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Autor:
Dr. José Escandell
Presidente del CPCECABA |
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En ésta mi primera
comunicación escrita hacia todos los colegas que constituyen la matrícula de nuestro
querido Consejo, quiero empezar reafirmando lo que dije al asumir el cargo de Presidente:
me propongo realizar una gestión que integre y exprese a todos los profesionales en
Ciencias E conómicas sin exclusiones de ningún tipo. Y agrego, como también lo dije en
ocasión de hacerme cargo de mis nuevas funciones, que comprometo mi voluntad y mis
mejores energías en la defensa de nuestras incumbencias. De allí saldrá la mejor
proyección de nuestro aporte en beneficio de toda la sociedad argentina.
Este compromiso es personal y al mismo tiempo abarca a todos los miembros del Consejo
Directivo, incluida la representación de la minoría, cuya existencia está
estatutariamente prevista para que estén expresados democráticamente los diversos puntos
de vista y los diferentes matices en la concepción de la Institución y de su misión.
Garantizamos esa pluralidad y al mismo tiempo no dudamos que actuará con responsabilidad
y con lealtad a los intereses del conjunto.
Este enfoque, cualitativamente superior e integrador, es indispensable para administrar
una institución que es modelo en su tipo. El Consejo se destaca por practicar,
precisamente, una administración altamente eficiente de la matrícula y por brindar una
gran cantidad de servicios a sus miembros, que abarcan desde la capacitación y el apoyo
técnico al ejercicio profesional hasta una importante cantidad de eventos académicos que
expresan toda la riqueza de las materias que atienden los profesionales en Ciencias
Económicas, sin descuidar la ayuda mutual y asistencial.
Servicios y eventos, dicho sea de paso, que implican una amplísima oferta para el
perfeccionamiento, para enriquecer conocimientos y hacer experiencia, y aun para la
recreación, brindando espectáculos y favoreciendo actividades deportivas, sin dejar de
promover la elevación del espíritu mediante actividades culturales que nos permiten a
todos ser mejores seres humanos, más sensibles y preparados para comprender nuestros
deberes y derechos respecto del conjunto de nuestros compatriotas.
Es que los profesionales en Ciencias Económicas, en rigor de verdad, integramos la élite
que se ha preparado en la universidad y tiene que contribuir de un modo claro y útil a
superar los problemas que arrastra la sociedad argentina.
La tarea que tenemos por delante es compleja -de eso no cabe duda-, pero estoy convencido
de que estamos preparados para realizarla con éxito. Y me animo a decirlo porque no sólo
confío en nuestra vocación y en nuestras fuerzas, sino porque estoy seguro de que vamos
a motivar y movilizar a amplios segmentos de la matrícula que ven en el Consejo su
respaldo como institución administradora, pero que todavía no se han sumado plenamente a
una gestación de acciones, que van desde aconsejar a los poderes públicos sobre los
temas de nuestra competencia hasta servir como ámbito de debate y resonancia de las
grandes opciones que tiene el país para instalarse firmemente en la senda de un progreso
que elimine la injusticia y la exclusión social.
Reconstruir las bases de una convivencia digna para todos no es una tarea que competa
solamente a quienes desempeñan la función pública y a quienes deben legislar,
administrar justicia y ejecutar las tareas irreemplazables de garantizar seguridad,
educación, salud y trabajo. También es tarea de cada ciudadano y de aquellas entidades
que, como la nuestra, expresan los intereses de un sector en la necesaria modernización e
introducción de racionalidad en los procesos productivos y de intercambio para ayudar a
que la Argentina recupere la tan ansiada previsibilidad y la consiguiente credibilidad.
Cuando me refiero a los compromisos que asumimos y a aquellos que esperamos de quienes nos
acompañan, estoy diciendo que no le tememos a la conciliación, a la elaboración en
común, a la creatividad expresada en la pluralidad y a la negociación en el mejor de los
sentidos que expresa esta palabra.
Dicho en forma breve: reclamamos y asumimos compromisos de construcción en común.
El Consejo tiene una trayectoria que debe enorgullecernos a todos. De hecho, la gestión
de los últimos años no fue cuestionada seriamente por nadie durante la campaña
electoral. Esto define el primer punto de nuestro compromiso: preservar y mejorar lo que
tenemos, y todo lo que brindamos a la matrícula.
En este marco, sin duda hoy contamos con un logro reciente que, además de ser celebrado
con alborozo, marca rumbos muy importantes en las profesiones: me refiero al reingreso de
nuestro Consejo a la Federación Argentina de Consejos Profesionales de Ciencias
Económicas. Este acontecimiento traerá un efecto sinergial en el desarrollo de las
profesiones a partir de la integración de los esfuerzos y la suma de intelectos y
capacidades.
Pero también hay desafíos nuevos, para los que deben diseñarse respuestas específicas,
pues no se resuelven con piloto automático.
Tomo, por ejemplo, el atropello a las incumbencias de los profesionales en Ciencias
Económicas que se gestó en el seno del Consejo de la Magistratura, una instancia de la
organización del Estado que debiera velar con mayor celo que otras por el cumplimiento de
la ley.
Por increíble que parezca de un modo harto cuestionable por el procedimiento
empleado, el Consejo de la Magistratura determinó como exclusivas de la
práctica del abogado ciertas funciones auxiliares de la justicia que venían
desempeñando tanto profesionales en Ciencias Económicas como profesionales del Derecho,
y en algún caso también otras profesiones. Ello no sólo era así por la práctica
histórica, sino que está establecido y por lo tanto garantizado- en el Código de
Procedimientos de los fueros Civil y Comercial de la Nación, en la Ley Federal de
regulación de las profesiones en Ciencias Económicas Nº 20.488, y en la Ley Federal de
Educación Nº 24.521, todas ellas normas superiores a una mera resolución de un órgano
no legislativo, como es el mencionado Consejo de la Magistratura.
Esta apropiación vino de la mano, en un caso, de su aplicación directa y, en otro, del
singular recurso de establecer obligaciones a nuestro Consejo para compartir y acordar con
el Colegio Público de Abogados una equilibrada integración de listas y
archivar el expediente a fin de que no hubiera siquiera posibilidad de conocerlo. Sin
publicidad, ingrediente esencial de la legalidad, y mucho menos con participación en el
debate de los sectores directamente interesados, se determinó de este modo un recorte a
nuestras competencias por parte del Consejo de la Magistratura, organismo que tiene como
propósito constitucional reforzar la calidad de la justicia. Sin perjuicio de las
dificultades que demuestra el progreso de las acciones emprendidas, preferimos siempre
confiar en la justicia, creyendo que nunca dejará de optar por la clara y debida
aplicación de la ley.
Nuestro Consejo hace de la observancia de la ley uno de sus principios liminares. De allí
que este procedimiento pseudo legislativo, casi subrepticio por la ausencia de publicidad,
amén de perjudicarnos, ha creado un gravísimo antecedente puesto que hace tambalear la
estructura jurídica, tal como ella está construida.
Reclamamos, en consecuencia, que se mantenga la legalidad y que cualquier innovación siga
el proceso de sanción de las normas establecido por la Constitución Nacional, es decir,
a través del Congreso de la Nación.
Nuestro reclamo va más allá de un tema de incumbencias y quiere rescatar el principio de
la observancia de la ley, que es la única fuente de la convivencia republicana.
Por ello redoblaremos los esfuerzos para que se dictamine en la justicia sobre la
cuestión de fondo que esa resolución del Consejo de la Magistratura ha modificado,
cercenando competencias y creando una reglamentación que convalida este atropello.
El recambio de la conducción en nuestra entidad no es motivo para desatender este asunto
y tomamos la posta para reclamar marcha atrás en este cercenamiento injustificado de
nuestras incumbencias. Respondemos del único modo posible: dar todas las batallas que
consoliden y jerarquicen las profesiones de Ciencias Económicas.
Los colegas verán en esta actitud un anticipo de nuestra conducta: firmeza insobornable
para defender las incumbencias profesionales y fuerte apego a la ley y a las disposiciones
constitucionales.
Para finalizar este primer contacto, quiero dar seguridades a todos los colegas de que no
nos guía ninguna actitud cerrada. Sabemos que entre 60 mil matriculados existen todos los
matices de interpretación que puedan concebirse. Por ello estamos absolutamente abiertos
a recibir todas las iniciativas y sugerencias que sean pertinentes para representar en
forma integral las aspiraciones y las propuestas de los profesionales en Ciencias
Económicas. Y hacer así realidad, con creatividad y energía, nuestros mejores sueños. |
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