En la Argentina, las
empresas tienen problemas para financiar sus inversiones. Y, si hay una necesidad que el
país debe atender en los próximos años para ampliar la capacidad de producción, ella
es aumentar la inversión y las condiciones para mejorar su financiamiento.
Ningún país desarrollado, o incluso si se toma el caso de Brasil u algún otro país
vecino, enfrenta limitaciones como las que tiene la Argentina.
La economía doméstica creció todos estos años valiéndose de todos los recursos menos
el financiamiento. ¿Cómo es eso? La Argentina se recuperó utilizando los factores que
habían quedado ociosos luego de una recesión que duró cuatro años (1998-2001). La
tierra (campo), el trabajo (empleo) y el capital (maquinaria ociosa) abundaban a la salida
de la crisis y fue relativamente sencillo volver a ponerlos en funcionamiento.
De esta forma, la inversión fue aumentando (la superficie cultivada, el nivel de empleo y
la maquinaria empleada). Pero lo que se necesita ahora (según el consenso de los
analistas) es otra cosa: en el futuro cercano se trata de recrear nuevas inversiones,
construir nuevas plantas, ampliar las que ya están, construir más infraestructura.
Y todo ello supone apostar por los próximos diez años.
Ahora, ¿cómo una empresa puede invertir pensando en una década cuando los bancos dicen
que no hay préstamos a tan largo plazo?
En la Argentina, sin embargo, hay firmas que acceden a este tipo de financiamiento. Son
aquellas que tienen la posibilidad de recurrir a los mercados internacionales y a
créditos de sus proveedores.
Por una cuestión natural, los más perjudicados terminan siendo las PyME y los nuevos
emprendimientos, que deben recurrir al mercado doméstico.
Un reciente trabajo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) sugiere que las
inversiones en la Argentina están siendo autofinanciadas. Esto genera dos motivos de
preocupación.
Primero, el autofinanciamiento está naturalmente acotado por la rentabilidad empresaria.
En la medida en que los márgenes de ganancia disminuyan por cualquier acontecimiento, o
que la inversión deseada sobrepase la disponibilidad de fondos propios, el acceso al
financiamiento se transformará en una restricción importante. De hecho, el análisis de
diagnóstico de inversión sugiere que éste pudo haber sido el caso en el período previo
a la devaluación.
Segundo, el autofinanciamiento puede obrar como limitante a inversiones de mayor escala
(como las que supuestamente necesita la Argentina en el campo energético) con períodos
de recupero prolongados.
Hace poco, la titular de la Agencia de Desarrollo de Inversiones, Beatríz Nofal, sostuvo
que el país debe "facilitar la realización de negocios" y consideró que para
ello se requieren "instrumentos de financiamiento con plazos y tasas
favorables".Por qué hay autofinanciamiento
¿Pero cuál es la situación hoy en la Argentina? ¿Hasta qué punto acceden al
financiamiento las empresas?
Del trabajo del BID (efectuado por dos economistas de la
Fundación Mediterránea) se desprende que el grado de uso que las empresas están
haciendo de las distintas líneas de crédito es bajo. Los datos de la investigación
muestran que la intermediación financiera incide muy poco en el crecimiento de la
economía y de la inversión en particular. La evidencia indica además que hay un muy
bajo y estancado stock de crédito al sector privado no financiero en relación con el
producto que no recupera los niveles predevaluación.
Este bajo nivel de intermediación no refleja otra cosa que poca demanda de crédito, tal
como lo sugieren el bajo spread financiero y las reducidas tasas reales de interés.
El nivel de intermediación financiera en la Argentina es bajo en comparación con otros
países. El crédito al sector privado equivale al 12% del PBI, mientras en Perú es el
20%, en Brasil, el 32% y en Chile, el 70%.
Algo parecido ocurre con la financiación vía acciones. La capitalización bursátil en
relación con el PBI aparece muy exigua en comparación con la internacional (33,5 puntos
del producto para nuestro país vs. 60 puntos para el caso de Brasil) y mucho menor de la
que tenía en la etapa anterior a la devaluación (58,4% del producto bruto en 2000). Una
explicación de este mal desempeño del mercado de acciones local sugiere el trabajo
del BID consiste en que la financiación bursátil en la Argentina aparece como más
costosa que, por ejemplo, en Brasil.
Otra alternativa para el financiamiento externo es la emisión de fondos
fiduciarios, fideicomisos y obligaciones negociables, o financiar a través de sociedades
de garantía recíproca. La evidencia disponible muestra que los fideicomisos financieros
son aún una opción incipiente, pero que está creciendo. Por ejemplo, en los 10 primeros
meses de 2006 se emitieron en promedio $543 millones por mes (contra $427 millones en
promedio por mes para 2005), mientras que los créditos bancarios al sector privado no
financiero crecieron en promedio $1.300 millones por mes durante 2006.
La combinación del más bajo acceso a financiamiento institucional junto a
un nivel de inversiones similar al del pico del período predevaluación sugiere que esta
inversión se está autofinanciando.
"La evidencia disponible muestra que apenas un 30% de todas las necesidades
financieras de las empresas son cubiertas con créditos del sector financiero y que un 40%
se cubre con fondos propios", concluye el trabajo del BID. "Este bajo
financiamiento institucional pone techo a la aplicación de fondos propios al
financiamiento de inversiones."
Sin embargo, aclara el trabajo, este techo por ahora no es restrictivo.
¿Qué quiere decir? Que las empresas tienen aún más margen para endeudarse y no lo
hacen por precaución. En ese sentido, la inversión en la Argentina tiene margen para
mejorar mucho más.
Las PyME
De visita hace poco en Buenos Aires, Mario Blejer (ex presidente del BCRA y ahora
economista del Banco de Inglaterra) explicó que en mercados pocos desarrollados como el
argentino las grandes empresas recurren al financiamiento en los mercados internacionales
o a través de créditos que les solicitan a sus proveedores: "Por lo tanto, las más
perjudicadas son las PyME y los nuevos emprendedores que no acceden a ellos".
Esto concuerda perfectamente con la investigación del BID, ya que la
evidencia empírica refleja que el fenómeno del autofinanciamiento de la inversión es
mucho más marcado a nivel PyME. Así, entre el 60 y el 83% de sus inversiones se
financian con fondos propios. Esta dependencia del autofinanciamiento es más marcada
entre las PyME industriales que entre las agropecuarias. En países como Italia el
autofinanciamiento de la inversión PyME es la mitad que en la Argentina.
La falta de financiamiento resulta una traba significativa para el 29% de las PyME
industriales que no invirtieron, mientras que lo fue para apenas el 5% de las empresas
grandes que no invirtieron. Al mismo tiempo, la incertidumbre fue una traba importante
para el 28% de las PyME y para sólo un 16% de las empresas grandes. Estos datos sugieren
que la combinación de incertidumbre y restricción crediticia afecta más fuertemente a
las empresas chicas.
Esto mismo se prueba según los resultados de la Encuesta para el Financiamiento e
Inversión, que lleva adelante la Fundación Capital. Se comprueba allí que la mayoría
de las PyME están llevando a cabo entre uno y dos proyectos con un plazo de ejecución
concentrado en el corto plazo (menos de un año). Las principales razones que llevan a las
PyME a no invertir, según la Fundación Capital, son la incertidumbre de la economía y
la falta de financiamiento.
Vivir con lo nuestro
En el Ministerio de Economía les gusta poner énfasis en que la Argentina hoy no
solamente muestra tasas récord de inversión, sino que además se autofinancia.
¿Cómo es eso? Esgrimen que, mientras en los 90 el país ahorraba 15% de lo que producía
e invertía 20 puntos (la diferencia la financiaba emitiendo deuda), hoy las cifras
revelan un panorama muy diferente: se ahorra 26% y se
invierten 23 puntos del producto. Desde ese punto de vista, el país no solamente registra
un récord de inversión, sino que además autofinancia su inversión.
No obstante, la realidad es que lo que Economía señala como un logro puede estar
marcando más bien una seria limitación. Es decir, ¿las empresas en este país se
autofinancian porque son sabias y no se quieren endeudar o porque simplemente no hay
crédito disponible por los requisitos que se les piden?
Según el BID, el incremento del autofinanciamiento en la Argentina puede obedecer ya sea
a no necesitar financiamiento externo (por exceder los fondos propios de la inversión
deseada) o porque muchos sectores estén ajustando hacia niveles óptimos de endeudamiento
partiendo de una situación inicial (predevaluación) de muy elevado apalancamiento. Una
encuesta efectuada por economistas de la Fundación Mediterránea reveló que hay casos de
PyME exportadoras que enfrentan una gran oferta de crédito y aun así prefieren
autofinanciarse para evitar riesgos y no ceder control.
La evidencia de muchas otras encuestas refuerza la visión de que la inversión deseada
actualmente se puede autofinanciar. En cambio, factores tales como tasas de interés,
costos de transacción, plazos y garantías juegan un rol muy menor en esta decisión.
Ortodoxia y heterodoxia
Existen dos posturas claras acerca de qué hacer para mejorar el financiamiento de
emprendimientos en la Argentina. Mientras la ortodoxia descansa en la falta de reglas
claras como principal argumento por el cual no hay financiamiento, la heterodoxia pone
más atención en el cuadro social como serio limitante a la expansión del crédito.
El profesor de la Universidad de Buenos Aires y experto en determinantes de la inversión,
José María Fanelli, dijo hace poco en un seminario que estas dos visiones supuestamente
antagónicas son en realidad complementarias. Según el especialista, la pobre calidad de
las instituciones es uno de los principales riesgos que enfrenta la Argentina porque
podría suponer "desaprovechar" la actual oportunidad que brinda la
superabundancia de liquidez depositada en los bancos locales. Pero, además, alertó sobre
la regresiva distribución del ingreso como otro factor que impide el financiamiento.
"¿Qué tiene que ver la distribución del ingreso con la falta de financiamiento?
se preguntó Muy simple, cuanto mayor sea la brecha entre pobres y ricos, más
obstáculos habrá en el armado de una arquitectura financiera que pueda llevar los
recursos de los que más tienen a los que más los necesitan."
Días después, en un seminario desarrollado en la UADE, Beatríz Nofal sostuvo que la
Argentina debe facilitar realizar negocios y consideró que para ello se requieren
instrumentos de financiamiento con plazos y tasas favorables. "Facilitar la
realización de negocios va a implicar mejoras en la competitividad", afirmó la
funcionaria, quien estimó que son necesarios "instrumentos de financiamiento en
plazos y tasas favorables para la inversión, particularmente para las PyME, que son las
que tienen más dificultades para acceder al crédito".
La inversión es el factor clave para el crecimiento sostenido de la Argentina a tasas
altas, recordó Nofal, pero advirtió que "para que haya inversión tiene que haber
expectativas rentables, horizonte macro y elementos financieros acordes. Hoy, el país los
tiene", aunque eso no quiere decir que "no haya que seguir trabajando".
Para Nofal, la economía se encuentra en una situación de
intercambio favorable, lo que representa una oportunidad para el país, además de contar
con capacidades diferenciales y abundancia y diversidad de recursos naturales.
En este contexto, señaló quela inversión es el factor clave para el crecimiento
sostenido a tasas altas y remarcó logros importantes, como los niveles récord de
reinversión de utilidades, que están acompañados por el récord de rentabilidad de
empresas que invirtieron en la Argentina.
"Queremos seguir creciendo en la inversión. Algunos especialistas dicen que debe
llegar a 25 ó 26 por ciento del PBI para mantener altos niveles de crecimiento, por lo
que debemos mejorar la capacidad de inversión de las empresas extranjeras en la
Argentina, aumentar el valor agregado de lo que se produce, ver la calidad, no sólo la
cantidad, y apoyar al empresariado local", puntualizó Nofal.
En el mundo
El problema que no menciona Nofal es que la Argentina parece sufrir, además de la mala
reputación que desalienta el crédito a nivel doméstico, el hecho de que los actuales
flujos de la globalización no la favorezcan. El país se encuentra ubicado en una región
del mundo que hoy no está entre las preferidas de los inversores: Asia está de moda, y
desde ese punto de vista la Argentina enfrenta una limitación que algunos tildan de
"estructural".
Según Blejer, "el desarrollo financiero de América Latina,
comparado con los países industriales y con otros países emergentes, ha sido, en
general, bastante mediocre".
Según el Instituto para las Finanzas Internacionales, la región atraerá U$S 45.000
millones en inversión extranjera durante 2007. Esto supone un aumento significativo con
respecto a 2005 (U$S 29.000 millones), pero está aún lejos de representar una porción
significativa del monto total a nivel mundial (U$S 211.000). Brasil y México se llevarán
U$S 12.000 millones cada uno aproximadamente.
Los mercados de la región son incompletos en términos de instrumentos, términos y
plazos, y poco profundos, ilíquidos y segmentados (especialmente en términos de acceso).
Mientras el crédito al sector privado en América Latina es del 25%, en los países del
Grupo de los Siete es de 126%. América Latina es una de las regiones con menor cantidad
de activos financieros en términos del PBI. Se estima que el valor de los activos
financieros mundiales es de U$S 118 trillones: mientras China tiene 5 trillones, toda
América Latina llega a 3 trillones.
Chile posee el mercado más desarrollado de la región, pero su profundidad (% PBI) es
equivalente a la de China, con la mitad de su PBI per cápita (mucho menor que Corea y
Malasia). Brasil tiene una bolsa de valores muy dinámica, pero su profundidad financiera
no excede de la de las Filipinas, con la mitad de su PBI per cápita.
Los activos financieros en la Argentina son más reducidos que los de otros países (39%
vs. el 117% de España o el 93% de Brasil).
Sin embargo, lo cierto es que, aun dentro de este contexto, los especialistas auguran una
oportunidad. El ex secretario de Financiamiento, Miguel Kiguel, reconoce que el crédito
en la región es muy bajo comparado con el de otras partes del mundo, pero señala que
está creciendo a mayores tasas: "En la Argentina, los plazos fijos crecen más en
2007 y el crédito al sector privado crece fuerte".
La banca del mundo hoy está pasando por un buen momento, más allá de que algunos
avizoran algunos nubarrones en el horizonte. Pero se trata en todo caso de ajustes
pendientes en la economía mundial que, en teoría, no deberían tener efectos
catastróficos sobre la Argentina.
Mientras tanto, esto da tiempo para seguir pensando en cuál es la mejor manera para que
cada vez más empresas puedan acceder al financiamiento. "Los bancos y las empresas
han dejado atrás la crisis afirma Kiguel-; necesitamos ahora un mercado más
competitivo y un entorno macroeconómico que asegure la estabilidad hacia futuro."
¿Qué señala la teoría en
cuanto a los determinantes financieros de la inversión?
Las inversiones empresarias pueden financiarse con caja propia o con fondos externos, como
créditos bancarios, emisiones de obligaciones negociables, ampliación de capital,
fideicomisos financieros, préstamos de organismos multilaterales y financiamiento de casa
matriz. En una visión más agregada, la inversión depende de la disponibilidad de ahorro
doméstico y extranjero, independientemente de cómo se canalice éste hacia la
inversión.
La disponibilidad de financiamiento, ya sea nacional o externo, le pone naturalmente
límites a la inversión. A su vez, la composición del financiamiento puede afectar la
productividad de la inversión porque la intermediación financiera, especialmente la
bancaria, permitiría seleccionar los proyectos más productivos y diversificar riesgos,
permitiendo alcanzar una mayor productividad. Esta afirmación ha encontrado respaldo
teórico y empírico. Algunos trabajos han concluido que el efecto de la intermediación
financiera sobre la productividad supera ampliamente el efecto sobre el nivel de
inversión. La evidencia sobre si la financiación bancaria contribuye más o menos al
crecimiento que la financiación por el mercado de capitales tiene resultados ambiguos.
Pero en general se ha encontrado que la intermediación financiera promueve el crecimiento
de las industrias estructuralmente más dependientes del crédito externo.
Una visión nueva diferente sostiene tener en cuenta:
Usar como variable explicativa el crédito a empresas y no
el total del crédito al sector privado (empresas y consumidores).
Emplear como variable explicativa el flujo de crédito y no el stock.
Considerar que la relación entre crédito y crecimiento no es lineal
(existe
un nivel óptimo de deuda que maximiza la riqueza de los accionistas).
Haciendo estas correcciones, y
utilizando un panel de datos agregados de países de la OCDE para 1970-2003, un trabajo
del BID cita un estudio que marca un efecto positivo de largo plazo del autofinanciamiento
empresario sobre la productividad de la economía y el crecimiento. Distintos tipos de
financiamiento tienen también un impacto diferencial sobre las inversiones. Por ejemplo,
las inversiones en activos de largo plazo son autofinanciadas, mientras que el
financiamiento externo (bancario, mercado de capitales) se destina a capital de trabajo y
a otros activos de corto plazo.
En este contexto, un mayor desarrollo financiero libera fondos propios para el
financiamiento de activos de corto plazo, lo que permite financiar más inversiones de
largo plazo.
La explicación de por qué el financiamiento externo se destina mayormente a activos de
corto plazo está referida a la mayor capacidad de monitorear y de eventualmente ejecutar
estos activos por parte de accionistas minoritarios y de acreedores externos. Este
hallazgo sugiere que las PyME también pueden estar más restringidas en su capacidad de
inversión por un menor acceso a financiamiento externo de su capital de trabajo y que
esta restricción se puede exacerbar en contextos de incertidumbre que aumenten las
asimetrías informativas. |