El autor
sostiene que no se puede correr el riesgo de modificar el esquema actual y perder
"recaudación". Los impuestos más criticados son aquellos que aseguran un piso
de ingresos para el Estado, y solamente cuando la economía haya alcanzado cierta madurez
será tiempo de planear una reforma.
|
|
Autor:
Dr. José Julio Bugueiro
Vicepresidente de la Comisión Estudios sobre Finanzas Públicas |
|
|
|
Desde hace más de un
año se viene analizando en esferas oficiales una reforma de nuestro sistema tributario,
aunque varias veces el Poder Ejecutivo la difundió y otras tantas la desmintió.
Debemos precisar que todo sistema tributario tiene como meta alcanzar una razonable
presión sobre los agentes económicos a fin de obtener una recaudación adecuada a las
necesidades del gasto público, aun con impuestos distorsivos cuyo rendimiento contribuye
a dicha recaudación.
Si lo mencionado precedentemente es válido, una futura reforma de nuestro sistema
tributario debería encarar la eliminación de los impuestos distorsivos que se encuentran
en vigencia y son aquellos que recaen: 1°) sobre los créditos y débitos en cuentas
bancarias; 2) sobre la ganancia mínima presunta; 3) sobre las exportaciones a través de
retenciones.
Estos tres gravámenes tienen un rendimiento recaudatorio importante y algunos con bajo
riesgo de evasión. De éstos debemos precisar que el régimen de retenciones a las
exportaciones cumple hoy, por razones macroeconómicas, la función de equilibrar los
precios externos con los precios internos por efecto del tipo de cambio.
De acuerdo con ello, la derogación de los dos primeros tributos mencionados ocasiona
dificultades, dado que se reduce la recaudación y en consecuencia debe buscarse la forma
de que ello no ocurra y además que no aumente el riesgo de evasión.
Actualmente, se trata de compensar la recaudación que se perderá a través de aumentar
las alícuotas de los impuestos vigentes o imponer un nuevo tributo, pero ello traerá
aparejado un aumento del riesgo de evasión.
Como conclusión creemos que, en el momento actual, la tarea más importante debe
plantearse, por un lado, consolidando un mejor rendimiento del sistema tributario en
vigencia a través de una lucha frontal contra la evasión y, por el otro, con el uso
eficiente de esos recursos para alcanzar una distribución más justa.
Si esta premisa se cumple, y nuevas inversiones generan aumento de la recaudación, se
asegurará un superávit fiscal en el tiempo. En ese momento estaremos en condiciones de
comenzar a analizar el diseño de nuestro sistema tributario de manera más objetiva, no
sólo para derogar impuestos distorsivos, sino para modificar otros, de acuerdo con los
principios de equidad y neutralidad, que deberán ser alcanzados para impulsar el
desarrollo y una distribución más justa del ingreso. |
|