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Publicaciones - Universo Económico

UE Nº 83 - Febrero 2007

Nota de tapa
El turismo, una oportunidad para la profesión

Es uno de los sectores que crece más rápido en la Argentina. Crea el 8% de la riqueza total del país, genera el 7% del empleo y es la sexta actividad que más divisas reparte.
Debe ser una de las pocas actividades que impacta transversalmente sobre toda la economía: gastronomía, hotelería, transporte, comercios, entre otros, se mueven al ritmo de miles de extranjeros que visitan el país todos los años. Pero también hay un boom del turismo doméstico en el interior del país.
Fuente:
Universo Económico
Número 83
No hay ninguna duda de que uno de los sectores ganadores del actual modelo económico ha sido el turismo. Bastará con que los que pasen por el aeropuerto de Ezeiza o por el Jorge Newbery observen un segundo a su alrededor para que se den cuenta de que miles de extranjeros pisan suelo argentino todos los días. Los que no van a los aeropuertos pueden ver cómo el paisaje urbano de la Ciudad de Buenos Aires ha cambiado en los últimos años: hoy es común ver gente paseando con un mapa de la Ciudad en la mano, personas que toman fotografías, hoteles que se construyen, bares que se abren, plazas que se remodelan. Seguramente Buenos Aires y el país cambiarán sustancialmente en los próximos cuatros años como consecuencia del desarrollo turístico. Y no es un pronóstico optimista, es la verdad que hay detrás del dinero “que se viene”.

El turismo es una industria que mueve millones de dólares. De continuar el actual crecimiento económico mundial, los ingresos de turismo en todo el mundo (hoy US$ 700.000 millones) se quintuplicarían en 2020. En la Argentina, el turismo dejó US$ 4.200 millones el año pasado y se ha convertido en el sexto sector que más divisas aporta al país.


Hoy en día es una actividad que crece más rápido que la economía en general y, como dicen los economistas, “derrama” beneficios sobre otros sectores productivos. Entre los principales “beneficiados” se encuentran: la industria manufacturera, la construcción, el comercio, la hotelería, restaurantes, bares, el transporte, la intermediación financiera, servicios inmobiliarios y educación. Existen casos en los que el impacto es más directo (hotelería) y en otros es más indirecto (intermediación financiera). Gerardo Barrionuevo, miembro de la Comisión de Actuación Profesional de Licenciados en Economía, en una conferencia sobre turismo que se llevó a cabo en el Consejo (“Turismo, nueva posibilidad de desarrollo profesional”), comentó que la construcción y la urbanización son dos claros ejemplos de los efectos indirectos que hoy deja el turismo en la Argentina: “Por ejemplo, el 30% de las operaciones que se hacen en Puerto Madero las realizan extranjeros”.


La Argentina es un país que va recuperándose de su pasado. Hoy enfrenta el desafío de conformarse con lo que ya tiene o ir por más. Esta segunda opción requiere
aprovechar las oportunidades, pero a la vez brindar más y mejores servicios. El turismo es un claro ejemplo de cómo los profesionales en Ciencias Económicas pueden “ir por más”, explotando sus capacidades en un rubro que promete desembolsar millones en los próximos años.


A continuación, las claves del sector:


Cuánta riqueza genera y cuánto aporta al país
Según un trabajo de la Cámara Argentina de Turismo, la actividad generó el 7,3% del PBI del país en 2005. La recuperación de la actividad económica experimentada desde 2003 permitió que la producción del turismo se acerque a los niveles de 1998 (7,4% del PBI). Es posible que en 2007 el turismo se encuentre aportando unas décimas más a la riqueza de la Argentina (hay quienes ya hablan de un 8%), pero lo cierto es que el cálculo correcto estará preparado sólo cuando el INDEC termine de procesar la nueva base de las cuentas nacionales (a fines de 2008). La diferencia entre el número actual y el de 1998 (7,3% vs. 7,4%) es que ahora el turismo enfrenta un horizonte más auspicioso que años atrás. Con respecto a las cuentas fiscales, se estima que en 2005 el sector aportó el 5,8% de la recaudación total. Esto equivale al 1,6% del PBI.

La estructura del sector se ha modificado en el último tiempo. Hoy en día, por ejemplo, todo lo que tiene que ver con transporte tiene mayor peso relativo dentro de la industria del turismo (28% contra el 20% de 1993). Los hoteles son otro caso de cómo han ido ganando participación (8,3% vs. 7,3% en 1998).


Según la investigación de CAT, el turismo aporta el 7,1% del empleo total en la Argentina. De cada 100 empleados en el rubro turismo, 30 se desempeñan en la parte de comercio, 20 en transporte y 12 en hotelería/gastronomía. Entre los años 2003 y 2005 el empleo en turismo creció al 7% anual. Pero en ciudades como Mar del Plata, Ushuaia o Jujuy, donde el número de visitantes es elevado durante el año, la creación de empleo fue mayor, llegando en los dos primeros casos a 18% y 10,8%. Un cálculo de la Cámara Argentina de la Mediana Empresa indica que para 2010 el sector turismo ocupará el 12% de la fuerza laboral.


En el plano internacional y, de acuerdo con estadísticas del organismo World Tourism Organization, 15 países del mundo atraen el 58,4% de las llegadas mundiales de turistas y viajeros. Esto quiere decir que “el negocio del turismo” se concentra en pocas manos. ¿Quiénes integran el podio? Francia, España y Estados Unidos, en ese orden. El mercado a nivel mundial cuenta con 763 millones de turistas/viajeros, y la Argentina atrae el 0,44% (según el último dato disponible correspondiente a 2004). Por lo tanto hay lugar para crecer, sugieren los especialistas y los funcionarios. Seguramente, con la cantidad de personas recibidas en 2005 y 2006, esta participación habrá aumentado y continuará haciéndolo hacia futuro (ver
Las perspectivas).

Si se compara el peso relativo del turismo en la economía argentina con respecto a otros casos, se observa que en países como España o México tiene mayor participación (11% y 8% de su PBI, respectivamente). Podría decirse que la Argentina no se encuentra tan mal si se tiene en cuenta el desempeño de dos países con amplia trayectoria en la materia como España o México. Pero a no desesperarse con estas cifras: en Canadá y Estados Unidos el turismo aporta 2 puntos del producto. Las comparaciones a veces engañan. Por otro lado, no sería del todo correcto establecer un paralelo con España, ya que, por ejemplo, los países europeos reciben mucho turismo residente de la Unión Europea misma. Viajar dentro de Europa, por citar un ejemplo, cuesta más barato (en dólares y en poder adquisitivo de compra) que hacerlo dentro de América Latina. Va un ejemplo: un ticket aéreo Londres- Madrid en las líneas de bajo costo como Easy Jet (que tiene una de las flotas más modernas de Europa), para el próximo verano europeo (junio 2007), cuesta alrededor de US$ 70 (ida-vuelta). El tramo comprende un vuelo de dos horas.


Volviendo a la Argentina y estableciendo una comparación más pareja con países vecinos, se verá que, si bien el país ocupa una posición por debajo de la de Brasil, ya iguala dos destinos muy competitivos como República Dominicana y Puerto Rico. Por otra parte, supera a Chile, Perú y Costa Rica. ¿Cuáles son otros buenos destinos para comparar el caso argentino en términos de turismo receptivo? Países como Australia, Nueva Zelanda o Sudáfrica. Todos ellos reciben más viajeros que la Argentina.


Las perspectivas
Alberto Fernández Basavilbaso, director de Apoyo al Turismo y Promoción de Inversiones del Ministerio de Relaciones Exteriores, comentó en el Consejo (en la conferencia sobre “Turismo…”) que la industria del turismo a nivel mundial está estrechamente ligada a lo que suceda con la marcha de la economía global. Esto quiere decir que, si el nivel de actividad se desacelera, habrá menos gente que viaje por motivos de negocios/placer mientras que, si la actividad continúa creciendo, los viajes aumentarán.


Por lo tanto, para saber qué sucederá con el turismo mundial en los próximos años, no habrá más que fijarse en lo que pasará en el mundo con las tasas y la economía de Estados Unidos y China. Si bien hay algo de incertidumbre respecto al futuro de la economía mundial, todo indica que el mundo seguirá creciendo en los próximos años y que por lo tanto el contexto internacional seguirá siendo beneficioso para la Argentina. En el plano doméstico, la favorable marcha de la economía (en parte sostenida precisamente por la benévola situación externa) contribuirá precisamente a que el turismo siga creciendo. Los especialistas dicen que, cuando un país atraviesa una gran crisis, la entrada de extranjeros decae. En 2001, en la Argentina, la visita de turistas cayó a 2,6 millones cuando en 2000 había sido de unos 3 millones.


Por supuesto que puede haber otros fenómenos que afecten los flujos de turismo a nivel mundial. El informe Global Risk Report 2007, que realiza todos los años World Economic Forum, alerta acerca de que el mundo enfrenta hoy serios problemas de guerras, atentados y desastres naturales.


Los analistas creen que, para el caso argentino, no sólo el turismo mantendrá el impulso receptivo de estos últimos años, sino que también aumentará el turismo doméstico (interno). Según una proyección efectuada por los licenciados Jorge Busquets y Ernesto O’Connor para el período que abarca los dos próximos años, a fines de 2008 el turismo receptivo estaría dejando divisas en el país por un total de US$ 6.600 millones, un 72% más que en 2005. Para el turismo nacional, pronostican unos $ 31.000 millones. En total, el turismo estará dejando unos $51.000 millones anuales en 2008. Detrás de estos cálculos se esconde el supuesto de que el turismo crecerá más rápido que el nivel de actividad económica.


El ingeniero Ernesto Barrera, coordinador de la Unidad de Turismo Rural en la Facultad de Agronomía de la UBA, coincide en que el turismo probablemente siga expandiéndose a un ritmo alto: “La perspectiva del mercado es positiva en términos generales. Hoy los viajeros vienen más por actividades de recreación y ocio más que por negocios como en los 90”.


En la década pasada, el turismo también fue un buen negocio a pesar de que el tipo de cambio no era tan favorable para el ingreso de turistas extranjeros. En la actualidad, el turismo crece más rápido. Pero además se han aprendido algunas lecciones. Barrionuevo enseña que no hay que trabajar la demanda (o sea, los turistas que llegan) como una cuestión homogénea: “El sector está sumamente fragmentado: edades diferentes, idiomas distintos, períodos de estadía, lugares”. Con esto quiere decir que el negocio del turismo debe estar preparado para satisfacer las necesidades tanto del que viaja por una semana como del que lo hace por un año, tanto de quien quiere visitar una ciudad como Buenos Aires como el que elige una zona de paisajes naturales.


Un caso: el turismo rural
Precisamente, si hay un tipo de turismo que está creciendo en la Argentina es el denominado “turismo rural”, aquel que se lleva a cabo fuera de las ciudades (visita a una estancia, ir de pesa, visitar bodegas, etc). El país con el mayor desarrollo de turismo rural en el mundo es Francia. En la mayor parte de los países europeos y en Estados Unidos el crecimiento de estos emprendimientos es contemporáneo al de la Argentina. Francia tiene una historia más rica que le permite brindar un servicio diferente, como visitar un castillo del siglo XVII.


La actividad de turismo rural en la Argentina vive un boom. Crece más que el turismo general y esto motiva que haya más gente que entra en la actividad para realizar algún emprendimiento. De todas formas hay que tener cuidado. “Cuando alguien viene a hacerme una consulta porque quiere hacer grandes inversiones en el turismo rural –explica Barrera, que además se desempeña como consultor privado-, yo le pongo la luz amarilla porque hay que tener cuidado, ya que hoy se compite con gente que tiene una infraestructura pequeña y por lo tanto hay que tener cuidado con sobreinvertir.”


Quienes invierten en turismo rural, en general, son productores agropecuarios motivados por una actividad con poco costo de entrada. “Tengo mi casa, me sobra un
cuarto y lo alquilo -ejemplifica Barrera-. Total, si me va mal, qué pierdo.”


Tomar el negocio del turismo rural como una cuestión únicamente de hotelería es un error, advierte el experto. No solamente requiere soporte hotelero, gastronómico y de transporte, sino que lo más importante son las actividades que hay detrás de pasar una noche en una estancia o en una bodega: “La visita a un establecimiento de estas características se comporta como si fuese a un destino turístico normal, pero el tema es que los servicios de gastronomía u hotelería están bajo la órbita del mismo prestador. Cuando los profesionales ven este negocio únicamente desde la visión hotelera, cometen un error”.


Por lo tanto, la primera recomendación que hace Barrera, y que debe atender un profesional, es tener capacidad de observación para “definir” cuál es la actividad que se ofrece: la persona que hace turismo rural es quien va a cazar, a pescar, a andar a caballo o inclusive a casarse.


¿Hay chances para que los profesionales en Ciencias Económicas se inserten cada vez más en el mundo del turismo? Barrera, Barrionuevo y Fernández Basavilbaso coinciden en que sí. La clave pasa por dejar de tener esa visión romántica del turismo como “una cuestión de hoteles” y ver más el negocio que hay a su alrededor. “La orientación en las universidades que enseñan turismo, lamentablemente, no está enfocada sobre los negocios. Creo que ahí los profesionales en Ciencias Económicas tienen para aportar”, opina Barrera.


El profesional tiene mayores oportunidades de insertarse en un proyecto de turismo que sea de gran envergadura. El dato positivo es que estas grandes inversiones seguirán desarrollándose en la Argentina. Organismos como el Banco Mundial, el BID y Naciones Unidas, apunta Barrionuevo, han comenzado a financiar proyectos de turismo y seguirán haciéndolo. Cada vez se toma mayor conciencia de que no se trata de una actividad de recreación, sino de brindar empleo y promover riqueza en estos países.


En la Argentina, la Ley de Turismo, que cumplió dos años el pasado enero, declara de interés nacional al turismo como actividad socioeconómica, estratégica y esencial para el desarrollo del país. La reconoce además como una actividad generadora de divisas. El turismo, entonces, ya es una cuestión de Estado.


La ruta del vino tiene mucho para crecer
Un buen ejemplo de cómo el turismo ha impactado en las actividades productivas y económicas es el sector de los vinos. Muchos turistas viajan a Mendoza no para recorrer la ciudad, sino para visitar las bodegas. Estas empresas han desplegado una oferta de actividades que hacen atractiva la estadía de sus visitantes. Pero es un negocio que recién está empezando y en que todavía hay mucho para crecer.


De unas 700 bodegas elaboradoras de Mendoza, 110 están abiertas al turismo. Lo atestiguan diversas herramientas de promoción (mapas, folletos, sitios Web, entre otros), según el diagnóstico integral sobre el turismo del vino, elaborado por la Universidad de Congreso y el Fondo Vitivinícola de Mendoza. Esto equivale a que solamente el 16% de las bodegas mendocinas está actualmente abierto al turismo mientras que un 4 % contempla la posibilidad de esa apertura en el futuro.


El estudio indica que el 64% de las bodegas abiertas al turismo cuenta con un área especialmente destinada a la recepción de visitantes. Alojamientos y restaurantes son los rubros que las bodegas eligen para complementar sus servicios destinados al turismo. El 75% de estos establecimientos ofrece la posibilidad de hacer la visita en otra lengua distinta al español. Mientras que el 80% de las bodegas cuenta con personal que utiliza sólo el inglés, el resto incorpora un tercer o un cuarto idioma.


En el 77% de los casos se solicita contactar previamente a la bodega para coordinar la visita. Sólo el 17% abre sus puertas los domingos, aunque es necesario llamar por teléfono a más de la mitad. De las bodegas que ofrecen la degustación de sus productos sin cargo, el 60% presenta como opción degustaciones especiales pagas. En el 20% de los casos, las degustaciones sólo se realizan pagando un valor que la bodega determina. La venta de vinos en bodega es condición indispensable para la atención del turista, mientras que la venta de accesorios sólo se produce en la mitad de los casos.

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