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Publicaciones - Universo Económico

UE Nº 79 - Abril 2006

Nota de tapa
El campo se afianza cada vez más

El sector presenta oportunidades para todos aquellos que se desempeñan en la actividad. La rentabilidad promete ser buena en el futuro, arriesgan los especialistas. La combinación de un dólar alto, el valor de la tierra en su pico histórico y el alto precio de las commodities conforman un escenario que está cerca del ideal. La demanda mundial, principalmente por el crecimiento de la economía china, continuará en los próximos años. El campo argentino ya no es lo que era: hoy se encuentra mucho más tecnificado e integrado a la industria. Además, hay particularidades que deben ser tenidas en cuenta a la hora de establecer contratos y formalidades para entablar negocios.
Fuente:
Universo Económico
Número 79
Hay que decir las cosas como son: el campo es hoy actor protagonista de la realidad argentina.

Si bien es conocido el romance que este Gobierno vive con la industria (uno de los firmes objetivos del presidente Néstor Kirchner es lograr una reindustrialización del país, tema que se tocó en un número anterior de Universo Económico), el campo es sin lugar a duda uno de los motores principales de la economía argentina.


Es cierto que campo e industria ya no son categorías antagónicas, ni sectores que compitan entre sí. La dicotomía campo-industria ya no existe. Instalados en el siglo XXI, resulta obvio que una alianza entre ambos sectores es lo que permitirá que el país crezca a largo plazo.


El campo necesita maquinarias y herramientas para trabajar. La industria necesita las materias primas para su cadena de producción. La integración entre ambos multiplicará las posibilidades de negocios y de puestos de trabajo.


El campo argentino ya no es lo que era, cuando un puñado de valientes inmigrantes que venían de remotos lugares de Europa trabajaban un pedazo de tierra sin alambrar. Esa realidad cambió desde principios del siglo pasado. Y en la década anterior (en los 90), ocurrió tal vez uno de los cambios más fenomenales que vivió el sector al producirse un fuerte proceso de inversión en maquinarias y tecnología.


Los que saben dicen que el campo argentino hoy está muy tecnificado. El proceso de siembra directa es un ejemplo de ello (no se degrada el suelo, mejora el aprovechamiento de las lluvias, se gana en productividad y rentabilidad), y la ampliación de la frontera agropecuaria es otro caso (hoy se cultiva soja en Santiago del Estero y en Chaco. Hace 10 años nadie hubiera imaginado esto).


La introducción de la biotecnología en semillas, la siembra directa, el creciente uso de fertilizantes y la nueva maquinaria agrícola, entre otros factores, permitieron un salto en la productividad del sector, que se tradujo en crecientes volúmenes de producción y exportaciones a partir de 1996.


Una forma de visualizar la expansión del sector es a través del crecimiento de la producción y la ampliación de la frontera agrícola. En tan sólo 9 años (1996 -2005), la producción de cereales y oleaginosas se incrementó un 97%, mientras que el área cosechada creció un 44%. De estos totales, se destaca la participación de dos cereales, trigo y maíz, y dos oleaginosas, girasol y soja, los cuales representan el 93% de la producción total de cereales y oleaginosas del año 2005.


La nueva revolución agrícola no sólo implicó el desplazamiento de la frontera tecnológica del sector, sino que al mismo tiempo permitió que una buena parte de esa mayor producción fuera colocada en el exterior, generando mayores ingresos de divisas de exportación. Según un informe del Banco Río, fueron los volúmenes exportados los que genuinamente hicieron posible el aumento del valor de las exportaciones agrícolas entre 1996-2005, ya que los precios mostraron un patrón heterogéneo e incluso, dependiendo del bien que se considere, una contracción de los mismos entre puntas.


Por otro lado, el sorprendente crecimiento de las ventas agrícolas al exterior permitió que ingresaran mayores recursos al Estado a través de la reintroducción de las retenciones a las exportaciones a partir de 2002. Téngase en cuenta que los ingresos por retenciones a las exportaciones representan el 64% del superávit primario de 2005, lo contribuye a explicar buena parte del equivalente a 3.7% del PBI que representó el superávit a diciembre del año pasado.


A su vez, los ingresos generados por el agro representan más del 50% del total del impuesto a las exportaciones percibido por el Gobierno.

Las commodities y el dólar

Las perspectivas del negocio agropecuario en la Argentina están determinadas por los grandes componentes que afectan la rentabilidad del sector.


Un dólar alto ha mostrado traer grandes beneficios al sector. Una de las claves, por lo tanto, es saber qué sucederá con la divisa en los próximos años. El Gobierno parece decidido a mantener el actual esquema de dólar real alto para no afectar la competitividad de la economía.


Pero, más allá de lo que comúnmente se cree, el factor tipo de cambio no es el único dato a tener en cuenta. No es que, si el dólar está caro, entonces es más rentable invertir en el campo, y viceversa. Hay otros factores dando vuelta, como impuestos, financiamiento, precios, etc.


Pero la cotización de las materias primas parece ser una de las claves para la sostenibilidad de este negocio por dos motivos.


Primero, porque constituye un dato esencial para la rentabilidad de los negocios agropecuarios y, segundo, porque existe un gran debate en el mundo acerca de qué sucederá con los precios de las materias primas a mediano plazo.


Las commodities atraviesan hoy un boom. Así como en los 90 ocurrió la burbuja de las empresas puntocom, hoy hay quienes piensan que se está incubando una burbuja en el precio de las materias primas. En la década pasada, muchos invirtieron en firmas de informática, abrieron sus propias empresas y desarrollaron sus negocios aprovechando aquella moda. ¿Podría estar pasando lo mismo ahora con esta fiebre por los negocios agropecuarios en la Argentina?


Veamos qué ha sucedido con los precios y qué ocurrirá con ellos en el futuro.


A lo largo del período 1980-2004, los precios agrícolas que surgen de un promedio ponderado de los principales granos (trigo, maíz y soja) presentan un comportamiento cíclico, pero con tendencia de largo plazo decreciente.


En los últimos 25 años, el precio de las commodities agrícolas ha tendido a caer, posiblemente por una combinación de exceso de oferta y protección por parte de los países desarrollados. Las proyecciones del Banco Francés para 2006 alertan sobre una etapa menos favorable para los ingresos del sector agrícola, donde podrían caer entre un 10,5% y un 18,1 por ciento.


En cambio, los precios ganaderos seguirían creciendo este año, de modo que se está ingresando en una etapa a favor de la rentabilidad ganadera.


Sin embargo, para entender mejor la evolución de los precios en la Argentina y, por lo tanto, las perspectivas de los negocios agropecuarios en el mundo, hay que tener en cuenta qué sucederá en el mundo.

China da una mano

Los especialistas piensan que en el futuro habrá una mayor demanda de productos agropecuarios por el crecimiento de China, a la vez que parece poco probable que se desmantele la actual protección por parte, principalmente, de la Comunidad Económica Europea.


Según un trabajo del Deutsche Bank (DB), presentado unas semanas atrás, el actual ciclo positivo de las commodites no tiene precedente en al menos 30 años. La principal explicación de este fenómeno se llama China e India.


Hay bastante consenso entre los especialistas en que China continuará demandando productos de resto del mundo durante los próximos años, aunque se estima que la composición de la demanda de bienes importados cambiará: China importará cada vez más bienes manufacturados en lugar de materias primas.


Esto, que podría parecer una mala noticia para la Argentina, necesariamente no lo es. Según Michael Lewis (el economista jefe del DB encargado del informe), China enfrenta serios problemas de abastecimiento (con tendencia a empeorar) en maíz, soja y trigo. Para dar un ejemplo: se calcula que, entre 2006 y 2008, la economía asiática explicará el 60% del crecimiento de la demanda mundial de soja. Los argentinos que cultivan soja pueden dormir más que tranquilos entonces.


Algo parecido sucederá con el maíz. En un seminario realizado en Buenos Aires hace unas semanas, Brad Anderson (Informa Economics) dijo que en el maíz está la mayor oportunidad para los productores argentinos en los próximos años. Inclusive por encima de productos como la carne o la soja. Anderson basó su argumento en que, si bien el país "es un productor relativamente pequeño de maíz, es un gran exportador de maíz, superando a China".


Los precios a futuro del maíz y del trigo seguirán por encima del precio actual a lo largo de los próximos años, coinciden los analistas. Creen que el uso del primero para la elaboración de etanol seguirá creciendo en Estados Unidos. Esto significaría una oportunidad para países como la Argentina. La economía más grande del mundo produce el 42% del total mundial, y China, el 18; entre ambos totalizan el 60 por ciento. La Argentina contribuye solamente con el 2%.


Sin embargo, el país es el segundo exportador mundial de maíz, con el 18%, por encima de China, que tiene el 17, y detrás de los Estados Unidos, que ocupa la primera posición con el 60 por ciento.

El precio de la tierra en su pico histórico

La rentabilidad de los negocios agropecuarios no sólo está dada por los precios de las materias primas (granos o carne) y el tipo de cambio corriente. También hay que tener en cuenta la evolución del precio de la tierra destinada a la producción agropecuaria.


El precio de la tierra en la Argentina, en el período 1980-2001, osciló alrededor del promedio histórico. A pesar de la apreciación del peso, durante gran parte de la convertibilidad, el precio creció debido al fuerte salto en la productividad que incrementó los ingresos (el campo recibió una inyección de stock de capital que lo modernizó).


Con la salida del 1 a 1, se produjo un aumento continuo en el precio de la tierra y en 2004 su valor más que duplicó el promedio histórico. ¿El motivo de este salto? Son dos: el alza de los precios agrícolas y del tipo de cambio producido a partir del año 2002.


Son recordados los embates del ex ministro Roberto Lavagna contra los representantes del campo, que se quejaban de las retenciones que afectaban la rentabilidad de sus negocios agropecuarios. El ministro solía contestarles que deberían estar agradecidos, ya que el precio de sus activos estaba en el máximo histórico.


Comparando los precios en dólares de la tierra maicera en Estados Unidos y la Argentina, para el período 1990-2004, se observa que en general el precio en la Argentina está por debajo del correspondiente en la economía más grande del mundo, aunque recientemente se aproxima a los valores de Iowa.


Entre los años 2002 y 2004, en ambos países, se produjo el mayor aumento en el precio de la tierra, aunque adquiere mayor intensidad en la Argentina, ya que en 2004 el precio relativo Argentina/Estados Unidos supera en un 18% a la media histórica.


Según el Banco Francés, sería previsible que el precio de la tierra en el país tuviera una corrección a la baja luego del alto nivel alcanzado en 2004. Pero todo esto, una vez más, dependerá de lo que suceda con los precios internacionales de los granos y con el tipo de cambio. De todos modos, a largo plazo, podría continuar la tendencia al alza porque se trata de un bien escaso; a ello se suma el efecto de China como un importante demandante de granos.

Luces y sombras

El desempeño de la producción agropecuaria argentina marcha a toda máquina. El récord de la actual campaña, superior a los 84 millones de toneladas de granos, está basado en las mayores producciones históricas de trigo, maíz y soja.


Según un estudio del Banco Francés, la cifra de la campaña 2005/2006 no alcanzará los parámetros de la campaña anterior. Las caídas que registrarán las producciones de trigo y, en menor medida, de maíz serán parcialmente compensadas con aumentos en soja y girasol.


Adicionalmente, se espera que el precio de los cultivos castigados (trigo y maíz) se recupere el año próximo, lo que ayudará a atemperar los efectos de la caída en la producción.


El equipo de investigaciones económicas del Banco Francés distinguió en un trabajo las principales ventajas y desventajas del actual boom agropecuario que vive la Argentina. Entre las primeras aparecen:


La Argentina tiene todas las condiciones necesarias para el desarrollo de una agricultura sustentable. No sólo se autoabastece de granos, sino que genera importantes excedentes exportables que la convierten en un país importante dentro del comercio mundial.

La rentabilidad del sector depende mucho más del comercio internacional que del consumo local, lo que lo exime de estar sujeto a los vaivenes de la economía nacional.

El campo, durante la década del 90, fue destino de importantes inversiones que le permitieron a la Argentina contar con un alto nivel de tecnología para el desarrollo de estas actividades. Actualmente, el país sigue en la frontera de incorporación de nueva tecnología. De hecho, recientemente, se han aprobado nuevas variedades de maíz transgénico más resistentes.

La Argentina es un importante jugador en el comercio internacional de granos: en el año 2004, el total de exportaciones agrícolas alcanzó a US$ 11.612 millones, lo que representa casi un 34% de nuestras exportaciones totales, con altas chances de aumentar esta proporción en el corriente año.

Entre las debilidades figuran:


Es un mercado donde los precios son volátiles, dependiendo de factores no controlables, como las cuestiones climáticas, tanto locales como del resto del mundo. Adicionalmente, cualquier posible decisión sobre las cantidades a producir es altamente dependiente de los precios en el momento de la siembra.

La soja continúa su hegemonía en el patrón de cultivos y, al igual que en las últimas campañas, se habla de "sojadependencia" y de los problemas de deterioro de la tierra derivados del monocultivo.

Un riesgo latente sobre las amplias plantaciones de soja en la Argentina es la roya. Esta es una enfermedad altamente destructiva, causada por dos especies de hongos, uno originario de Asia y otro de Sudamérica, que afectan las plantaciones de soja, lo que conllevaría a fuertes pérdidas en el cultivo. Hasta el momento se han detectado pocos casos en la zona de mayor riesgo (provincias del Norte del país que limitan con Paraguay y Brasil), pero se está trabajando en la prevención y el monitoreo de la plaga para su control.

El sector está sujeto a retenciones por parte del Gobierno que pueden influir significativamente en las decisiones de producción al reducir la rentabilidad

El negocio ganadero encuentra serias limitaciones, producto del escaso stock de cabezas de ganado que existen actualmente. La Argentina tiene hoy la misma cantidad de vacas por habitante que hace 30 años. Según los especialistas, muchos productores rurales prefirieron dedicarse al negocio de la soja en estos años y dejaron la actividad ganadera.

Un nuevo campo

La Argentina es un país competitivo para los negocios agropecuarios, sobre todo en la cuestión agrícola. En el caso de la soja, el mercado cuenta con tecnología, capacidad y tamaño como para fijar un precio a escala internacional dado su peso relativo (ver Panorama agrícola). Juntamente con los Estados Unidos y Brasil, son los tres principales productores de todo el mundo. Si se les suma Nueva Zelanda, son los cuatro principales exportadores agropecuarios del mundo.


Conclusión: la Argentina es un lugar bendecido para realizar negocios agropecuarios, aunque hay cultivos que corren con ventaja.


Hoy el campo reconoce nuevos actores, nuevas herramientas. Ya no es tan común que el dueño del terreno trabaje el campo, sino se lo alquila a alguien (productores grandes por lo general) que, por escala y facilidades, puede explotar con mejor rentabilidad la tierra o el ganado. Estos grandes jugadores no solamente alquilan el campo, sino muchas veces rentan hasta las máquinas.


Un conjunto de particularidades debe ser tenido en cuenta a la hora de explotar una actividad de estas características. Distintos tipos de contratos, formas de constitución de un negocio (contratos accidentales por cosecha, pool de siembras, sociedades regulares e irregulares), conforman la nueva estructura burocrática del campo con su consiguiente impacto impositivo (ver columna de Claudia Chiaradía).

Panorama agrícola

Trigo

La campaña 2004/2005 aportó 16 millones de toneladas de trigo, con un alto rinde promedio nacional de 2,64 tn/ha. Se estima que el saldo exportable concluirá en el orden de los 11 millones de toneladas, que, a un precio promedio FOB en puertos argentinos de US$ 130 la tonelada, aportaría unos US$ 1.430 millones. Brasil y Egipto son los principales destinos.


Maíz
La superficie sembrada de maíz en esta campaña que acaba de finalizar fue de 3,4 millones de hectáreas, que, a un rinde promedio de 6,9 tn/ha, determinó una cosecha de 19,7 millones de toneladas. Se estima que la exportación podría alcanzar los 13 millones de toneladas, que, a un precio promedio de US$ 92 por tonelada, permitirían un ingreso del orden de los US$ 1.200 millones sobre destinos muy diversificados que encabezan Egipto, Malasia, España y Argelia.


Soja
Con una superficie sembrada ligeramente inferior a la campaña anterior y un rinde promedio de 2,7 tn/ha, la soja vuelve a establecer un nuevo récord de 38,8 millones de toneladas. Esto a su vez plantea nuevos máximos en las cantidades de este grano para exportar e industrializar. Se estima que las exportaciones alcanzarán este año unos 9,0 millones de toneladas, que, a un precio promedio de US$ 235 por tonelada, significarían ingresos al país del orden de los US$ 2.118 millones. De este total exportado, China absorbe el 80 por ciento. Los precios de la soja -que estaban en baja desde el tercer trimestre del 2004- empiezan a recuperarse a partir de marzo de este año cuando las sequías comenzaron a afectar a los cultivos. En cuanto a valores cuantitativos, sólo en los Estados Unidos las expectativas caen 6,8 millones de toneladas. Poco a poco, en el ámbito local, pasamos de US$ 204 la tonelada en febrero a casi US$ 250 por tonelada en el mes de julio, lo que mejora la rentabilidad del cultivo en plena cosecha.


Girasol
En esta campaña, la superficie implantada con girasol alcanzó los 1,9 millones de hectáreas, que, a un rinde promedio de 1,92 tn/ha, arrojan una producción cercana a los 3,65 millones de toneladas, superando casi en un 15% las cifras conseguidas en la campaña anterior.


Aceites y pellets
La demanda de aceites y pellets de soja será alta a lo largo de todo el corriente año, pero con una oferta mundial también elevada, lo que se traduce en algunas bajas de precios. La exportación de sus aceites puede alcanzar este año los 5 millones de toneladas, lo cual aportará unos ingresos al país del orden de los US$ 2.390 millones. China, con el 36% y la India con el 26%, son nuestros principales compradores. De esta manera, la Argentina aporta más del 50% de estas exportaciones mundiales. En el ranking de exportadores de aceite de soja sigue Brasil con el 28% del total.

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