempleo y de pobreza. La ley de la convertibilidad no podía mantenerse en
pie porque sencillamente aquel modelo económico no podía sostenerse por sí mismo,
argumentó Lavagna. En aquellos años también se trató de cumplir con la ley de déficit
cero, un concepto que ningún manual de economía plantea como posible de cumplir cuando
una economía atraviesa un período de recesión. Lavagna advirtió que la situación
inversa podría estar sucediendo perfectamente ahora: hay un modelo económico consistente
(que genera empleo y rentabilidad), pero, si no hay respeto por las instituciones (es el
caso de los superpoderes del jefe de gabinete para manejar partidas del presupuesto de
forma discrecional), los logros podrían verse afectados.
Javier González Fraga, tal vez uno de los economistas que mejor interpretó la salida de
la economía de la crisis al anticipar hace algunos años la actual fase de expansión,
piensa que la Argentina ha dejado definitivamente una etapa que le significó décadas de
atraso. "La sólida situación fiscal es la madre de todas las reformas", dijo
y, en tal contexto, defendió con firmeza la actual política económica que desarrolla el
Gobierno. Como viene haciéndolo últimamente, González Fraga destacó que el año
próximo el país va a entrar en su quinto período anual de crecimiento consecutivo con
un 50% de expansión, lo que "va a conducir a un cambio de actitud de los banqueros,
los empresarios, los funcionarios y los consumidores", quienes no sentirán que se
aproxima una nueva crisis financiera.
El director de la CEPAL en Buenos Aires, Bernardo Kosacoff, también elogió la
estabilidad macroeconómica alcanzada en los últimos años. Sin embargo, advirtió que
esto no soluciona los problemas, sino que simplemente permite pensar soluciones con más
tiempo y no tener que actuar con la rapidez que exige una crisis. Dijo en el Consejo que
la Argentina mantiene un perfil productivo sesgado hacia los productos primarios y los
recursos naturales, el cual, si bien sirvió para impulsar las exportaciones y conseguir
divisas para estabilizar la macroeconomía, no genera mano de obra ni especialización:
"Esa especialización no tiene componentes de generación de empleo y calificación
de mano de obra". Consideró que la Argentina tiene un déficit en esa materia, ya
que existe "un centenar de casos exitosos" de empresas que desarrollan
especialización de oferta, como la firma INVAP de Río Negro. "Esto nos demuestra
que esta sociedad puede hacer cosas más sofisticadas", explicó Kosacoff ante el
auditorio presente en el salón Manuel Belgrano.¿Chau volatilidades?
El desfile de expositores e ideas que pasaron por el Congreso debe ser encuadrado dentro
del contexto en el cual hoy se desenvuelve el debate. De las ideas que allí se
presentaron, ninguna fue original en el sentido de que no fueron anunciadas allí por
primera vez. Si se repasan las exposiciones y trabajos de los últimos meses de cada uno
de estos economistas (Lavagna, González Fraga, Kosacoff, por ejemplo), podrá advertirse
que desde hace tiempo vienen transitando por la senda de estas ideas. Lo que se quiere
decir con esto es que los intelectuales de la economía se encuentran en un vivo proceso
por saber hacia dónde se dirige el país. Para ellos es fundamental estar atentos y no
volver a cometer los errores de décadas anteriores. Tal vez en los 90 la profesión se
llamó a un silencio del que hoy muchos están arrepentidos.
En ese sentido, hay quienes piensan que la economía argentina todavía corre riesgo de
contagiarse alguna crisis que pueda sumergirla en una desaceleración. Varios vienen
preguntándose si la Argentina acaso habrá dejado para siempre los clásicos ciclos de
stop-and-go, denominación que se utiliza para describir cuándo las economías entran y
salen de recesiones de forma constante como si estuvieran encerradas en un círculo
vicioso.
El economista Mario Brodersohn expuso hace poco un trabajo acerca de si el país no se
encuentra ante una etapa de crecimiento económico de mediano y largo plazo. Reconoce que
una de las claves de la actual situación es el desempeño favorable del sector externo
(leer nota de tapa). Las exportaciones crecen desde hace cuatro décadas y cada vez se
afianzan más. El crecimiento de China e India estaría detrás de esta combinación ideal
para la Argentina, y es lo que le hace pensar que tal vez el país no esté beneficiado
por un movimiento de corto plazo. Por un lado, esto haría que el precio de las materias
primas se sostenga en el tiempo. Por el otro, mantendría bajos los precios de
importación, de lo que la Argentina tanto se beneficia. El premio Nobel de Economía Paul
Samuelson escribió que nunca en su larga vida había visto producir bienes tecnológicos
de punta con mano de obra barata que abarata esos mismos bienes en el comercio
internacional.
Sin embargo, Brodersohn plantea interrogantes que son tan apasionantes como
escalofriantes. ¿Acaso la Argentina no está incubando inconsistencias, como ya sucedió
en los 90? En aquella etapa se reprimió el tipo de cambio, apunta. Ahora sucede lo mismo
con otros precios.
Para Fernando Navajas, economista de FIEL, no cabe duda de que el actual ciclo económico
va camino al podio, rumbo a convertirse en una de las expansiones más sostenibles en el
tiempo de la historia argentina. Sin embargo, cree que el debate aún está abierto y no
está seguro de si el país continuará creciendo por muchos años más de forma
consecutiva. Señala dos puntos que le generan dudas. Primero: hay fenómenos, como la
inflación, que no son propios de una economía que haya encontrado su tendencia
definitiva. Segundo: una crisis energética puede llevar a un stop-and-go.
Nudos para desatar
Por lo tanto, hoy, los economistas están frente a una encrucijada: mientras que para
algunos el país se encuentra ante la mejor oportunidad en décadas, para otros, todavía
falta mucho camino para recorrer y un mal paso podría significar retroceder varios
casilleros.
Los analistas coinciden en que todavía deben deshacerse algunos nudos que hoy presenta la
economía: uno de ellos es la inflación y, relacionado con ella, la distorsión de
precios. Resolver alguno de estos puntos dista de ser una tarea tan sencilla como para no
pensar que la economía nunca más entrará en una fase negativa. En ese sentido, el
modelo actual tiene algunos puntos en común con el de los 90: ambos se basan en la
distorsión de precios internos. La mayoría coincide en que, si se logra desarticular
estas distorsiones y se consigue sostener el crecimiento en un contexto internacional no
tan bueno, se podrá decir que la Argentina está situada en una fase larga de crecimiento
económico. |