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Publicaciones - Universo Económico

UE Nº 86 - Septiembre 2007

Colaboración. Las demandas a las que se enfrenta
El crecimiento del tercer Sector en la Argentina

Las organizaciones sociales en el país nacieron y se expandieron en las últimas décadas ante la ausencia del Estado y frente a las crisis recurrentes que enfrentaba el país. Así supieron atender las demandas de la sociedad en ciertos temas. Pero la multiplicación de regulaciones y normativas hace que el marco regulatorio hoy no sea el más adecuado de todos. Falta un debate.
Autor: Dr. Pedro Moisés Gecik
vicepresidente de la comisión de actuación profesional en entidades sin fines de lucro, profesor de la escuela de educación continuada
(CPCECABA), docente invitado en el posgrado en gestión de organizaciones con fines sociales de la universidad del salvador, consultor y auditor en asociaciones civiles y fundaciones nacionales y extranjeras.
En los últimos 25 años, el Tercer Sector ha experimentado un crecimiento notable, no sólo en nuestro país, sino a lo ancho del planeta. De distintas formas se hizo cargo de situaciones   que el Estado, por inoperancia, ignorancia, falta de presupuesto o en forma planeada, dejó de lado. Entonces, la sociedad debió asumir el rol de encargado o responsable de atender temas que usualmente le son privativos a aquel.

El nacimiento
Estas razones no constituyen el único motivo de tal crecimiento. La falta de credibilidad, por momentos, en las instituciones gubernamentales, motivada por las sucesivas crisis por las que ha transitado el país, sumada a una  mayor toma de conciencia ética por parte de la gente que condujo al desarrollo de acciones solidarias, consolidó el crecimiento señalado.


Paralelamente, la aparición de nuevas áreas de atención,  como el medio ambiente, el arrollador avance tecnológico y la necesidad asociada de transferencia de información, junto a la mayor participación ciudadana en los problemas cotidianos, reclamando la participación de la comunidad en la solución de los conflictos asociados, etc., motivó que distintas formas asociativas tomaran a su cargo el cumplimiento de la misión para la que fueron creadas; y esto derivó en el nacimiento de un número importante de organizaciones.


Si hasta aquí las razones expuestas justifican sobradamente el crecimiento apuntado, se agregó el llamado Segundo Sector, o sea el sector empresario, que descubrió la importancia de asociarse a las organizaciones de la sociedad civil como medio de incrementar sus beneficios a la par de cumplir con la responsabilidad moral y ética de coadyuvar a satisfacer las necesidades cada día más crecientes de la sociedad.


Mientras esto ocurría, se produjeron algunos cambios importantes en la forma de hacer filantropía. Desaparecieron los grandes mecenas, y ese crecimiento en la cantidad de instituciones sociales hizo que los donantes repartieran sus donaciones entre todas las entidades existentes. Este hecho permitió reformular la manera de recaudar fondos de modo de permitir a estas instituciones hacerse sustentables en el tiempo, y ello promovió, en consecuencia, que hoy nos encontremos hablando de “marketing filantrópico”, “alianzas estratégicas”, “responsabilidad social empresaria”, etc.


Consecuentes con la necesidad de ser más transparentes, toda vez que se hace necesario demostrar fehacientemente qué se recaudó y en qué se aplicó, todas estas modificaciones  generaron un significativo cambio en la forma de gerenciar este tipo de entidades.


A qué se enfrenta hoy el sector
La realidad actual nos conduce a reflexionar entonces sobre la imperiosa necesidad que tienen estas organizaciones de reformular la administración de sus actos, profesionalizando al máximo posible su accionar de modo de mejorar la capacidad de gestión, permitiendo de esta forma su subsistencia y permanencia así como el correcto cumplimiento de sus fines sociales. Profesionalización no sólo de quienes se encuentran abocados a la conducción de estas organizaciones, sino también de aquellos que colaboran en ella desde diferentes posiciones. Esto permitirá el correcto cumplimiento de sus objetivos específicos. Desgraciadamente, y en el caso puntual de los profesionales en Ciencias Económicas, la capacitación recibida en el desarrollo de las carreras de grado no incluye conceptos y temáticas específicas  vinculadas al accionar de estos entes.


Paralelamente, y en grado no menor, este nuevo escenario generado por el crecimiento exponencial de las organizaciones sociales también produjo un aumento de la intervención de los organismos de control en el que hacer diario de estos entes, lo que motivó la aparición de un número significativo de normas técnicas y legales que  rigen el funcionamiento de estas organizaciones.


A fin de controlar su accionar, surgieron regulaciones dirigidas a conocer fehacientemente el tamaño y la composición de este llamado Tercer Sector. Mediante empadronamientos varios, el aporte de cuantiosa documentación, la recepción de inspecciones fiscalizadoras y el cumplimiento de obligaciones formales de todo tipo (de retener, de informar, referidas al domicilio, relacionadas con la emisión de comprobantes, relacionadas con la registración de sus movimientos, etc.), sumados a algunas modificaciones de importancia ocurridas en la legislación vigente en los últimos años, este sector se vio superado por normas que obligaron a adecuar su funcionamiento, incorporando exigencias formales de diverso grado y equiparando en un mismo estrato, a efectos de su cumplimiento, a todas las organizaciones por igual sin importar si son grandes o pequeñas.


De igual modo, surgieron disposiciones que limitaron el accionar de estos entes impidiéndoles realizar determinadas actividades que permitirían la generación de recursos alternativos y legítimos, con el agravante, señalado en párrafos anteriores, del cada vez menor  número de donantes dispuestos a aportar a estas instituciones.

En constante avance
En resumen, el significativo crecimiento de este sector ocurrido en nuestro país derivó en la apertura de un espacio importante para las realizaciones éticas individuales y permitió crear el ámbito donde se generaron e implementaron iniciativas sociales fundamentales para mejorar la calidad de vida de las personas. Pero ese crecimiento no fue acompañado por un escenario fiscal adecuado, ya que la permanente sensación de sospecha que los distintos organismos de control manifiestan respecto a las organizaciones de la sociedad civil, seguida de un fin recaudatorio que las sucesivas políticas fiscales han exteriorizado, determinó que muchas de las normas vigentes resulten obsoletas o faltas de actualidad (por ejemplo: la acotada descripción de los objetos exentos del artículo 81, inciso c) de la Ley del Impuesto a las Ganancias), o bien hayan limitado el necesario desarrollo de la captación de recursos indispensable para la subsistencia de estas organizaciones.


El aumento de las normas que regulan el funcionamiento de las organizaciones sociales, la complejidad de algunas de ellas relacionadas con la inscripción y solicitud del reconocimiento exentivo, las limitaciones referidas a la realización de ciertas actividades y el escaso incentivo vigente para los donantes, aun cumpliendo las instituciones acabadamente con todas las disposiciones legales en vigencia, nos llevan a   sugerir una urgente revisión yadecuación del marco fiscal y legal vigente, dentro del cual se desarrollan las importantes actividades de este sector, que, en la gran mayoría de los casos, cumple con finalidades altruistas relevantes y necesarias para toda la sociedad.


Respetando el necesario control que sobre estas organizaciones tiene el Estado, sería ideal que este debate contara indefectiblemente con la presencia de todos los actores que hacen a la existencia y el funcionamiento de estas entidades: las organizaciones sociales, los funcionarios públicos de los diferentes organismos de control, los legisladores y los profesionales especializados en esta temática, los que somos convocados a diario para asesorar a estas organizaciones.

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