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Autor:
Dr. José Escandell
Presidente del CPCECABA |
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Hemos atravesado los
primeros cien días de gestión con dos elecciones generales en la Ciudad de Buenos Aires,
las que permitieron designar al Jefe de Gobierno, y las nacionales, de donde ha surgido la
nueva conducción de la R epública Argentina.
Ambos hechos, si bien externos a nuestra Institución, han tenido su
resonancia en el seno de la comunidad de profesionales en Ciencias Económicas. En ambos
casos, organizamos almuerzos para que los candidatos pudieran expresar sus puntos de vista
y sus propuestas, y para que nuestros matriculados tuvieran de primera mano la
apreciación de quienes se postulan a los más altos cargos tanto en la Ciudad como en la
Nación. El primero de los ciclos se llevó a cabo en las postrimerías del mandato de las
autoridades salientes, y el segundo, ya durante nuestra gestión. Cumplimos así con
nuestra responsabilidad institucional.
Mucho se ha dicho sobre la apatía y la falta de motivación de la ciudadanía durante las
campañas electorales. Quizás no debamos confundir lo que debiera ser algo normal,
habitual, plenamente integrado a nuestras vidas, con un todo o nada que debemos dejar
atrás definitivamente. La construcción de una comunidad próspera, respetuosa del orden
jurídico y solidaria con los más débiles no se compatibiliza fácilmente con espasmos
de crispación y angustia seguidos de euforias artificiales y hasta infundadas.
Esa construcción demanda coherencia y tenacidad para perseguir todos los días los
objetivos que nos acercan a los ideales compartidos. Por ello, una preocupación constante
en nuestros matriculados, cual es perseguir la mejora continua en la calidad
institucional, es un reclamo general de nuestros colegas, que hemos transmitido a nuestros
invitados del modo más elocuente del que hemos sido capaces.
Y para que nuestro reclamo hacia afuera tenga coherencia, lo buscamos también
puertas adentro, en el propio Consejo. La clave es la participación. Como
autoridades tenemos la obligación de crear opciones para que la inserción de los colegas
en la vida de la Institución sea lo más activa posible, y al matriculado le asiste el
derecho, pero también la responsabilidad, de aceptar el desafío y hacerlo en el ámbito
en que se sienta más cómodo o en que más pueda aportar.
Ahora se inicia una nueva etapa en el país. Nuestro inventario de inquietudes, expresadas
en persona a cada uno de los candidatos que nos visitaron, identificaba como prioridad en
la búsqueda de mejora institucional el funcionamiento de la Justicia. Este es un reclamo
largamente compartido con otros sectores sociales que aún no se ha encarnado cabalmente,
aunque en general se admite su necesidad.
Cuando se ahonda en el tema, surge que entre no pocos de los ciudadanos se cree que la
Justicia no es de fácil acceso y también que puede ser lenta, lo que afecta su
independencia y la puede convertir en discriminatoria.
Obviamente, nuestro reclamo de calidad institucional alcanza a todos los poderes cuando
exceden o declinan sus funciones esenciales. Tenemos una democracia
republicana consolidada en la forma y ha llegado el momento de empezar a llenarla de
contenido.
Hicimos también aportes en forma de preguntas y sugerencias a los candidatos, planteando
las cuestiones socioeconómicas básicas: cómo movilizar los recursos productivos, cómo
mejorar el empleo en blanco, cómo perfeccionar el sistema tributario, no sólo para que
los recursos se distribuyan equitativamente favoreciendo el federalismo, sino también
para que favorezca la inversión y el empleo, y, fundamentalmente, pusimos énfasis en la
educación como la verdadera igualadora de oportunidades y por lo tanto como el camino
concreto para ejercer la mayor libertad individual y dar sustentabilidad al desarrollo
pleno de la República.
Los desafíos de la infraestructura energética también fueron formulados de modo
sistemático a los candidatos que vinieron al Consejo, quienes valoraron con su presencia
la calidad de una audiencia que se sitúa sobre el promedio de la sociedad en los temas
económicos. Más allá de la obvia respuesta en favor de mayores inversiones en ese
sector clave, analizado en detalle lo que se dijo, se puede advertir que no hay
homogeneidad ni conciencia total de su carácter prioritario.
Este es un tema, en consecuencia, que seguirá presente en los años por venir y donde una
insuficiente planificación puede actuar como un serio freno al desarrollo nacional.
Las cuestiones sociales más candentes: la pobreza extrema, la exclusión social, la
marginalidad del orden legal en el trabajo y el más elemental desempeño social, como lo
es enviar los hijos a la escuela, o la seguridad (todos asuntos que la comunidad sufre y
reclama resolver con políticas de profundo arraigo y altas miras en su diseño), también
estuvieron presentes en estos encuentros, con respuestas que merecen un debate
pormenorizado, puesto que las soluciones implican un compromiso de todos, con alta
integración de valores y conductas en respaldo de acciones eficaces emergentes de una
necesaria deliberación que integre y comprometa a todas las fuerzas sociales.
En otro orden, en lo que atañe a nuestras reivindicaciones fundamentales, como los
colegas ya saben, salimos a plantear con toda firmeza, de cara a la sociedad, que la
reforma del Impuesto a las Ganancias, anunciada como un alivio para los trabajadores, en
realidad excluía a quienes como la mayoría de los profesionales en Ciencias
Económicas y en otras disciplinas lo hacen de modo independiente, como autónomos.
Otro tanto hicimos con la integración de la Auditoría General de la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires, cuyos integrantes han sido escogidos sin tener en cuenta que para
desempeñar sus tareas es indispensable contar con profesionales de nuestras
especialidades a fin de no dañar el objetivo esencial de control efectivo de los actos de
gobierno. No conseguimos cambiar lo que ya se había resuelto como un pacto político,
pero creemos que logramos instalar el tema y que en el futuro nuestra posición será
asumida como beneficiosa por las diversas fuerzas partidarias.
Esa línea de trabajo, asumiendo todos los desafíos que conciernen a nuestras
profesiones, será continuada y enriquecida en nuestro accionar durante el año 2008. Es
decir, seguiremos administrando el Consejo en beneficio de todos y encararemos las
cuestiones que merezcan un debate general en la sociedad, donde nuestra palabra tenga algo
sustancial y específico que aportar.
Auguramos para el próximo año avances significativos en el desplazamiento de las
conductas viciadas por la corrupción en todas sus formas. Esta Institución y las
profesiones de las C iencias E conómicas no transarán jamás con las prácticas que se
aparten de la ley, tanto por acción como por omisión, y confiamos en la ética y sentido
del bien común de cada profesional para afrontar proactivamente un cambio sensible en la
comunidad. Es nuestro compromiso y pedimos que sea el compromiso de todos, traducido en
conductas y no en declamaciones, centrado en los propios actos y no en la crítica de los
actos de los otros. |
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