Informe Económico de Coyuntura

Nº 228 - Marzo 2003 - AÑO 22

 TEMAS DE ACTUALIDAD

La Economía Latinoamericana en el 2002: ¿cambio de rumbo? (1)
Balance preliminar de las economías de América Latina y el Caribe en 2002 (1)

La Economía Latinoamericana en el 2002: ¿cambio de rumbo? (1)

Terminó uno de los años más críticos de la historia económica latinoamericana. La caída de la producción regional, estimada en 0,5%, se inserta además en una coyuntura económica adversa que completa ya un lustro. Esta “media década perdida”, como la ha denominado la CEPAL, implica que este año la producción por habitante será inferior en dos por ciento al nivel de 1997. La mitad de los países de la región ha tenido una contracción del PIB per cápita en los últimos cinco años y los procesos de rápido crecimiento de economías individuales se han detenido. En términos sociales, el desempleo abierto ha llegado a 9,1%, el nivel más alto de la historia latinoamericana, y supera incluso los peores registros de la “década perdida”. Durante este lustro, a la población pobre se han sumado 20 millones de latinoamericanos.

Como ha acontecido en el pasado, los factores externos golpearon con fuerza a América Latina, pero su efecto se ha multiplicado por las debilidades propias de las economías de la región. El impacto más fuerte ha sido el percibido a través de la cuenta de capitales. En 2002 se completan cinco años en los cuales los pagos de intereses han superado el endeudamiento externo neto. Esto se conjuga ahora con una fuerte caída de la inversión extranjera directa, que había sido la principal fuente neta de capitales en los últimos años.

El resultado de ello es una sustracción neta de recursos desde América Latina hacia el resto del mundo de 39 mil millones de dólares, equivalentes al 2,4% del PIB regional. La sequía del mercado de capitales ha sido notoria este año, así como la magnitud de la especulación contra algunas de las economías de la región. A estos factores se agregan la debilidad de la reactivación económica de los Estados Unidos y la caída persistente de los términos de intercambio de las economías no petroleras.

Las debilidades propias se relacionan con los escasos márgenes de maniobra que acumularon las economías latinoamericanas durante el período de abundancia para poder hacer frente a las crisis. En consecuencia, en casi todos los países las autoridades económicas se vieron obligadas a adoptar medidas en el frente monetario y fiscal que acentuaron los choques externos, en vez de atenuarlos. Una de estas debilidades es la persistente tendencia a sobrevaluar nuestras monedas durante los períodos de abundancia de capitales, que deja indefensas a las economías durante los períodos posteriores de sequía. El colapso de la convertibilidad argentina deja, además, una lección importante: los “pilotos automáticos” no funcionan en economía. La “credibilidad” en las autoridades económicas no se construye atándolas a reglas rígidas, sino a través de un buen manejo de la discrecionalidad con que ellas cuentan.

Hay que agregar, sin embargo, noticias positivas. La principal es que este año el crecimiento cerró en alza, a diferencia de 2001, que terminó en medio de una agudización de la recesión en varias economías de la región. La gradual generalización de la flotación cambiaria entre las economías medianas y grandes de la región representa también un avance, ya que permite un ajuste oportuno del tipo de cambio durante las crisis y, bien administrada, una mayor autonomía en el manejo de la política monetaria. Los ajustes cambiarios del año que concluye también demuestran que es posible que estos ajustes no desestabilicen la inflación. Frente al escenario de restricción de recursos externos en el que América Latina está inmersa, una tasa de cambio competitiva es parte esencial de un buen programa macroeconómico.

Quizás la mejor noticia es que el debate económico se ha abierto Los dogmatismos de hace una década han venido cediendo. En ramas de conocimiento tan imprecisas como la economía, la pluralidad en el debate es esencial para evaluar las fortalezas y debilidades de distintas alternativas. La idea, impulsada hace una década por el Consenso de Washington, de que “ya sabemos lo que hay que hacer” resultó un espejismo. El pluralismo en el debate económico y su reflejo en el debate político son, por lo tanto, grandes oportunidades que se abren ante nosotros.

(1) Artículo de José Antonio Ocampo, secretario ejecutivo de la Comisión
Económica para América Latina y el Caribe
(CEPAL-ONU), Santiago de
Chile, enero de 2003.

Balance preliminar de las economías de América Latina y el Caribe en 2002 (1)

La economía de América Latina y el Caribe sufrió una contracción en el 2002, que se refleja en un descenso de 0,5% del PIB. Este desempeño prolonga el estancamiento económico que vive la región, cuyo PIB por habitante se situó por debajo del nivel registrado en el año 1997.

La disminución del PIB por habitante por segundo año consecutivo se debe en parte al marcado descenso de la actividad económica en la Argentina, Uruguay y Venezuela, aunque prácticamente todos los países mostraron un escaso crecimiento, en la gran mayoría de ellos inferior al 2%.

Obstáculos al crecimiento
En esta situación incidieron factores internos de cada país y externos. El desempeño obedeció fundamentalmente a los movimientos de la cuenta de capitales, al precio de los productos de exportación y al volumen del comercio.

Estos factores se combinaron con la situación nacional, que en varios casos fue determinante del nivel de actividad económica. En muchos países, los factores internos obstaculizaron el crecimiento: las políticas monetarias restrictivas, el estancamiento del crédito interno, los problemas fiscales, el elevado endeudamiento público y privado, las presiones especulativas que incidieron en las tasas de interés, el alto desempleo y subempleo y también, en varios casos, los cuadros de conflictividad social y política. En otros países, también influyeron condiciones climáticas adversas. Y, por último, encontramos casos en los que se observan factores internos positivos vinculados a la explotación de recursos naturales, a una cierta recuperación de la demanda interna y a la superación de problemas específicos, como el racionamiento eléctrico en Brasil.

La influencia de Estados Unidos
Sobre esta base, es posible distinguir entre varios grupos de países: el primero está constituido por los que se vieron muy influenciados por la situación de los Estados Unidos, cuya demanda de importaciones no mostró mayor dinamismo; en esta categoría se encuentran México y los países centroamericanos y caribeños.

El segundo grupo incluye a los que se vieron afectados por la evolución de los precios de sus productos de exportación, como Chile y Perú. Los del tercer grupo se caracterizan por un elevado endeudamiento interno y externo, que los ha hecho muy vulnerables a la imposición de condiciones de acceso más estrictas al financiamiento internacional y a los ataques especulativos; en esta categoría se encuentran los cuatro países miembros del Mercosur.

Por último, están los países en los cuales los factores internos tuvieron gran relevancia: Ecuador, Venezuela y, hasta cierto punto, Colombia.

Vulnerabilidad ante las turbulencias financieras
Los países miembros del Mercosur, los más afectados por los movimientos de capitales, se caracterizan por altos niveles de endeudamiento interno y externo. Además, la moneda de dos de ellos estaba muy sobrevaluada a comienzos de 2002. No extraña, por consiguiente, que los miembros de este bloque hayan mostrado una gran vulnerabilidad al deterioro de las condiciones de acceso al financiamiento externo, a la especulación financiera y a la fuga de capitales. Todo esto se tradujo en marcadas devaluaciones, corridas bancarias y una desarticulación de los mecanismos de crédito en la Argentina, Uruguay y hasta cierto punto también Paraguay.

En la Argentina, la abrupta caída del producto iniciada a mediados de 2001 se prolongó durante el primer trimestre de 2002. A partir del segundo trimestre, se detuvo la contracción del nivel de actividad, gracias a la alta rentabilidad de los sectores exportadores, a la sustitución de importaciones y a la adopción de subsidios de desempleo. Pese a ello, se prevé que la baja del PIB argentino será de alrededor del 11% en 2002.

La inversión bruta fija volvió a contraerse, por lo que la tasa de inversión regional fue de apenas 18 puntos del PIB a precios de 1995 y sigue siendo inferior a la de fines de los años ochenta y principios de los noventa. La reducción de la inversión en 2002 no estuvo asociada a una caída del ahorro nacional, sino que obedece a la caída del ahorro externo.

La crisis argentina afectó notablemente a Uruguay, cuyo producto se contrajo 10,5% y a Paraguay (-3%), países a los que se propagó por diversos medios.

Brasil se mostró vulnerable a las turbulencias financieras debido a su elevado nivel de endeudamiento público (en gran medida, fruto de la reestructuración bancaria apoyada por el Estado en años anteriores), que por añadidura está parcialmente indizado en dólares y es a corto plazo. El ataque contra su moneda en los mercados cambiarios se intensificó al aproximarse las elecciones presidenciales y con el avance en las encuestas de un candidato opositor. La inversión aún no se recupera y el crecimiento del producto fue de sólo un 1,5% en 2002.

También puede incluirse en este grupo a Bolivia, que fue el país andino más afectado por la crisis en el área del Mercosur.

El desempleo se dispara
El desempeño laboral fue débil, en el contexto de la contracción económica regional. Destacan la fuerte caída de la tasa de ocupación, el marcado aumento del desempleo, la expansión de la informalidad y la debilidad de la generación de empleos en la pequeña y mediana empresa. Los salarios reales cayeron 1,5% en promedio, lo que obedeció a las variaciones de la inflación.

La tasa de ocupación se situó en 52,2% y el desempleo se disparó de 8,4% en 2001 a 9,1%, el nivel más alto a nivel regional desde que se cuenta con mediciones comparables.

En la Argentina, Uruguay y Venezuela la demanda laboral bajó marcadamente a pesar de que los salarios reales sufrieron importantes caídas. Los sectores más afectados fueron los dependientes de la demanda interna.

Se agrava el problema de la deuda pública
El deterioro de las condiciones económicas afectó a su vez la sostenibilidad de la deuda pública. Si bien el creciente déficit fiscal que viene registrándose desde el comienzo de la crisis asiática y el deficiente crecimiento económico elevaron la deuda pública calculada como proporción del producto, el comportamiento de los inversionistas también actuó como un mecanismo de generación y propagación de pánico y contagio, dando origen a una profecía autocumplida.

Además, el problema de la deuda pública se vio dificultado por lo ocurrido en las áreas monetaria y cambiaria. La política monetaria volvió a ser austera en respuesta a la inestabilidad cambiaria y al aumento de la inflación en varios países. Esto se reflejó en un alza de las tasas de interés que dificultó el pago de la deuda interna y fue un factor agravante de los indicadores de sostenibilidad de la deuda pública.

Este conjunto de factores terminó por provocar un incremento de los indicadores de riesgo-país, que dificultó aún más la situación fiscal. Sin embargo, las señales positivas observadas en el último trimestre en los mercados de la mayoría de los países de la región, encabezados por Brasil, sumadas a una proyección de crecimiento moderado en 2003, auguran un panorama menos complicado en el plano fiscal.

Proyecciones para 2003
En el año 2003 se prevé que América Latina y el Caribe crecerán 2,1%. Esta tasa posibilitaría un crecimiento por habitante levemente positivo.

La trayectoria de crecimiento demuestra que la mayoría de los países iniciaron una recuperación en el segundo trimestre de 2002. Por otra parte, se proyecta una leve mejoría de la economía mundial en 2003. Estados Unidos mostraría una tasa de crecimiento similar a la de 2002, de alrededor de 2%, mientras que la de Europa y Japón superaría la de 2002 (menos de 1% y -0,5%, respectivamente). Gracias a la vigorosa expansión de China e India, el crecimiento del conjunto de los países en desarrollo se incrementará.

En el Cono Sur se producirá un importante cambio en la coyuntura. La pronunciada contracción sufrida por la Argentina y Uruguay no se repetiría en 2003 y Chile presentaría un crecimiento superior al de 2002, principalmente debido a la mejor situación externa derivada de la suscripción de tratados de libre comercio con la Unión Europea y Estados Unidos. La Argentina crecería un 2%, y en Uruguay el efecto de arrastre negativo de 2002 dificultará una expansión, aunque es posible que las exportaciones se incrementen.

La Comunidad Andina proyecta un crecimiento de 1,6%, lo que constituye una mejora en comparación con su estancamiento en 2002.

En Brasil el incremento sería de 1,8%, siempre que se mantengan las condiciones macroeconómicas internas y externas actuales: una situación cambiaria favorable y elevadas tasas de interés. En México, el crecimiento proyectado es de 3%. Para los países centroamericanos y República Dominicana éste se estima en 2,6%, muy similar al de 2002.

(1) Extracto del informe de la CEPAL, Santiago de Chile, diciembre de 2002.