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Autor:
Dr. Humberto Ángel Gussoni
Presidente del CPCECABA |
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La velocidad que
caracteriza a los cambios mundiales, impactados por la aparición de nuevas tecnologías,
es el rasgo dominante del proceso que vivimos. Frecuentemente hacemos referencia a ello,
puesto que es el principal enfoque que debemos incorporar en nuestros análisis sobre el
estado actual y el futuro de nuestras profesiones.
No se trata ya de adaptarse a los cambios ocurridos como si fuese una especie
de postgrado o de meta a alcanzar, sino el verdadero desafío es de naturaleza
epistemológica: se trata de convertir esa percepción del cambio y su ritmo en un modo de
acción, es decir, en una característica permanente de nuestro desempeño profesional.
Quienes venimos actuando en las diversas disciplinas que abarcan las Ciencias Económicas
y hemos constatado la verdadera mutación que se ha producido en la vida social como
consecuencia de la incorporación masiva de nuevas tecnologías estamos realizando una
doble adaptación: por un lado, nuestra propia actualización y, por el otro, la
responsabilidad de dejarles a las generaciones que vienen el camino allanado para que
enfrenten los desafíos futuros con las mejores herramientas posibles. Va de suyo que esto
último es lo más trascendente.
Estamos convencidos de que nuestras profesiones deben estar abiertas a un flujo continuo
de innovaciones y preparadas para ofrecer respuestas a las nuevas problemáticas que vayan
surgiendo, puesto que el futuro no está escrito, se construye día tras día. Gracias a
los distintos seminarios y eventos que organiza el Consejo, hemos comprobado que existe un
amplio consenso acerca del rumbo a tomar por nuestras profesiones en los años venideros.
En nuestro país y en el mundo, cada año hay más profesionales de diferentes disciplinas
que se preparan para competir en el mercado de trabajo. Se buscan respuestas cada vez más
eficaces para mejorar la producción, mientras el mercado de bienes y servicios crece a
tasas exponenciales como consecuencia de la incorporación de nuevos países al proceso de
la globalización y la ampliación de la población con capacidad de consumo.
Es previsible, en consecuencia, que las próximas generaciones deban desempeñarse en un
mercado de trabajo aún más competitivo que el actual, donde la batalla por la defensa y
la ampliación de nuestras incumbencias habrá de ser constante y muy creativa. Este tema
debe ser tratado de forma permanente por las instituciones y sus autoridades, pero implica
también al conjunto de la matrícula.
El camino que guíe a esta nueva etapa debe incluir la capacitación continua y la
jerarquización profesional.
La necesidad de la actualización curricular de las profesiones de Ciencias Económicas es
un tema clave y del que poco se habla. Debe llevarse a cabo al ritmo de las
transformaciones de la tecnología y de los avances del conocimiento teórico, de manera
que se pueda responder idóneamente a las necesidades de los profesionales y sus clientes.
¿Cuánto tiempo nos ahorraríamos en este esfuerzo necesario si desde la carrera se
incorporaran estas aptitudes para luego no tener que aprenderlas cuando uno ya es un
profesional?
En consecuencia, para ser coherentes con lo que venimos diciendo, los contenidos
curriculares deben adecuarse permanentemente y en vinculación con los requerimientos de
un mercado que se caracteriza por su ampliación veloz y su variabilidad.
La incorporación fluida de tecnología en nuestras vidas profesionales supone
adaptaciones concretas. Por un lado, cambian los contenidos de la educación que deben
recibir los profesionales en Ciencias Económicas y, por el otro, aumentan los requisitos
que se requieren a la hora de seleccionar personal capacitado en las empresas y
organizaciones de todo tipo.
En ese sentido, un profesional no puede desconocer procesos que hacen al desarrollo del
negocio donde se desempeña. No se trata por lo tanto sólo de cerrar un
balance o llevar la contabilidad, sino de aportar valor a través de nuevos
conocimientos. Saber cómo exportar, cómo hacer un plan de comercialización, cómo armar
un proyecto de inversión, son algunos ejemplos de las actuales demandas del mercado. Si
no agregamos valor a nuestra tarea, la sociedad valuará cada vez menos nuestro aporte
profesional.
De eso se trata en definitiva: de entender el proceso de creación de riqueza y mejora de
los servicios que implican conquistas productivas y organizacionales para aportarles una
proporción creciente de racionalidad y calidad. |
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